A medida que la tecnología se desarrolla cada vez más, los desechos electrónicos o e-waste, se van consolidando como un problema creciente a nivel mundial. Cada año, los consumidores desechan los relojes inteligentes y los teléfonos móviles del año pasado por el último modelo. Pese a quienes entregan sus dispositivos viejos para reciclarlos, son muchos los que optan por guardarlos o directamente tirarlos al vertedero.
El Foro internacional de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) estima que en 2022 se desecharán más de 5.300 millones de teléfonos móviles siendo alrededor de 16.000 millones la cantidad total de dispositivos en el mundo, según WEEE Forum.
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Sin duda, optar por el reciclado de estos productos puede servir en la producción de nuevos dispositivos electrónicos u otros equipos, como turbinas eólicas, baterías de automóviles eléctricos o paneles solares, claves para la transición verde y digital hacia sociedades con bajas emisiones de carbono.
Fuentes de Naciones Unidas apuntan a la importancia del Día Internacional de los Residuos Electrónicos con medidas que, sin ellas, los desechos electrónicos globales podrían duplicarse a 100 millones de toneladas o más en los próximos 30 años.
Durante la última década, el crecimiento de los desechos electrónicos generados ha sido considerablemente mayor que el crecimiento del reciclaje, por lo que es importante saber qué se consigue reciclándolos.
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Pero los móviles no es lo principal que desechamos. Por encima de estos están las lámparas LED, las lavadoras y los electrodomésticos blancos los cuales representan la mayor cantidad de desechos electrónicos por peso.
WEEE Forum apuntó que cada hogar europeo tiene 74 productos electrónicos, como teléfonos, tabletas, computadoras portátiles, herramientas para el cabello, electrodomésticos y otros dispositivos. De ellos, el hogar europeo medio conserva nueve artículos electrónicos sin usar y cuatro rotos.
Sin embargo, los desechos electrónicos no solo representan un riesgo para la salud. También contribuyen directamente al calentamiento global. Además de las toxinas, los desechos electrónicos también contienen metales preciosos y materias primas útiles, como oro, plata, cobre y platino.
La mayoría de los dispositivos desechados pueden liberar lentamente gases de efecto invernadero. Siendo alrededor de 98 millones de toneladas las que se filtran de los depósitos de chatarra cada año, el 0,3% de las emisiones globales del sector energético.
Medidas gubernamentales
En la lucha contra la obsolescencia programada, son muchos los países que han tomado medidas para poner fin a los abusos por parte del fabricante como los que también llevan a cabo los consumidores.
Desde Francia vieron el problema que generaban los residuos y pensaron en una solución para paliar la situación y promover la economía circular. El Gobierno de Emmanuel Macron decidió optar por las subvenciones para frenarlo.
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Es así que Francia abona desde este año las reparaciones de teléfonos con 25 euros y 45 para arreglar cada ordenador.
Además, se entregarán 15 euros para arreglar las aspiradoras y 30 para artículos domésticos. En 2023 podrán ser elegidos más artículos, desde freidoras hasta impresoras.
Los 410 millones de euros de subvenciones para reparaciones estarán disponibles hasta el año 2027 resultado de un impuesto a los fabricantes de nuevos bienes en los últimos dos años.
Mientras en España, este año entró en vigor la actualización de la Ley General de Defensa de los Consumidores. Con esta reforma se introducen cambios que protegen el derecho a reparar de los consumidores.
El primero es la extensión de la garantía de un producto de dos a tres años. Esto cubriría cualquier defecto de fábrica que se produjera en ese periodo.
Además, los fabricantes deben tener disponibles piezas de recambio de los productos durante 10 años después de su retirada del mercado, en lugar de cinco como hasta ahora.