Las piscinas son lugares que albergan muchos recuerdos. Esas tardes en las que, cuando éramos niños, saltábamos infinitas veces hasta que caíamos rendidos por la noche. O, más tarde, celebrando esas barbacoas con los amigos y alargando la tarde hasta bien entrada la noche.
Sin embargo, los tiempos están cambiando. Cada vez somos más conscientes de que hay que hacer un uso responsable del agua, sobre todo teniendo en cuenta que muchas regiones de España se encuentran en una situación de restricción en el uso de agua, por unos niveles hídricos bajos. Y es que, como explica Samuel Lara, jefe de producto de piscinas de Leroy Merlin, “lo que la hace sostenible es el uso que se le da”.
Una de las principales acciones que podemos acometer para mejorar la sostenibilidad de las piscinas, señala Lara, es no vaciar el agua de las piscinas en invierno. En este sentido, el experto recomienda realizar un tratamiento de invernaje para que esa agua pueda “aguantar perfectamente toda la campaña de invierno y ser un agua útil para la siguiente temporada”.
Otra cuestión a tener en cuenta durante el periodo estío es el de la evaporación del agua debido a las temperaturas más altas. En este caso, señala, es recomendable adquirir cubiertas de verano para evitar rellenar más de lo necesario la piscina. Con este simple gesto, podremos reducir de forma considerable la cantidad de agua que consumimos.
Piscinas de sal
Una tercera pata de la sostenibilidad de la piscina tiene que ver con el uso de productos naturales frente a los químicos para desinfectar el agua. Al igual que somos más conscientes en nuestra forma de alimentarnos —reduciendo los azúcares o las grasas saturadas, por ejemplo—, cada vez más personas consideran opciones alternativas y, por lo general, más saludables a las tradicionales piscinas de cloro.
Una de las más extendidas es la desinfección mediante un clorador salino, un aparato que se utiliza para desinfectar la piscina, en la que previamente se ha añadido una proporción de cinco kilos de sal por metro cúbico de agua. Este artefacto transforma el agua con sal mezclada, mediante un proceso químico, en cloro gaseoso, que es un aporte de desinfectante para la piscina completamente inocuo y natural.
“Es una de las soluciones más sostenibles que hay”, afirma Lara. Las ventajas de este proceso, en comparación al sistema tradicional de cloro, son múltiples. Por un lado, tiene un aspecto medioambiental. Al utilizar sal, se evita el vertido de productos químicos una vez se vacíe la piscina. Y, esto, puede evitar una contaminación innecesaria de las aguas.
Por otro lado, explica Lara, el uso de este sistema tiene un impacto directo sobre nuestra propia salud, ya que este tipo de tratamiento de desinfección es mejor para la piel, para la irritación de los ojos o para el desgaste que pueda surgir en el tejido de los bañadores.
Además, el coste de esta transición no es excesivamente elevado, por lo que ser sostenible mientras disfrutamos de un chapuzón en verano no tiene por qué suponer un gran gasto para nuestro bolsillo. De hecho, según datos de Leroy Merlin, el 25% de las piscinas enterradas que existen en España ya disponen de equipos de cloración salina.
En cuanto a los datos de piscinas elevadas, no existen datos que cuantifiquen esta implementación, pero recuerda el experto que esta solución no sólo está disponible para las piscinas enterradas, sino que también es posible aplicarlo en las piscinas elevadas.