Si alguna vez has presentado una solicitud de nacionalidad, sabrás lo difícil que puede ser el proceso. La ingente cantidad de documentos que hay que aportar, los engorrosos exámenes y certificaciones por los que hay que pasar y los eternos tiempos de tramitación forman parte de él. Pero en algunos países es más fácil que en otros. El Vaticano, Catar o Corea del Norte están en la lista de los Estados donde es más difícil obtenerla.
Por residencia, carta de naturaleza, descendencia, lugar de nacimiento, matrimonio… son muchas las maneras de conseguir ser nacional de un país. Pero en la mayoría de casos hay una condición indispensable: la residencia.
La manera más común por la que un extranjero puede obtener la nacionalidad de un país distinto al de nacimiento o descendencia es la naturalización, que requiere haber vivido en el país por un periodo de tiempo determinado.
Una forma algo menos convencional de obtener la nacionalidad es a través de la inversión. Esto se conoce como golden passport, un nombre que emula a los notorios visados de residencia para inversores y emprendedores o golden visas.
Este tipo de concesión de nacionalidad es muy sencilla, funciona de manera idéntica a las golden visas: el único requisito es que la persona interesada haya invertido una cantidad determinada en algún activo en el país. Donde es más fácil conseguirla es en los Estados insulares y las cantidades van de los 100.000 dólares en Antigua y Barbuda, Dominica o Santa Lucía, a los 738.000 euros —como mínimo— en Malta.
En algunos países los requisitos no se limitan a la residencia. Un ejemplo es el de Israel, que, a través de su Ley de Retorno, las personas judías pueden hacer la aliá —o retorno a Israel— y convertirse en ciudadanos del país. Esta ley también permite obtenerla a los no judíos hijos o nietos de judíos y a los casados con judíos, sus hijos o nietos, siempre que no sean practicantes de otra religión.
La Ciudad del Vaticano
En el país más pequeño del mundo, la nacionalidad no se concede a cualquier persona. A diferencia de la basada en los principios de derecho de suelo (jus solis) o de sangre (jus sanguinis), el Vaticano concede la nacionalidad sólo a quienes residen y trabajan para su oficina. Esto se conoce como ius officii.
La nacionalidad es de carácter temporal y solo la ostentan los cardenales que viven en la ciudad o en Roma, así como los diplomáticos de la Santa Sede. Se pierde cuando se termina el mandato y los descendientes de los vaticanos no pueden heredar la nacionalidad. Sin embargo, el país sí que permite la doble nacionalidad.
Hay dos maneras de conseguir la nacionalidad vaticana. Según el régimen jurídico, se puede adquirir por ley o por decisión administrativa. En el primer caso, sólo se concede a tres clases de personas: cardenales residentes, diplomáticos y residentes por cargo o servicio —incluidos los miembros de la guardia suiza—.
Por procedimiento administrativo, las personas que pueden obtenerla son los familiares de los que ya la tienen. Y esto es así siempre y cuando residan en la Ciudad del Vaticano y estén autorizados a hacerlo.
Catar
La nacionalidad solo la pueden solicitar aquellos que dominen el árabe, tengan unos ingresos estables y suficientes, hayan residido permanentemente en Catar durante 25 años y no hayan salido del país por más de dos meses consecutivos. Según Doha News, el país solo naturaliza, por ley, a unos 50 extranjeros al año.
Además, los ciudadanos naturalizados no reciben el mismo trato ante la ley que los ciudadanos nacidos en Catar, probablemente porque el país ofrece prestaciones gubernamentales muy generosas que sería costoso extender a toda la ciudadanía.
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"Es un tema muy delicado. Conceder la ciudadanía a extranjeros no es algo que goce de popularidad, sobre todo teniendo en cuenta la preocupación por la minimización de la población local", explica Zahra Babar, de la Escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown (Catar), en declaraciones a Doha News.
Bután
Esta nación asiática es conocida por medir su éxito en función de un Índice de Felicidad Nacional y no a partir de indicadores económicos, como el PIB. También es uno de los países más difíciles de visitar como turista, ya que se impone una tasa de visado diaria de 200 dólares. Lo cierto es que el país no se abrió al turismo hasta 1974, lo que hace el proceso de asimilación de las poblaciones extranjeras muy difícil.
Se necesita ser descendiente de dos padres butaneses para nacer butanés. Y si sólo uno de los progenitores es nacional del país, se puede solicitar la nacionalidad después de haber residido por 15 años. Si eres un empleado público se aplican los mismos requisitos de residencia.
Para quienes no tienen padres butaneses y no trabajen para el Gobierno, pueden solicitarla tras haber vivido en el país durante 20 años. Y esto se aplica a aquellos que cumplan los requisitos, entre los que se incluyen: debe conocer bien el idioma, la cultura, las costumbres, las tradiciones y la historia de Bután, gozar de buena consideración moral y no tener antecedentes penales en Bután ni en ningún otro país o no tener antecedentes por hablar o actuar contra el rey o el país.
Incluso si se cumplen los requisitos, el pequeño país asiático se reserva el derecho a rechazar la solicitud por cualquier razón o sin motivo alguno.
Corea del Norte
El norcoreano de origen extranjero más conocido del mundo es español y trabaja para el Gobierno del país de acogida: Alejandro Cao de Benos. En teoría, el único requerimiento para convertirse en ciudadano norcoreano es solicitarlo formalmente al Presídium de la Asamblea Popular Suprema.
Corea del Norte es el único país de Asia Oriental que permite la doble nacionalidad. Si se aprueba la solicitud, eres oficialmente un ciudadano de Corea del Norte, con todas las desventajas que lleva consigo.
Liechtenstein
Uno de los centros financieros de Europa, Liechtenstein, tiene uno de los sistemas de ciudadanía e inmigración más estrictos del continente. La manera más fácil de obtener la nacionalidad es nacer con al menos un progenitor liechtensteiniano. Si es el caso, los hijos reciben automáticamente la nacionalidad por nacimiento.
En cambio, las personas casadas con un ciudadano nacional pueden solicitar la nacionalidad tras cinco años de matrimonio y menos diez de residencia en el país. Si deciden dar el paso, tienen que renunciar a su nacionalidad anterior.
Los residentes pueden naturalizarse como ciudadanos liechtensteinianos cuando lleven al menos 30 años viviendo en el país. Y cuanto más jóvenes son los residentes, más rápido se naturalizarán: cada año de residencia por debajo de los 20 años cuenta como dos años.