El pasado fin de semana Corea del Sur vivió un momento dramático. La aplicación de móvil más popular del país, Kakao, sufrió una interrupción masiva durante varias horas debido a un incendio en el edificio donde está uno de los servidores de la compañía. Kakao se utiliza para todo en este país asiático: para hablar, para pedir un taxi, para pagar o para los mapas. Es como si Whatsapp, Uber, Apple Pay (o Google Pay) y Google Maps se unieran en una misma aplicación.
“Es por eso que Kakao es tan importante para los coreanos”, cuenta a EL ESPAÑOL Hailey, estudiante universitaria de Seúl. Uno de los ejemplos que señala donde hubo un mayor impacto fue en Kakao Taxi. “Cuando Kakao se cayó, los taxistas no podían encontrar clientes porque la mayoría pide taxis por esta aplicación”, cuenta.
La crisis fue resuelta en unas pocas horas, pero para hacernos a la idea de dónde podría haber llegado la tragedia, el gigante tecnológico coreano señaló el pasado agosto que el número de usuarios activos era de 53,3 millones, con 47,5 de ellos en Corea del Sur. Esto, en un país con 51 millones de habitantes, las cifras son brutales: el 93% de la población utiliza frecuentemente sus servicios.
Muchos coreanos bromearon con que si se caía Kakao, el país se derrumbaría. Precisamente, durante el pasado lunes, el presidente surcoreano Yoon Suk-yeol expresó su preocupación por las posibles situaciones que desataría en una guerra si Kakao fallara, según recogió el diario surcoreano The Korea Herald.
La caída en el servicio de la gigante tecnológica coreana encendió todas las alarmas del gobierno, sobre todo en lo relativo a su propia seguridad nacional. “No sólo daña los medios de subsistencia de las personas, sino que también causa problemas fatales a la seguridad nacional en caso de emergencia”, señaló el pasado domingo 16 de octubre Kim Eun-hye, portavoz de Yoon.
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El propio presidente también señaló durante la jornada del lunes que en el caso de que Kakao fuera declarado como un monopolio, podría convertirse en una “infraestructura nacional” y, por tanto, el Estado debería tomar las “medidas necesarias por el bien de la gente”.
El temido ‘apagón digital’
El monopolio de las tecnológicas en diversos sectores, según argumentan los críticos, debe frenarse para poder minimizar el impacto caótico del llamado apagón digital. Si bien en países como España o Corea del Sur es bastante improbable que surja un apagón masivo, señalan los expertos, sí que existen una serie de riesgos, sobre todo teniendo en cuenta que prácticamente todas las infraestructuras de telecomunicaciones están en manos privadas.
Por ejemplo, según un informe de la consultora TeleGeography publicado a principios de este año, cuatro empresas —Microsoft, Alphabet (antes Google), Meta (antes Facebook) y Amazon— controlan el 66% de los cables submarinos que proveen de fibra óptica.
“Que este tipo de infraestructuras están exclusivamente en manos privadas debería preocuparnos un poco”, advierte César Pablo Córcoles, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación y director del posgrado de Desarrollo de Aplicaciones Web de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC).
Aunque matiza que la mayoría de estas empresas “son responsables” en general, pero el problema viene cuando las “forzamos a tomar decisiones que probablemente no debería tomar una empresa privada”. Por ejemplo, cuando tienen que decidir qué es lo que entra dentro de los límites de la libertad de expresión.
Según cuenta el profesor, los Estados están mirando con una mayor desconfianza a las grandes empresas tecnológicas Microsoft, Alphabet, Meta, Amazon o Alibaba y Tencent en China. “Llega un momento en el que tenemos que plantearnos quién tiene más poder para determinadas cosas: si una entidad estatal e incluso supranacional o estas empresas”, plantea Córcoles.
Nacionalizar estas infraestructuras, o al menos parte de ellas, podría ser una opción para asegurar el correcto funcionamiento de nuestras sociedades hiperconectadas. Brett Scott, exagente de bolsa y antropólogo económico sudafricano a quien entrevistamos en ENCLAVE ODS, opina que, ante esta situación, “es importante crear sistemas alternativos que controlen o moderen los excesos de los que ya existen”.
No obstante, para el profesor Córcoles, más que nacionalizar, es necesario que haya un mayor interés por parte de los Estados en invertir en infraestructuras de telecomunicaciones para reducir la dependencia de las grandes compañías tecnológicas del mundo.