Aunque a primera vista puedan parecer dos mundos completamente diferentes, la salud mental y la salud bucodental están íntimamente relacionados. Para Guillermo Fouce, profesor de psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y presidente de Psicología sin Fronteras, son dos ámbitos “tremendamente interconectados”.
La salud, tal y como recoge la Organización Mundial de la Salud (OMS), se define no sólo por la ausencia de enfermedad, sino también por el bienestar. Está compuesta por tres patas o materias: lo físico, lo emocional y lo social. “Si alguna de las tres cosas no funciona o se desequilibra, afecta a las otras”, explica Fouce.
Por tanto, la mente y los dientes son dos espacios que si no se tratan convenientemente, pueden repercutir negativamente en nuestra salud. “Hay una relación muy directa”, confirma el doctor Jaime Jiménez, director médico de la Clínica CIRO y director de implantología oral en la Universidad Europea de Madrid (UEM).
Y esto tendrá cada vez más importancia en el futuro. Según los datos de la Confederación Salud Mental España, una de cada cuatro personas sufrirá algún tipo de trastorno mental a lo largo de su vida y, para el año 2030, los “problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad”.
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Cada vez existen más estudios que confirman la estrecha relación entre la salud mental y la bucodental. Por ejemplo, según afirma un estudio publicado en Dialnet, “desde un punto de vista odontológico, la depresión mayor puedes estar asociada a un desinterés para realizar una higiene oral apropiada, una dieta cariogénica, una disminución del flujo salival, caries dental rampante, enfermedad periodontal avanzada y disestesia oral”.
Otro artículo de la Journal of the American Geriatrics Society (JAGS) va más allá y señala que la “mala salud periodontal podría contribuir al riesgo tanto de deterioro cognitivo como de demencia”, aunque reconoce que la “evidencia existente es de baja calidad y no excluye por completo la causalidad inversa”.
Enfermedad mental y dientes
Lo que sí está claro, tal y como cuenta el doctor Jiménez, es que “el hecho de estar enfermo mental hace que afecte a los dientes en varias cosas”. En primer lugar, señala, la medicación que suele tomar este tipo de pacientes es ácida, lo que hace sufrir a la capa más externa del diente, esto es, el esmalte.
Por otro lado, estos pacientes están sometidos a mucho estrés y esto “hace que estén haciendo lo que nosotros llamamos parafunciones, es decir, aprietan de forma muy brusca los dientes de tal manera que puede ocurrir dos cosas: o se estropean o se rompen”, explica el doctor. Algunos pacientes incluso llegan a perder los dientes.
Por ello, afirma el director médico de la Clínica CIRO, hay que tener cuidado con el bruxismo, ya que la sobrecarga muscular y los problemas de articulación pueden generar dolores de cabeza, faciales a nivel muscular, de cuello o de espalda.
Otro factor clave que relaciona la salud mental y bucodental según Jiménez es el de la alimentación. “Generalmente son pacientes que controlan bastante mal la alimentación y eso afecta mucho a los dientes, sobre todo cuando no se mastica bien y no se tiene una dieta equilibrada”.
El gran problema es que “son pacientes que no acuden a la consulta y, por norma general solo acuden cuando tienen dolor”. “Se une el hambre con las ganas de comer”, señala.
Entre otras enfermedades, Jiménez destaca los trastornos de conducta alimentaria (TCA) como la bulimia. El doctor explica que el ácido del vómito hace que se desgasten los dientes. “Y si se cepilla los dientes inmediatamente después de devolver, el problema puede ser incluso peor, ya que puede provocar un mayor desgaste”, añade.
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También señala el problema de los pacientes con problemas de drogadicción, especialmente, aquellos adictos a la cocaína. Muchas veces, estas personas, al ponerse la droga en las encías, su salud bucodental se deteriora notablemente. De hecho, algunos de los programas pioneros que se han hecho han sido para mejorar la salud emocional y física al mismo tiempo como, por ejemplo, "para recuperar la sonrisa en los drogodependientes”, explica Fouce.
Salud, función y estética
Si le damos la vuelta al problema, una mala salud bucodental también puede tener consecuencias en la salud mental. Y esto puede afectar en los “tres engranajes” de la boca, según explica el doctor Jiménez: la salud, la función y la estética.
En cuanto a la salud, por ejemplo, un problema de caries prolongado podría deteriorarse tanto que podría llegar a afectar al nervio. “Imagínate un paciente que está con dolores en la boca constantemente en el día a día, eso puede llevar a un momento que es desesperante”, señala.
Esto, para Fouce, puede repercutir negativamente en nuestra salud mental. “El dolor dental es uno de los más duros y más difíciles de gestionar”, explica. Al final, indica, puede acabar desequilibrando la salud social, las relaciones, el estado de ánimo y, finalmente, el estado mental.
En cuanto a la función, afirma Jiménez, los pacientes bruxomanos, que llevan una vida muy estresante o muy acelerada, pueden acabar con un mal engranaje en la boca. Para el doctor esto es como "tener la suela de un zapato muy desgastada". “Sin duda, un paciente con un mal engranaje puede afectar desde un punto de vista emocional”, afirma.
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Por último, respecto a la estética, al ser la dentadura “la tarjeta de visita que todos enseñamos”, el primer contacto en cualquier cena o acto público, un problema en la estética dental puede “acomplejar muchísimo”, crear una afectación mental, indica Jiménez. Este problema se ha notado especialmente en la pandemia, cuando las personas se han visto a sí mismas en la pantalla.
Ante todos estos problemas, el doctor cuenta que cada vez trabajan más interdisciplinariamente, esto es, con psicólogos, psiquiatras y nutricionistas. Sin embargo, señala que la prevención es fundamental y por ello recomienda asistir cada seis meses al odontólogo y, así, tener unas revisiones controladas que abarquen las tres áreas: salud, función y estética. Aunque esta última dejándola como un añadido extra.