Según las cifras oficiales, se incautaron 400 toneladas de cocaína en los últimos dos años en Ecuador. Es tanta la droga que decomisaron las autoridades del país andino que ya no saben qué hacer con ella. Y la solución imaginada no podría ser más rocambolesca: convertir la cocaína en uno de los materiales para fabricar hormigón.
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En los últimos años, el país sudamericano se ha convertido en uno de los grandes puntos de tránsito para enviar cocaína a los principales mercados como Estados Unidos y Europa. El informe más reciente de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) indica que Ecuador es el tercer Estado que más incautaciones de cocaína realiza al año en el mundo, tan solo por detrás de Colombia y EEUU.
En 2021, según la policía del país, la cantidad de drogas incautadas casi duplicó a la del año anterior con más de 210 toneladas, en su mayoría de cocaína. En 2022, las cifras se redujeron levemente, aunque se mantuvieron altas en comparación a años anteriores.
El problema de todo esto, señalaron las autoridades, es que las cantidades incautadas exceden la capacidad de los 27 almacenes policiales que existen para almacenarla antes de ser destruida.
Normalmente, la incineración a través de hornos y gestores ambientales es el método más utilizado (y seguro) para destruir la cocaína. Sin embargo, el gran volumen de incautación también ha superado con creces la capacidad de los hornos, lo que ha obligado a las autoridades a agudizar el ingenio para poder deshacerse de la gran cantidad de la cocaína incautada.
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Así, con la ayuda de la UNODC, Ecuador ha puesto en marcha un método llamado ‘encapsulamiento’, mediante el cual se convierte la cocaína en hormigón para la construcción. El procedimiento, explican las autoridades, es sencillo, ahorra costes y es respetuoso con el medioambiente.
"Nuestro enfoque fue que tomamos este proceso (encapsulación) y lo hicimos a lo grande, tal vez por desesperación de destruir las drogas", señaló Edmundo Mera, subsecretario de Control de Drogas del Ministerio del Interior de Ecuador, a Reuters.
En una planta a las afueras de la capital, Quito, en una ubicación secreta para evitar las miradas indiscretas, se pulverizan los bloques de cocaína molida y pasta de coca —el precursor de la cocaína— junto con otros desechos como el vidrio, medicamentos caducados o incluso desechos del petróleo. Después, el fino polvo resultante se mezcla con cemento, arena y agua para crear hormigón.
Rápido y efectivo
Por lo general, mediante el método tradicional —el de la incineración—, deshacerse de una tonelada de cocaína puede llevar hasta 12 horas. Sin embargo, con la encapsulación, es posible deshacerse de la misma cantidad en solo 3 horas, explicó Pablo Ramírez, director de Investigación Antidrogas de Ecuador, a Reuters.
Esto supone, por tanto, un ahorro de tiempo y costes considerable, sobre todo teniendo en cuenta los altos gastos que conlleva almacenar durante semanas o incluso meses la droga. Así, señala la UNODC, cada día se podrían encapsular 10 toneladas de cocaína, algo que llevaría cerca de dos semanas si se hiciera mediante el método tradicional.
Asimismo, para evitar la picaresca, la UNODC indica que, una vez realizado el proceso, es imposible recuperar la cocaína o que se filtre al suelo. Esto, explican, se debe a que durante el proceso de fraguado (hidratación), “el cemento reacciona químicamente con el otro material presente y forma una matriz estable, dura e impenetrable”.
El encapsulamiento ya está ayudando a liberar espacio y a reducir la aglomeración de los centros de acopio de drogas de la policía ecuatoriana. Según las autoridades, informa Reuters, unas 83 toneladas esperan ser encapsuladas próximamente.