'Responsabilidad social corporativa', 'altruismo ocupacional' y 'empleo prosocial' son términos de los que cada vez oímos hablar más en el entorno laboral. No es fruto de la casualidad, sino de una tendencia creciente −sobre todo entre estudiantes y jóvenes recién integrados en el mercado profesional− basada en el interés por repercutir positivamente en la sociedad a través del trabajo.
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Los recién graduados no solo demandan buenas condiciones salariales, sino que también buscan empleos con los que puedan "ponerse al servicio de sus comunidades y contribuir al progreso social", según ha revelado un estudio publicado por la Universidad de Harvard.
La investigación, dirigida por el profesor asistente Letian Zhang, evaluó el carácter altruista y la disposición hacia el voluntariado de los universitarios en Estados Unidos a través de una encuesta.
En esta línea, muchos estudiantes se mostraron dispuestos a trabajar en organizaciones que compartan sus valores, aunque eso pueda "implicar la renuncia a una parte de su salario". Los hallazgos contradicen la creencia habitual de que la compensación financiera es el factor que más pesa a la hora de aplicar a una oferta de empleo.
"Los graduados tienen la posibilidad de elegir no solo en base al sueldo, sino también a otros aspectos como si la organización está llevando a cabo un trabajo prosocial o no, si hay algo significativo en ese puesto o si es interesante para ellos", explica Zhang.
Los efectos del 'empleo prosocial'
El empleo prosocial es aquel que trata de promover el bien común más allá de los logros económicos. Este concepto no solo agrupa a empresas sin ánimo de lucro, sino también a aquellas que promueven prácticas sostenibles y mejoran la calidad de vida de comunidades desfavorecidas.
El problema de esta tendencia es que, con frecuencia, las empresas perciben que los trabajadores más cualificados son también los "más receptivos a los valores prosociales", y apelan a estos como justificación para ofrecer una retribución más baja a sus contratados.
Según este planteamiento, el altruismo funciona como "un bien de lujo" que aporta al puesto un valor añadido. Este tipo de empresas responden a aspiraciones personales que no pueden ser satisfechas desde empleos tradicionales, aunque todo ello se vea contrarrestado por medio de lo económico.
Los trabajos prosociales que requieren titulación pagan menos que los puestos estándares "con los mismos requisitos laborales", pero funcionan sorprendentemente bien. De hecho, las personas que trabajan en estas empresas suelen estar más motivadas y destacar por su eficiencia y productividad.
Al mismo tiempo, y aunque resulte paradójico, lo cierto es que los trabajos con impacto social contribuyen a compensar la desigualdad salarial. Pero no al alza, ni tampoco en beneficio directo de los contratados, sino compensando la brecha que existe entre universitarios y no titulados. "No es que esto sea algo que los empleadores hagan de forma consciente, pero sí que tiene este interesante efecto secundario", explica Nathan Wilmers, profesor asociado en el Instituto de Massachusetts y colaborador en el estudio.
Por lo general, los trabajadores que cuentan con un título suelen recibir una compensación salarial más alta que aquellos que no lo tienen, lo que se traduce en una brecha económica entre ambos grupos. En el caso de los empleados prosociales, a pesar de tener educación universitaria, a menudo ganan menos que otros trabajadores con su misma formación. Curiosamente, no ocurre lo mismo al comparar entre no titulados, que optan a las mismas condiciones con indiferencia del tipo de empresa en la que trabajen.
Así, la brecha salarial se compensaría "alrededor de un 5%", según revela el estudio, y podría contribuir a reducir las diferencias salariales en el mercado ocupacional a medio plazo.
El estudio llega en un momento en el que las instituciones públicas tratan de impulsar la formación de ciudadanos solidarios y dispuestos a contribuir al bienestar común. Aunque todavía persiste el debate sobre si el sector privado debería enfocarse en este tipo de prácticas, desde Harvard confían en que estos empleos puedan convertirse en una vía para paliar desigualdades y beneficiar al conjunto de la sociedad.