A Molina de Aragón, en Guadalajara, se le conoce por ser el pueblo más frío de España. En los años 50, se llegaron a registrar los 28 grados bajo cero. Pero esta localidad tiene algo más que termómetros congelados. Es guarida de una importante colonia de abejas. De allí es Ángel Marco, quien a día de hoy completa la cuarta generación de apicultores de su familia.
Con más de 1.000 colmenas a su cargo, el productor describe una situación muy difícil para este año, con menos abejas y una falta importante de miel producida en nuestro país. “Estos últimos meses han sido los peores en 20 años”, asegura Marco, también presidente de la Asociación de Apicultores de Guadalajara. Cuenta que los hielos tardíos de abril y la sequía que aún persiste en España han debilitado enormemente las colmenas.
Las abejas, que ya atraviesan un importante declive –en torno al 37% de sus poblaciones en Europa–, han experimentado una importante falta de alimento a lo largo de este año. Como explica Marco, se nutren del polen con el que después alimentan a la cría, que será la que a su vez sustente a la siguiente generación. Lo que está ocurriendo es que “como la actual cría está mal alimentada, las siguientes van a salir más debilitadas aún”, comenta.
La consecuencia, apunta el apicultor, es que “este año vamos a tener que dedicar más abejas a la cría y la producción de miel va a caer”. Algo que ya se ha notado en “una baja de colmenas y polinizadores”, porque, por la falta de alimento, “se han quedado bastante pobres para soportar el invierno”.
Prevé, de hecho, una pérdida importante de las colonias a principios de este año, de en torno al 50%. “Siempre tenemos una pérdida de colmenas que entra dentro de lo normal, de entre un 10% y un 15%, pero ya llevamos unos años arrastrando un 30%”, asegura el apicultor de Molina de Aragón. “Depende mucho de las zonas, pero este año es más generalizado”.
Pedro Loscertales, otro pequeño apicultor de Los Monegros, en Aragón, relata la misma situación. Asegura que su cosecha de miel ha caído en torno a un 70% este año, aunque la pérdida media nacional se sitúa aproximadamente en un 50%. Aún así, es una caída dramática que va a continuar ahogando a un sector en crisis.
“Ahora tenemos más colmenas para sacar lo mismo que hace unos años”, lamenta Loscertales, y el problema es que ese truco “ya no funciona”. En este sentido, Marco añade que en España “la cabaña apícola ha aumentado en los últimos 15 años, pero la producción de miel sigue siendo la misma”. La media se mantiene entre unas 30.000 y 33.000 toneladas cada año.
Miel china por española
“No interesa nuestra miel”, lamenta Loscertales. Además de la pérdida de producción a la que se enfrentan tras un año meteorológico especialmente complicado y al aumento de costes por la crisis energética, las importaciones de miel están machacando la venta nacional de miel.
Según el último informe de COAG, “solo en el primer semestre del año entró más miel china en España que en todo 2021”. Asimismo, Portugal es otro de los países que más exporta a nuestro país. De acuerdo con los datos recopilados, las empresas españolas compraron a operadores chinos un total de 4.851 toneladas de miel a un precio medio de 1,42 euros el kilo; y a operadores portugueses, 3.642 toneladas a un precio medio de 2,08 euros el kilo.
La miel española, sin embargo, se vende más cara. Según los datos recopilados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), en la campaña de 2021/2022, la miel se mantenía en una percha entre los 3 y los 7 euros el kilo –según si es miel a granel o miel envasada–.
Desde la cooperativa denuncian que continúan las triangulaciones masivas de miel china (y de otros orígenes) hacia España. Como explican, la miel que no está comprándose por parte de la industria española directamente a China se triangula desde hace algunos años a través de otros países de nuestro entorno comunitario. Y el problema es que muchas veces se vende con marca España.
Como denunciaban hace un año la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) y COAG, existe una “maraña legislativa” creada en torno a las instituciones comunitarias y estatales para facilitar que se pueda enmascarar de forma legal el origen real de la miel.
En noviembre del año pasado, ambas organizaciones denunciaban que la miel china que sigue entrando en España se triangula a través de otros países de la UE como Portugal o Rumanía, donde se transforma y mezcla para adquirir un nuevo “Origen España”.
“La industria no compra nuestra miel”, afirma Loscertales, porque “la ley ampara realizar mezclas con nuestras mieles y poder etiquetarlas como producción española”, así que “se importa miel más barata de países como China, Ucrania, Argentina y Uruguay”.
El apicultor comenta que esto hace que mientras afrontan una subida de costes del gasoil (para el transporte de las colmenas) como de productos como el azúcar (para mantener a las abejas), los precios de venta “están bajando”. Esto mismo denuncia Marco, que asegura que “no se está comprando”.
“Cuando hay escasez, también se buscan otros mercados y al final lo que hacen es bajar nuestros precios”, asegura este apicultor de Guadalajara, que añade que “con la escasez de cosecha que ha habido tendría que haber más fluidez y no está pasando”.
El drama para la agricultura
Apicultores como Marco o Loscertales denuncian una situación alarmante que pone en peligro algo más que su sustento económico y el negocio de la miel. Como subraya Loscertales, con la pérdida de abejas, “estamos perdiendo toda la biodiversidad que se mantiene con la polinización”. El productor recuerda que “visitan miles de flores cada día”.
Es algo que ya comentaba a EL ESPAÑOL Rosa Rivero, investigadora científica en el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC), temperaturas tempranas e intensas como las de este verano, acompañadas por una falta de lluvias, impactan directamente en la agricultura.
Esa situación, comentaba la experta, “conlleva a un aborto de las flores, con lo cual la producción final se ve seriamente dañada” y repercute en la crisis de biodiversidad por la que atraviesan especies de polinizadores como la abeja. Esto impacta, por ejemplo, sobre los cultivos, porque estos insectos pueden aumentar su rendimiento hasta un 25%.
Según el informe Alimentos bajo amenaza publicado por Greenpeace, la pérdida en la agricultura de la polinización de abejas y otros insectos se traduciría en un agujero de 265.000 millones de euros anuales en todo el mundo, 22.000 millones para Europa y más de 2.400 millones de euros para España. Al final, de un proceso natural como es la polinización, depende que se fecunden las flores y den frutos y semillas.
Algo que, en cierto modo, ya se está produciendo, porque como ya ha advirtió el informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES, por sus siglas en inglés), el 40% de los polinizadores invertebrados, en particular abejas y mariposas, se enfrentan a la extinción. En Europa, al menos el 37% de las poblaciones ya están disminuyendo.
Por este motivo, es importante llegar a acuerdos como el que se alcanzó este lunes en Montreal, Canadá. Los 196 países participantes firmaron un acuerdo mundial histórico para frenar la pérdida frenética de biodiversidad y proteger hasta un 30% de la superficie del planeta para 2030.
No obstante, desde el sector ecologista, aunque se reconoce lo importante y necesario de este pacto, consideran que lo logrado “no está a la altura de lo esperado”, así que reclaman más acciones urgentes para poder llegar a limitar la pérdida de biodiversidad para 2030.