Intentar predecir el tiempo que va a hacer para estar prevenido ante las inclemencias y sacarle el máximo partido a la climatología es una de los retos más antiguos de la humanidad. La naturaleza habla, pero con la evolución, los seres humanos han perdido gran parte de su capacidad para entenderla.
El único vestigio de aquellos primitivos meteorólogos son los cabañuelistas, gente común que mira al cielo y lo interpreta mejor que nadie para anticiparse al clima y hacer pronósticos muy certeros, sin ningún satélite ni artefacto moderno, solo con sus sentidos y un cuaderno donde hacen anotaciones de su sabiduría ancestral.
Entre estos druidas modernos destaca uno muy joven: Jorge Rey, un adolescente con precisión científica para predecir el tiempo, y que alertó antes que nadie de la borrasca Filomena que golpeó la península durante el invierno de hace dos años, con nevadas y gélidas temperaturas sin precedentes en muchos puntos del país.
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Las cabañuelas
En el mes de agosto se encuentra la clave de este arcano sistema de pronóstico que no se llama del mismo modo en toda España y tiene variantes en otros países del mundo. Por ejemplo, en zonas del norte este proceso se conoce como témporas y en otros lugares lo llaman canícula.
En concreto, en las quincenas que van desde el día uno al 12, y del 13 al 24. De forma muy simplificada, cada uno de esos días corresponde a un mes del año, empezando desde agosto. Así, el día dos es septiembre, el tres octubre y así hasta julio; y después, a la inversa, el 13 sería julio, el 14 junio, etc.
Por supuesto, para lanzar la predicción de las cabañuelas no basta con ver qué tiempo hace durante las dos primeras quincenas de agosto y trasladarlo al mes correspondiente. En las cabañuelas influyen muchos factores que no hay que ignorar para hacer un pronóstico lo más ajustado posible, como los índices de humedad, la forma de las nubes, la intensidad del viento o la niebla.
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Las cabañuelas no son algo endémico de España, hay otras regiones alrededor del globo que tienen su propio método de predicción del tiempo. Por ejemplo, en zonas de Sudamérica la observación se realiza en el mes de enero, y hay lugares en la India donde se hace durante el invierno.
Inevitablemente, los humanos también están relacionados con los pronósticos del tiempo de manera más o menos directa. Conocido es que hay personas a las que una antigua fractura o cicatriz les duele cuando va a cambiar la temperatura. También hay signos en otros elementos cotidianos como el crujido de los muebles cuando va a llover o la acumulación de humedad en algunas partes de las casas.
Un otoño desaparecido
Una de las consecuencias del cambio climático es la prolongación de los veranos, que van ganándole terreno a estaciones como la primavera o el otoño. La tendencia que está consolidándose en los últimos años es la de veranos mucho más largos y mucho más calurosos en detrimento también de inviernos cálidos.
De hecho, tal y como refleja el balance climático publicado por la Agencia Española de Meteorología (AEMET), el invierno pasado fue el segundo más seco y el cuarto con mayores temperaturas desde que en los años 60 comenzaron a recabarse este tipo de datos.
Todavía sin datos oficiales, la sensación es que este otoño se ha retrasado más de lo normal y ha comenzado con temperaturas inusualmente altas. No obstante, el pasado 18 de octubre fue calificado por la AEMET como el día de octubre más cálido en España desde 1950.
En su previsión estacional, el organismo asegura que en los próximos tres meses hay hasta un 40% de posibilidades de que las temperaturas superen los niveles normales en todo el país, y un 45% de que las lluvias decaigan en el oeste de la península.
Un invierno frío y lluvioso
Siendo consciente de las anomalías en el clima, y aplicando su método, Jorge Rey asegura que este mes de noviembre será lluvioso, sobre todo a partir de la segunda quincena, y que esas precipitaciones se prolongarán durante varios meses.
También prevé algunas nevadas, incluso en cotas medias y bajas de autonomías como Andalucía, que harán de diciembre un mes especialmente frío y que acarreará humedad en el mediterráneo.
En cuanto a la llegada de la primavera, Rey cree que la de 2023 llegará pronto y con calor, como ha ocurrido este año, y habrá granizadas y tormentas antes de otro verano asfixiante.