Más segura, más práctica y con mejor sabor, el agua embotellada ha visto crecer su consumo significativamente durante los últimos años. Sin ir más lejos, según la Federación Europea de Aguas Envasadas (EFBW), España es el cuarto país de la UE en términos de producción de agua embotellada, por detrás de Alemania, Italia y Francia; y el tercero en consumo, tras Italia y Alemania.
No obstante, debido al impacto ambiental que supone la contaminación por plástico, y los efectos en la salud de algunas partículas como los microplásticos, ha vuelto a surgir el debate sobre si consumir agua del grifo es mejor para la salud y la del medio ambiente.
El agua del grifo proviene de sistemas de almacenamiento naturales y artificiales como embalses, lagos, ríos o pozos. Antes de llegar a las viviendas y que sea consumida es exhaustivamente tratada, filtrándola y añadiendo algunos productos químicos para eliminar todo tipo de bacterias que conlleven riesgos para la salud.
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Entre las principales ventajas de beber agua del grifo se encuentran estas:
1. Es más barata
La principal ventaja del agua del grifo es que es muchísimo más barata que la embotellada. En España, la gestión del agua es mayoritariamente pública, es decir, cada municipio se encarga de su agua. No obstante, aunque el abastecimiento y el saneamiento se reparte entre actores públicos, mixtos y privados, el coste final es muy asequible.
Según el Ministerio de Agricultura, en España una botella de agua mineral de un litro cuesta de media 21 céntimos de euro. Comprando una al día, pueden llegar a pagarse más de 70 euros al año. Sin embargo, el gasto medio del agua del grifo apenas supera el euro anual.
2. Contamina menos
Una segunda ventaja del agua del grifo con respecto a la embotellada radica en el impacto ambiental. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, todos los días en España se tiran al mar más de 126 toneladas de plásticos (casi 46.000 al año), y una cantidad importante proviene de botellas y garrafas de plástico.
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En efecto, esos recipientes de plástico se pueden recliclar, pero el proceso también conlleva la utilización de productos químicos y el gasto de energía, mientras que un vaso de agua basta con fregarlo para poder volverlo a utilizar.
3. Tiene buen sabor
Hay una creencia bastante extendida que asegura que el agua del grifo no sabe tan bien como la embotellada. En el sabor del agua influyen múltiples factores, aunque destaca la proporción de minerales presentes en ella o las sustancias químicas, como el cloro, que se usan para potabilizarla.
Aun así, generalmente no hay grandes diferencias de sabor entre el agua que se compra en un supermercado y la que sale del grifo de casa, y hay que tener en cuenta ambién tiene que ver el material del que están hechas las tuberías por las que circula o del grifo por el que sale.
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4. No contiene microplásticos
Aunque la que se comercializa está testada y es segura, el agua embotellada puede contener microplásticos procedentes del envase en el que se encuentra. Los microplásticos son partículas diminutas que pueden tener efectos muy negativos en la salud, ya que se van acumulando en órganos como el hígado, los riñones o los intestinos.