La mala salud mental es una pandemia silenciosa que recorre nuestra sociedad. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, 1 de cada 4 personas tendrán un trastorno mental a lo largo de su vida. En nuestro país, tal y como reflejan los datos de la Confederación Salud Mental España, el 6,7% de la población sufre un trastorno de ansiedad. Los ataques de pánico o ansiedad son, por tanto, problemas a los que nos podemos enfrentar alguna vez a lo largo de nuestras vidas.
En muchas ocasiones, se utilizan indistintamente sin establecer una diferencia clara. Sin embargo, existen síntomas diferentes entre ellos. Tal y como explica la psicóloga Carly Vandergriendt en un artículo para la revista Healthline, “un ataque de ansiedad tiende a ocurrir en respuesta a ciertos factores estresantes y puede desarrollarse gradualmente, mientras que los ataques de pánico pueden ocurrir de forma inesperada o abrupta”.
Para Vandergriendt, es difícil discernir cuándo se experimenta un tipo de ataque u otro, pero hay que tener en cuenta varios factores. Por ejemplo, al identificar la causa del ataque, la ansiedad suele estar relacionada con “algo que se percibe como estresante o amenazante”. Por su parte, los ataques de pánico no siempre están causados por factores estresantes y a menudo surgen de la nada.
Por otro lado, la psicóloga explica que el nivel de angustia es otro factor de diferenciación. La ansiedad puede ser leve, moderada o severa, mientras que los ataques de pánico implican en su mayoría síntomas severos y disruptivos. Así, los síntomas físicos del ataque de pánico suelen ser más intensos que los de la ansiedad.
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La velocidad de inicio también es otro indicador. Según Vandergriendt, un ataque de ansiedad puede desarrollarse gradualmente, mientras que los ataques de pánico suelen aparecer abruptamente. Por lo general, tal y como indica NHS, el servicio nacional de información de salud de Escocia, un ataque de pánico suele durar entre 5 y 30 minutos.
Entre los diferentes síntomas de un ataque de pánico están: un latido acelerado; sentirse débil, mareado o aturdido; sentir que pierdes el control; sudar o temblar; dificultad para respirar o respiración muy rápida; un hormigueo en los dedos o los labios; sentirse enfermo o tener náuseas.
Cuáles son las causas
Aunque no existen unas causas exactas de los trastornos de ansiedad y pánico, según escribe la psicoterapeuta Jayne Leonard en Medical News Today, una persona puede experimentar ansiedad o ataques de pánico debido a varios factores: estresores ambientales, abstinencia de alcohol o drogas, dolores crónicos, efectos secundarios de medicamentos, fobias, exposición a desencadenantes traumáticos o uso excesivo de estimulantes como la cafeína.
Además, indica Leonard, hay ciertas personas que son más propensas a experimentar este tipo de ataques. Entre ellas se encuentran aquellas personas que tienen antecedentes personales o familiares de ataques de pánico, los que tienen traumas del pasado, los que han sufrido eventos estresantes, aquellos que tienen otros problemas de salud mental como la depresión, el trastorno bipolar o de ansiedad.
Qué hacer ante un ataque
Si estamos sufriendo un ataque de pánico, lo fundamental para Paul Salkovkis, profesor de Psicología Clínica y Ciencias Aplicadas de la Universidad de Bath (Reino Unido), es no dejar que el miedo se apodere de nosotros. “Los ataques de pánico siempre pasan y los síntomas no son una señal de que ocurra algo dañino”, señaló a NHS Scotland.
Según el profesor, hay que coger el toro por los cuernos, como diríamos en España. Así, recomienda no buscar distracciones: “Si es posible, es importante tratar de permanecer en la situación hasta que la ansiedad haya disminuido. Y añadió: “Enfrenta tu miedo. Si no huyes de él, te estás dando la oportunidad de descubrir que no va a pasar nada”.
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Algo conveniente para superar este mal trago es tener a alguien cercano al lado. “Si tienes un ataque de pánico repentino y breve, puede ser útil tener a alguien contigo, que te asegure que pasará y que los síntomas no son motivo de preocupación”, explicó Salkovskis.
Si la respiración es muy rápida durante el ataque, también se pueden realizar una serie de ejercicios de respiración para aliviar los síntomas. Algunos de los métodos que propone la NHS son: respirar lenta, profunda y suavemente por la nariz; exhalar lenta, profunda y suavemente por la boca; contar constantemente del 1 al 5 en cada inhalación y exhalación; cerrar los ojos y concentrarte en tu respiración.
No obstante, Salkovkis advierte de que no existe una solución mágica para poner fin a los ataques de pánico, por lo que si los ataques ocurren muy a menudo, recomienda buscar ayuda médica.