Según la ONU, la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo. "Actualmente compramos, de media, un 60 % más de ropa que hace una década, y tiramos esa ropa tras haberla utilizado una media de solo diez veces. Por lo tanto, el modelo es totalmente insostenible y debemos buscar opciones que alarguen la vida de los productos y fomenten la economía circular", apunta Neus Soler Labajos, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.
¿A qué se debe? "Desentenderse de unos procesos de producción baratos y perjudiciales para el medioambiente y apostar por una producción lenta es complicado en un mundo en el que se prioriza el consumo rápido por encima de las necesidades reales de los consumidores y del planeta", aclara Natalia Fernández, CEO de la marca de ropa sostenible y holística nacida en Asturias Wanderlove.
Por ello, impera el greenwashing o esta hipocresía verde que caracteriza a muchas marcas: según datos de Google Cloud, casi 6 de cada 10 ejecutivos admiten haber exagerado o no comunicado de forma exacta sus actividades en favor de la sostenibilidad. Tal y como afirma Fernández, "en ocasiones muchas marcas que se autodenominan como sostenibles, olvidan algo muy importante y que debería ser la base bajo la que producen y venden: el amor y respeto por la naturaleza".
En este sentido, "la ropa de segunda mano es una forma eficaz de reducir el impacto ambiental al evitar la fabricación constante de textiles y los recursos necesarios para su producción, que terminan acumulándose en vertederos", explica la plataforma de venta de ropa de segunda mano Micolet.
Cada vez son más las marcas y las plataformas que sí que tienen un compromiso con la naturaleza y lo demuestran con acciones reales. Por ejemplo, gracias a su novedoso método de consigna, con el cual el vendedor no necesita ni siquiera desplazarse de su domicilio para poner la prenda a la venta, Micolet salva una media de 150.000 prensas al mes, ahorra 4 millones de litros de agua (lo equivalente a 20 millones de duchas) y logra evitar mensualmente la emisión de más de 697.900 kg de CO2 (lo equivalente a más de 1,7 millones de coches eliminados de la circulación).
En todo caso, "los consumidores tienen en cuenta ahora valores de marca que antes solían ignorar, como, por ejemplo, qué materiales se emplean para producir la ropa, cuál es la procedencia de los proveedores o bien el vínculo que la marca tiene con la naturaleza", añade la experta. Statista calcula que este 2023 el tamaño del mercado de la ropa de segunda mano alcance los 141 millones de dólares estadounidenses mundialmente. El mismo informe apunta que, de aquí a tres años, en 2026, este tamaño de mercado alcance los 218 millones.
Desde ENCLAVE ODS, recordamos tres motivos claves por los que apostar por la ropa de segunda mano.
1. Reducción de residuos
Comprar ropa de segunda mano permite limitar el uso de recursos naturales. Hacen falta más de 2.000 litros de agua para fabricar una camiseta de algodón. En este sentido, el algodón y lino orgánicos (cultivado con semillas naturales, sin pesticidas ni químicos) se presentan como opciones más sostenibles, al igual que el Piñatex® o el cáñamo. Este "destaca por ser naturalmente resistente a las plagas y enfermedades, requiriendo así un mínimo uso de agua y fertilizantes en su cultivo, y reduciendo a la vez su impacto medioambiental", según explica MUJI, quien ha desarrollado su última línea en este sentido.
2. El coste humano es menor
Aunque el precio de una prenda dependa de varios factores, uno de los que justifica potencialmente uno elevado puede ser el coste de la mano de obra. El escándalo del Rana Plaza (un edificio de fabricación de prendas se derrumbó el 24 de abril de 2013 en Savar, un distrito de Daca, capital de Bangladés, provocando la muerte de 1134 personas) arrojó luz sobre las condiciones de trabajo de los obreros en el sector textil.
Comprar ropa de segunda mano permite limitar la producción masiva de prendas, que suele exigir un ritmo de trabajo que no respeta los derechos humanos. Algunas firmas, como la francesa Maison Cléo, decidió ser totalmente transparente sobre la confección de sus prendas. Detalla en las etiquetas el coste real de cada paso.
3. Es más económico
Además de ser una acción natural y humana favorable, supone una reducción de coste para el propio consumidor. Las tiendas de segunda mano suelen vender prendas a un precio que puede llegar a ser un 80% inferior al de venta, en su estado nuevo.
"Sin duda, la crisis económica actual y la inflación son dos de las razones que se suman a la corriente de defensa de la economía circular que en los últimos años se está extendiendo", apunta Jiménez-Zarco. Hoy, menos del 1% del material utilizado para producir ropa se recicla en "ropa nueva", lo que representa una pérdida de más de 500.000 millones de dólares en la industria debido a la falta de reciclaje y de la ropa que se tira en vertederos cada año, según datos de la Fundación Ellen MacArthur. Es en este punto en el que la economía circular podría también ayudar al planeta.