En la madrugada del 25 de enero de 2016 un fuerte terremoto sacudió Melilla. El seísmo de magnitud 6,3 fue el más fuerte registrado en el mar desde que se instalaron los primeros sismógrafos, hace más de 100 años.
Históricamente se han vivido grandes terremotos en el norte del mar de Alborán, como el de Granada y Almería en 1522, con alrededor de 1.000 víctimas mortales, o el de 1680, que dejó 70 fallecidos en Málaga. En esta zona, la tierra no ha dejado de temblar. Un estudio advierte ahora del potencial riesgo de tsunamis en el límite de placas entre África y la Península Ibérica.
La investigación liderada por el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (ICM-CSIC) y la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), en la que también han participado científicos alemanes e italianos, ha revelado la ubicación exacta del límite entre las placas tectónicas Europea y Africana, situado en la región del mar de Alborán, y ha cuantificado su potencial capacidad para producir importantes terremotos que, dadas las características del subsuelo, podrían traducirse en tsunamis demoledores en la costa.
“La calidad de nuestros datos ha permitido estudiar, por primera vez, la estructura profunda de estas fallas, y con ello cuantificar la deformación que acumulan. Hemos detectado dos fallas, las dos más grandes, que en conjunto suman 300 kilómetros de longitud y que marcan el límite entre las placas Europea y Africana", explica Laura Gómez de la Peña, investigadora del ICM-CSIC y autora principal del estudio.
La experta señala que "se trata de la falla del alto de Alborán y la falla de Yusuf. Los resultados muestran que estamos ante uno de los sistemas de fallas más importantes de la región, que ha ido absorbiendo la mayor parte de la deformación causada por la colisión de las placas Euroasiática y Africana”.
El subsuelo geológico en el mar de Alborán lleva décadas siendo objeto de estudio. En los últimos años los científicos han advertido del movimiento de placas que se viene produciendo: la europea se aleja de la de América y se acerca a la del continente africano.
Se calcula que las placas sobre las que se asientan África y Europa se están aproximando cerca de cuatro milímetros cada año, mientras que los movimientos de la placa de América están alejando la costa de los continentes a un ritmo anual de cuatro centímetros. Así lo reflejaba el estudio realizado por geólogos de la Universidad de Southampton bajo un título que no deja indiferente: El continente americano se está separando de Europa y de África. El océano Atlántico es cada vez más ancho.
No sólo han determinado la ubicación de este límite de placas, sino que han monitorizado la capacidad de provocar importantes terremotos que podrían traducirse en tsunamis. “Estamos ante estructuras enraizadas a gran profundidad y que, posiblemente, llevaban acumulando mucha más deformación que el resto de fallas que hay en esta región”, añade César R. Ranero, investigador geofísico del ICM-CSIC y profesor ICREA.
El trabajo liderado por Gómez de la Peña describe por primera vez la compleja geometría de este sistema de fallas, que permanecen activas, y cómo se han estado moviendo durante los últimos cinco millones de años.
“Estamos ante fallas más grandes y contínuas de lo que se creía. Hasta los resultados de esta investigación, pensábamos que la falla de Alborán era una falla en dirección, es decir, una falla que se mueve de un lado a otro sin desplazar tanto en la vertical. Sin embargo, hemos descubierto que la falla de Alborán es inversa”, señala Gómez de la Peña.
Dónde está la falla
Desde los años 70 esta zona ha sido de especial interés para los investigadores, pero, según los geofísicos al frente del estudio, los datos no eran suficientemente precisos para entender la zona e infravaloraban el potencial sísmico.
Una falla inversa está considerada un tipo de falla por deslizamiento y su movimiento se produce de forma vertical. La tierra a cada lado de la falla se mueve hacia arriba o hacia abajo en relación con el otro. El buzamiento de este tipo de falla suele ser muy pronunciado, alrededor de 45 grados. Precisamente en la dirección del movimiento reside el mayor riesgo de producirse un tsunami.
“Dependerá de la magnitud del terremoto, de la distancia a la que se encuentre de la superficie y del movimiento. Si estamos ante un desplazamiento vertical, se produce un salto en el fondo marino. En este caso, haría falta un estudio más en detalle para medir posibles desplazamientos del fondo marino”, advierte Gómez de la Peña.
El movimiento en la vertical provoca que el agua se traslade y produzca la onda en superficie. Pese a que estas olas son prácticamente imperceptibles en mar abierto, conforme vayan aproximándose a zonas con menor profundidad, la altura de la ola será cada vez mayor.
“Si se produjera un tsunami, en este caso, la ola no sería tan grande como las que arrasaron la costa de Tohoku, Japón, en 2011. Pero uno de los riesgos que se presenta aquí es que el mar de Alborán es un mar pequeño y la falla está cerca de la costa. Cuando esa ola se acerca al litoral, la parte frontal se detiene y la cola de la ola lo empuja haciendo que aumente su altura”, explica César R. Ranero.
Pese a que este fenómeno es más probable cuando el desplazamiento tiene lugar en una falla inversa, no todos los movimientos de tierra que se producen en la misma se traducen en un tsunami. Cuando se trata de analizar la intensidad sísmica que pueda acabar provocando un maremoto, tradicionalmente, los científicos han señalado que sería necesaria una magnitud del sismo mayor que 7,5.
Sin embargo, parece que no es un indicador tan certero cuando se trata de terremotos de larga duración. Hasta el momento, en el límite descubierto, los científicos han observado terremotos de baja intensidad. “Aquí la deformación elástica se acumula muy despacio. Está activa y presenta terremotos, pero son pequeños y no sabemos cuándo liberará uno de mayor magnitud”, apunta Ranero.
“El desarrollo de este estudio ha sido posible gracias a la adquisición de datos a bordo del buque oceanográfico español Sarmiento de Gamboa, y el procesado se realizó específicamente para observar y estudiar las estructuras que ahora describimos por primera vez”, añade.
Los conocimientos alcanzados han sido fundamentales para reevaluar el potencial tsunamigénico, una fase de investigación en la que también han participado geólogos alemanes de GEOMAR y profesionales italianos del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV). Todos ellos insisten en que hasta el momento, debido a la falta de datos concretos, se había infravalorado el riesgo real en la zona.
Las zonas con mayor riesgo en España
Este límite de placas identificado por los expertos se sitúa en la isla de Alborán, ubicada a unos 50 km al norte de la costa marroquí y a 90 km al sur de la provincia de Almería. “La distancia con la costa es muy corta. Un tsunami se propaga como una onda acústica, a unos 800 km/h. Si la distancia es de cerca de 100 km, la ola llegará en un octavo de hora, es decir, en menos de 10 minutos. Un tiempo muy reducido para iniciar un aviso a la población”.
En mayo de 2021, España elaboró y aprobó el Plan de Protección Civil ante Riesgo de Maremotos. El texto constituye “un sistema de alerta ante maremotos con la finalidad de avisar acerca de la inminencia de dicha amenaza a las autoridades de protección civil y a los servicios públicos de emergencia, así como a los ciudadanos que puedan verse afectados”.
También, el Instituto Geográfico Nacional (IGN) cuenta con un Sistema de Alerta por Maremoto en España y ayuntamientos como el de Chipiona diseñan su propio plan de emergencias. La localidad gaditana ha conseguido el certificado Tsunamy Ready, un reconocimiento por parte de la UNESCO que evalúa la capacidad de reacción y la convierte en la primera ciudad española con un plan de emergencias.
Es precisamente este organismo el que hace sólo unos meses ponía el foco en el Mediterráneo. Una comisión especializada aseguraba que estudios estadísticos “muestran que la probabilidad de un tsunami por encima de un metro en el Mediterráneo en los próximos 30 años es cercana al 100%”.
Un cálculo que, como bien ha explicado Vladimir Ryabinin, secretario de la Comisión Oceanográfica (COI) de la Unesco, está basado en probabilidades. “No hay un 100 % de probabilidades de que suceda, pero estas son muy altas y tenemos que estar preparados para ello".
Las zonas con mayor riesgo identificadas serían Cataluña, la Comunidad Valenciana, la Región de Murcia y las provincias de Almería, Granada, Málaga y Cádiz.
Precisamente, el litoral oeste de Andalucía conoció los efectos de un tsunami hace ya más de 200 años. En 1755 las costas de Cádiz y Huelva sufrían los efectos del terremoto que destrozó Lisboa causando más de 2.200 víctimas. La magnitud de este seísmo de entre 8,5 y 9,5 provocó olas de 12 y 20 metros, que también llegaron a la costa de Marruecos.