El ‘agujero negro’ por el que se pierde la arena de La Barceloneta, una de las playas abocadas a desaparecer
Con los JJOO del 92 crearon playas en Barcelona que no existían y que pierden grandes cantidades de arena, un recurso escaso y costoso.
13 mayo, 2023 02:23La playa de la Barceloneta no siempre ha estado ahí. El espigón que se levantó frente a la costa de la ciudad metropolitana en el 1477 acabó creando, con el tiempo, este icono del verano barcelonés. Los sedimentos se fueron acumulando y el oleaje fue depositando la arena en esa zona. Algo parecido a lo que ocurrió, en 1992, cuando la capital catalana se convirtió en sede de los primeros Juegos Olímpicos (JJOO) celebrados en España.
Había que convertir aquella oportunidad en un revulsivo para el turismo ya instaurado en nuestro país. Pronto, aquella superficie del litoral metropolitano, hasta entonces ocupado por industrias que vertían al mar, se acabó convirtiendo en todo un refugio del sol y playa. Nacieron nuevas playas artificiales. Pero tanto estas como la de La Barceloneta tienen los días contados.
Como explica Jorge Guillén, investigador especializado en procesos sedimentarios, oceánicos y litorales en el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), “ahora tenemos todo el frente marítimo que resultó de la transformación de Barcelona en los JJOO del 92, cuando se dividió en una serie de segmentos de playa relativamente pequeños. Se regeneraron artificialmente”.
Lo que ocurrió fue que en un tramo de costa relativamente continua se fueron levantando diques perpendiculares. “Tienen forma de diapasón”, comenta Guillén. Pero también han encerrado estos ecosistemas artificiales y han creado lo que se conocen como playas encajadas. “El problema es que todos los aportes que les llegaban antes, ya no lo hacen. Los aportes naturales [de sedimentos] son prácticamente cero”, apunta el experto, y “de manera natural no pueden subsistir”.
El investigador asegura que no llega arena porque hemos controlado todos los ríos y rieras, hemos puesto embalses y urbanizado las costas. Como resultado, lo que llega al mar es mucho menos de lo que era habitual. Y cuando llega, las barreras que se ponen, bloquean estos aportes que, como apunta Guillén, “se han reducido drásticamente”.
Aunque se han realizado actuaciones para frenar esta pérdida de arena, como, por ejemplo, los diques paralelos que separaron las playas metropolitanas de La Barceloneta de la de San Sebastián, o diques sumergidos, no ha sido suficiente. Según indican a EL ESPAÑOL fuentes del Ayuntamiento de Barcelona, “desde el 2010, las playas de Barcelona han perdido una media de 30.000 m³/año”, y lo preocupante es que “esta arena no se repone”.
Como aseguran estas mismas fuentes, cuando el Puerto Olímpico draga la bocana, se utiliza la arena dragada para cubrir las necesidades de las playas más afectadas por la erosión. Lo mismo comenta el investigador del ICM-CSIC, que estima de 5.000 a 6.000 los m³ de árido que se utiliza para cubrir las necesidades más perentorias. “Son recursos propios, no aportes externos”, insiste.
Por su parte, el Consistorio señala que Barcelona hace más de 8 años que está pidiendo al Ministerio de Transición Ecológica (MITECO) una aportación de arena para las playas y también mejoras en la infraestructura de protección del litoral. Hay, de hecho, un anuncio sobre una aportación de arena en el 2024 al sur del Llobregat. Este periódico se ha puesto en contacto con el ministerio para conocer los detalles, pero no ha recibido respuesta.
La última aportación realizada data del año 2010, cuando se entregaron unos 750.000 m³ de arena con un coste de 4,5 millones de euros de inversión. Desde entonces, y como apuntan desde el ayuntamiento de la ciudad metropolitana, “la línea de playas ha retrocedido claramente y se ha perdido superficie de arena”. Según sus datos, retroceden del orden de un metro de media al año. Es decir, prácticamente se ha perdido en torno al 50% de lo que se repuso hace ya una década.
“Además, hay que tener en cuenta que el temporal Gloria, en enero de 2020, tuvo un impacto muy fuerte en el litoral de Barcelona”, apuntan desde el Consistorio. Eventos que pueden llegar a tener una incidencia y frecuencia mayores como consecuencia del cambio climático. Esto se une, además, a un incremento cada vez mayor del nivel del mar, que puede hacer que se adentre en las poblaciones hasta 30 metros.
La arena, un bien escaso en España
El verano está a la vuelta de la esquina. Y las playas son una apuesta turística y, por ende, económica. Es una de las razones por las que las localidades costeras, cuando se acerca la época estival, tratan de conseguir arena para muchas de las playas que sufren erosión. Como comenta Guillén, “el 99% tienen problemas”, porque “hemos ocupado todos los espacios”, así que “hay una demanda absoluta”.
El problema es que ese oro marrón se está agotando. Según cifras oficiales, España gasta en torno a 10 millones de euros en reponer este recurso en las playas a lo largo de sus más de 8.000 kilómetros de litoral. Detrás de esta falta de arena, se esconden varios factores que confabulan para convertir este recurso en el más explotado del mundo después del agua, según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
“La arena es un bien escaso”, asegura Guillén, y España, en particular, no es un país en el que abunde de por sí. En el caso de Barcelona, por ejemplo, “cuando nos alejamos de la playa [mar adentro], no encontramos arena, sino fango. Y esto ocurre en muchas de las costas españolas”, comenta. Donde sí se puede encontrar es mayor profundidad y mayor distancia, que es lo que se está planteando explotar ahora, pero esto incrementa los costes.
En España, además, los miles de kilómetros de litoral han supuesto una apuesta muy jugosa para el urbanismo. Como consecuencia, se ha acabado con millones de metros cúbicos de arena y se han roto muchas de las dinámicas naturales del litoral. Así, durante años, la urbanización descontrolada ha sido uno de los factores de desaparición de dunas –sistemas naturales que nos protegen de las inundaciones– y de zonas donde había mucha arena.
Además, las perspectivas en cuanto a este bien escaso tampoco mejoran. Los áridos son los materiales básicos para el hormigón, pero, con la subida de temperaturas que lleva implícito el cambio climático, se espera que se degraden más rápido. Así, para Guillén, “la regeneración de arena no es una solución”, porque es algo que se sabe que habrá que hacerlo indefinidamente.
En Málaga, por ejemplo, se ha dado el visto bueno a un proyecto conocido como Brick Beach, con el que se pretende reciclar arena proveniente de una planta de tratamiento de escombros para la playa de la Mezquitilla. Es decir, se utilizan residuos de construcción y demolición para reponer la escasez de áridos.
La economía circular, por tanto, es una de las soluciones que pueden plantearse ante los problemas que amenazan a nuestras costas. Como también los espigones sumergidos o, incluso, planes de reconversión en el litoral. Al final, la arena, como el agua, es el problema del futuro en España.