El carrusel de crisis que trae la degradación sin freno del medioambiente y el avance del cambio climático ya se hace perceptible y lo hará más, si cabe, en esta década. La situación preocupa y mucho, y es una de las razones por las que se señala como una de las principales amenazas en el último informe elaborado por el Departamento de Seguridad Nacional (DSN).
Más de 240 expertos de la Administración, del sector privado y de los campos de la ciencia y la investigación añaden en su Análisis de Riesgos que los efectos de la crisis climática y de la degradación del medio natural son uno de los principales peligros para el año 2032. Es más, según los resultados derivados de la encuesta realizada a los participantes en el informe, el medioambiente tiene las perspectivas más pesimistas.
Con un 53% de probabilidades, los expertos consideran que, para dentro de 10 años, no se conseguirán implementar las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional –unos compromisos obligatorios a raíz del Acuerdo de París de 2015 sobre cambio climático– para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
De hecho, según el reciente informe del Estado del Clima Global de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la concentración de estos contaminantes está en niveles récord, son los mayores de la historia. Y, lo peor, es que, según los datos en tiempo real de ubicaciones específicas en 2022, los niveles de metano, óxido nitroso y dióxido de carbono han seguido aumentando.
De acuerdo con el informe de Seguridad Nacional, como consecuencia, la degradación ambiental antropogénica en determinadas zonas del planeta “aumentará significativamente, incrementando la inestabilidad y la inseguridad”. Un riesgo que, incluso, supera en apenas un lustro a otras amenazas más asumidas entre la población como el terrorismo o las pandemias.
Mar Hidalgo, analista del Instituto de Estudios Estratégicos (IEEE), comenta a EL ESPAÑOL que “el cambio climático está considerado como un riesgo sistémico a nivel global y de ahí la importancia de considerarlo dentro de las estrategias de seguridad nacionales”. Como explica la experta, entraña multitud de amenazas directas e indirectas, y también a nivel geopolítico.
El impacto de fenómenos adversos más frecuentes e intensos o de cuestiones como el aumento del nivel del mar o el aumento de la temperatura media global pueden afectar directamente a las infraestructuras críticas de un país, los transportes o, incluso, generar enfermedades por las amenazas vectoriales.
No obstante, no se puede olvidar que el cambio climático también agrava situaciones que ya son de por sí vulnerables, sobre todo en zonas cercanas como el Sahel. “La lucha por la falta de recursos naturales, la situación de inseguridad alimentaria, pueden exacerbar los conflictos en esas zonas y provocar movimientos migratorios, y no solo por la crisis climática, sino también por el uso insostenible que se hace de los recursos”.
El agua, fruto de conflictos
Es una cuestión que ya se está observando, de alguna manera, con la falta de agua que está sufriendo España. No es cuestión de una sequía momentánea, sino que ya existe una escasez coyuntural en ciertas zonas de nuestro país –como en la demarcación del Guadalquivir– de la que el propio Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) alerta en sus informes mensuales.
Como comentaba a este periódico Pilar Paneque, catedrática de Geografía Humana en la Universidad Pablo de Olavide (UPO) y responsable del Observatorio Ciudadano de la Sequía, en España –en particular–, nos dirigimos hacia un escenario en el que “vamos a tener menos agua disponible. Están todos los cálculos hechos. En torno a un 25%, siendo conservadores. Sabiendo esto y que hemos llevado el sistema a un momento de tensión no hay otra situación que reducir los consumos y eso tiene que ser mediante el diálogo”.
Esto es algo de lo que también avisa Hidalgo. Para la experta, “a medida que el agua escasee, podemos ver en un futuro cómo se pueden crear conflictos en torno a ella en nuestros recursos compartidos”. Algo que también se puede observar, por ejemplo, con los minerales estratégicos necesarios para la transición energética en el camino de la mitigación del cambio climático. Una problemática que acelera todo este proceso.
Según el último informe del clima de la OMM, los últimos ocho años han sido los más cálidos de la historia. Y, como recogen en el documento del DSN, las perspectivas tampoco son muy halagüeñas. En uno de los peores escenarios de calentamiento global –en el que no se consiguen reducir las emisiones de gases– el clima desértico de tipo cálido se expande hacia el norte hasta ocupar la mayor parte de la cornisa cantábrica en el último tercio de este siglo.
Lo que es cierto es que, de momento, y según el estudio de Evolución de los climas de Köpen, en España, durante el período 1951-2020, el avance estimado de los climas áridos en nuestro país es de unos 1.517 kilómetros cuadrados por año. Los climas templados y fríos, sin embargo, han retrocedido a un ritmo de 1.392 km2 y 125 km2, respectivamente. Por no hablar de que el verano, con sus altas temperaturas y olas de calor, se ha alargado unos nueve días por década desde 1980.
Por este motivo, Hidalgo insiste en que “el cambio climático y los fenómenos asociados, sí que van a ser un factor agravante en los próximos años”. Como recuerda la analista, se está viendo un cambio en los ciclos del agua, el calentamiento del Ártico está provocando cambios en las corrientes marinas que están afectando a todo el planeta, y la crisis climática “se va a notar con mayor intensidad”.
En estos momentos, la experta ve preciso no solo hablar de mitigación. “Los últimos acontecimientos en la guerra de Ucrania han hecho un efecto palanca en la introducción definitiva de energías renovables en los mix energéticos de los países”, comenta, pero “ahora también es importante la palabra adaptación”.
“El cambio en el patrón meteorológico implica unos cambios que ya estamos viendo”, apunta la analista del IEEE, por lo que hay que ver “qué riesgos suponen y qué medidas podemos tomar para adaptarnos a nivel nacional”.