En el interior de Australia, a más de 2.000 kilómetros de Sídney, se encuentra Coober Pedy, un pequeño pueblo donde las chimeneas se elevan desde el suelo y grandes carteles avisan a los visitantes del peligro de los “agujeros sin marcar”. Y es que en este remoto lugar, la mayor parte de los 3.500 habitantes viven bajo tierra.
Fundada a principios del siglo XX, después del final de la Primera Guerra Mundial, Coober Pedy es conocida como la ‘capital mundial del ópalo’, una piedra preciosa muy apreciada en la joyería. El descubrimiento de los yacimientos fue casi por pura casualidad. Un joven de 14 años, Willie Hutchinson, que acompañaba a una misión de buscadores de oro, se separó del grupo para buscar agua. Acabó por encontrar un depósito de agua para dos semanas y llevaba consigo un cubo lleno de ópalos.
La ciudad se estableció formalmente en 1915 y un número sorprendente de personas estuvieron dispuestas a dejar su hogar y empezar una nueva vida en este lugar. La gran cantidad de ópalo bajo el suelo, sin duda, era un buen aliciente. Según cifras del propio gobierno, en la actualidad, Australia produce aproximadamente el 95% de todo el ópalo del mundo.
Sin embargo, el clima árido del desierto creaba una difícil situación para los nuevos habitantes. El agua y la vegetación escasean, y las temperaturas en verano alcanzan altos niveles. La solución que encontraron los nuevos asentadores fue cavar y cavar para protegerse de las difíciles condiciones, creando toda una red de viviendas, tiendas y otras facilidades.
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La ciencia les ha terminado por dar la razón. Estas casas bajo tierra no son vulnerables a las tormentas de arena, no requieren de aire acondicionado y la temperatura interior se mantiene en un constante de alrededor de 23 grados.
El nombre que le dieron a su nuevo hogar fue votado y el resultado fue Coober Pedy, que proviene de kupa-piti, un término que en aborigen significa literalmente “el agujero del hombre blanco”. Poco a poco, las excavaciones dieron lugar a una completa ciudad bajo la tierra con colegios, iglesias, hoteles, bibliotecas e incluso alguna piscina.
Hoy en día, aunque la minería sigue siendo importante en Coober Pedy, la mayor parte está ya mecanizada. Lo que sí ha quedado ha sido la apariencia post apocalíptica, algo que atrae cada vez a más turistas y también a los cineastas. En los 80, por ejemplo, se rodó allí Mad Max: más allá de la cúpula del trueno, la película que cerró la famosa trilogía apocalíptica protagonizada por Mel Gibson.
Coober Pedy para los turistas
Para los curiosos que quieran visitar este lugar, es posible. Y cada vez lo hacen más personas atraídas por la ciudad subterránea o por los preciosos ópalos. Las atracciones son varias. Los turistas que lleguen ahí pueden asistir a un servicio religioso en una iglesia ubicada a 16 metros bajo tierra, comprar un libro en la librería subterránea o realizar un tour por las casas subterráneas.
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Asimismo, la ciudad dispone de hoteles subterráneos con todas las comodidades. Por ejemplo, en el Desert Cave Hotel cuenta con bar, sala de billar, restaurante y tienda de regalos. El precio medio de la habitación por noche está en torno a los 150 dólares australianos (aproximadamente 92 euros). También hay un campo de golf nocturno, donde los golfistas utilizan pelotas que brillan en la oscuridad.
Eso sí, no es el lugar más accesible del mundo. Según explica la propia página web del Concejo de Coober Pedy, existen tres formas de llegar: en coche privado, en autobús —salen autobuses diarios desde Adelaida (viaje de 11 horas) y desde Alice Springs (8 horas)— o en avión —Regional Express Airlines (REX) opera vuelos entre Coober Pedy y Adelaide, generalmente 4 veces por semana—. Si se llega en autobús o en avión, el Concejo recomienda alquilar un vehículo, pues en la ciudad no hay ni servicio de taxis ni transporte público.