En 2004, el investigador estadounidense Dan Buettner y su equipo partieron hacia un viaje para investigar la rara peculiaridad genética de los habitantes de la isla de Cerdeña (Italia), también conocida con el sobrenombre de “hogar de los hombres más longevos del mundo”. Y es que, según señalan los investigadores, en esta isla del Mediterráneo hay un excepcional número de centenarios —la tasa es de más de 33,6 por cada 100.000 habitantes—, cifra que supera en casi diez veces a la tasa de Estados Unidos.
Si bien encontraron diversas razones de esta excepcionalidad, los investigadores dieron con un factor determinante: los residentes de esta área están culturalmente aislados y han mantenido un estilo de vida muy tradicional y saludable.
“Los sardos todavía cazan, pescan y cosechan los alimentos que comen. Permanecen cerca de amigos y familiares durante toda su vida. Se ríen y beben vino juntos”, señala Buettner en su libro The Blue Zones (National Geographic, 2008), donde publicó y explicó los resultados de su estudio.
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Una zona azul
La isla de Cerdeña es, junto con otros lugares del mundo como Okinawa (Japón), Nicoya (Costa Rica) o Icaria (Grecia), una 'zona azul’, tal y como lo denominó Buettner. Con esta idea, recoge básicamente un estilo de vida y unas condiciones medioambientales que favorecen la longevidad. Esto es, el elixir de la vida que tantos han buscado a lo largo de la historia.
Los factores genéticos tienen mucho que ver con el secreto de la longevidad de todas estas poblaciones identificadas por Buettner, pero en su estudio también descubrió que había toda una serie de factores adicionales que podrían favorecer una vida más larga y, sobre todo, saludable.
Tras reunir a un equipo de investigadores médicos, antropólogos, demógrafos y epidemiólogos para estudiar estas 'zonas azules', Buettner descubrió que existían hasta nueve denominadores comunes entre todas estas regiones. Entre ellas se encuentran vivir en entornos que favorecen el ejercicio físico o la priorización de las relaciones familiares.
La dieta de los sardos
La dieta clásica de los habitantes de Cerdeña se basa principalmente en los productos de origen vegetal. Según el estudio de Buettner y su equipo, la principal fuente de alimentación de los sardos son los cereales integrales —especialmente la cebada—, que constituyen el 47% de la dieta.
Además de ello, la dieta consiste en un 26% de lácteos —esencialmente leche de oveja y cabra—; un 12% de verduras; un 5% de carne, pescado y pollo; un 4% de legumbres; un 3% de azúcar añadido; un 2% de grasa añadida; y un 1% de frutas.
Los sardos comen también tradicionalmente queso pecorino elaborado con ovejas alimentadas con pasto que tiene un alto contenido de ácidos grasos omega-3. Y la carne, se reserva principalmente para las ocasiones especiales y para los domingos.
Otras causas de longevidad
Entre otros factores que contribuyen a la longevidad de los sardos están los fuertes vínculos familiares. Según descubre Buettner en su libro, los valores familiares de Cerdeña ayudan a que todos los miembros de la familia se vean atendidos. Y las personas que viven en “familias fuertes y saludables sufren tasas más bajas de depresión, suicidio y estrés”, señala.
Finalmente, una de las causas más llamativas que descubrió el investigador estadounidense fue el consumo moderado del vino de los sardos, que suelen tomar una o dos copas de vino tinto al día. Según este, el vino cannonau —el típico de la isla— tiene dos o tres veces el nivel de flavonoides —que ayudan a limpiar las arterias— que otros vinos.