El último informe del IPBES (Plataforma Intergubernamental Científico-normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas) determina que un millón de especies de animales y plantas están en peligro de extinción. Muchas de ellas podrían desaparecer en tan solo décadas por culpa del ser humano.
Son más de un tercio de mamíferos, anfibios y corales los que están amenazados por el impacto antropogénico sobre la naturaleza debido, en parte, a la demanda de comida y combustible a medida que se ha ido multiplicando la población.
Según la ONU, la tasa global de especies extintas ya es por lo menos de diez a cientos de veces mayor que la tasa promedio en los últimos 10 millones de años y se está acelerando.
[Las algas marinas: 1600 millones de años sobreviviendo y ahora, en peligro de extinción]
Por todo ello, las acciones que llevan a cabo los humanos han dado lugar a que una de cada cuatro especies esté hoy en día amenazada. Estos son los principales motivos por el que estamos extinguiendo la biodiversidad:
Explotación de la tierra y el mar
A nivel global, el cambio del uso de los suelos ha tenido el mayor impacto en los ecosistemas terrestres y de agua dulce. Esto afecta especialmente al bosque tropical, con más de 100 millones de hectáreas sacrificadas.
Las principales causas detrás de este fenómeno son la ganadería y la producción de aceite de palma en América Latina y Asia Oriental. Además, Naciones Unidas apunta a que un 25% de los gases de efecto invernadero proviene de la deforestación, la producción de cultivos y la fertilización.
Todo ello motivado en parte al crecimiento exacerbado de la población humana, que se ha duplicado en las áreas urbanas desde 1992, haciéndose paso a costa de la biodiversidad.
En cuanto al agua, se destinan a la producción agrícola o ganadera cerca de un tercio de la superficie terrestre del mundo y casi tres cuartas partes de los recursos de agua dulce disponibles.
Los hábitats costeros, entre ellos estuarios y deltas críticos para la biota marina y las economías regionales, han sido gravemente afectados en parte por el desarrollo de las costas y la acuicultura en alta mar.
La minería oceánica se ha expandido desde 1981 con hasta 6.500 instalaciones de petróleo y gas en 53 países, el 60% en el Golfo de México. Es probable que continúe creciendo a medida que aumenta el deshielo en las regiones ártica y antártica.
Explotación de la fauna
Ya son 680 especies de vertebrados las extinguidas desde el siglo XV, entre ellas la Tortuga Gigante de Pinta de las islas Galápagos en 2012.
A esas cifras se suman el 9% de todas las razas domesticadas de mamíferos utilizados para la alimentación y la agricultura, que se extinguieron hasta 2016, con al menos 1.000 razas más amenazadas.
En cuanto a las aves, son el 23% las que están en peligro de extinción, además de estar afectadas negativamente por el cambio climático.
En los ecosistemas marinos, la pesca ha tenido el mayor impacto en la biodiversidad en los últimos 50 años. El 33% de la población de peces es explotada para consumo humano, y un 60% está casi al punto de ser insostenible.
Cambio climático
La mitad de los arrecifes de coral se ha perdido desde 1870. En las últimas décadas, además, la pérdida se ha acelerado debido al calentamiento de los océanos.
[El curioso uso de las algas en medicina]
Casi la mitad de los mamíferos terrestres están amenazados y el 23% de las aves están en peligro de extinción motivado por la emergencia climática.
Además, muchas especies son incapaces de contrarrestar, ya sea a través de procesos evolutivos o de comportamiento, el ritmo acelerado del cambio climático. Su supervivencia dependerá de la medida en la que puedan migrar para encontrar condiciones climáticas adecuadas.
Muchos de estos cambios pueden tener impactos significativos en varios sectores económicos importantes y efectos en cascada para otros componentes de la biodiversidad.
Aviones y barcos
El transporte de mercancías y personas a larga distancia, incluso para el turismo, ha crecido drásticamente en los últimos 20 años con consecuencias negativas para la naturaleza en general.
Entre 2009 y 2013, la huella de carbono causada por el turismo aumentó en un 40% a 4,5 gigatones de dióxido de carbono. En general, el 8% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero provienen del transporte y el consumo de alimentos relacionados con el turismo.
La demanda de turismo basado en la naturaleza, o ecoturismo, también ha aumentado, con efectos mixtos sobre la naturaleza y las comunidades locales, incluidas algunas posibilidades de contribución a la conservación local, en particular cuando se lleva a cabo a escalas menores.
[El incendio de Cebreros está "fuera de la capacidad de extinción"]
El transporte aéreo y marítimo, que se ha triplicado en los países desarrollados y en desarrollo en particular, ha aumentado la contaminación y las especies exóticas invasoras.
Contaminación
La contaminación es la causa y la consecuencia transversal de todos los impulsores de la pérdida de biodiversidad. Aunque las tendencias globales son variadas, la polución del aire, el agua y el suelo han seguido aumentando en algunas áreas.
Las emisiones de gases de efecto invernadero, los desechos urbanos y rurales no tratados, los contaminantes de las actividades industriales, mineras y agrícolas, los derrames de petróleo y los vertidos tóxicos han tenido fuertes efectos negativos en la calidad del suelo, del agua dulce y marina y de la atmósfera global.
La promoción de buenas prácticas agrícolas y agroecológicas, una gestión integrada intersectorial, ecosistemas para la gestión de la pesca, la ordenación del territorio, las cuotas efectivas o la creación de áreas marinas protegidas, son algunas soluciones que pone sobre la mesa Naciones Unidas para frenar la pérdida de biodiversidad.