Las elevadas temperaturas alcanzadas en junio se cobraron la vida de un hombre de 47 años en la localidad sevillana de Aznalcóllar. Los termómetros marcaban ese 26 de junio más de 40 grados, unos niveles insoportables. Sobre todo para alguien como él, que aquel día trabajaba a pleno sol, arando sus olivos en una finca familiar.
Como confirman desde la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) a este periódico, aquel episodio de temperaturas extremas no formó parte, como se anunció, de ninguna ola de calor.
"La supuesta ola de calor de finales de junio que afectó a Extremadura y Andalucía no cumplió con los criterios estrictos de extensión y continuidad temporal para ser acreditada como tal, y las alertas naranjas y rojas no afectaron al mínimo de territorio exigido ni duraron tres días como mínimo", explican. De hecho, añaden que "hasta el momento, aún no ha hecho calor en serio y es de esperar que vengan días más calurosos".
Con estos datos sobre la mesa, desde la AEMET afirman que "la siguiente será la primera ola de calor" del verano. Como recoge la última nota informativa difundida por la agencia, una dorsal situada al este de la Península, sobre las costas del norte de África, está dando lugar a la entrada de una masa de aire muy cálido y seco, de origen sahariano, sobre el Mediterráneo. Por tanto, se espera que en los próximos días se acerque hacia el este y sur de nuestro territorio, lo que dará lugar a un episodio de altas temperaturas –superiores a 40 grados– que puede ir acompañado de calima.
En cualquier caso, desde la agencia dejan claro que al menos de momento no hay nada excepcional, pero hay que seguir monitorizando el verano porque "aún queda mucho por delante". Desde la agencia recuerdan que en la Península la canícula -el periodo del año en que es más fuerte el calor- se asocia a la segunda mitad de julio y primeros 10 días de agosto. Por ello, esos días más calurosos podrán alternarse con episodios de refrescamiento temporales.
No obstante, a las condiciones propias de la época estival se suma un ingrediente ineludible: el calentamiento global. Las temperaturas a nivel mundial son cada vez mayores y eventos como las olas de calor se vuelven cada vez más frecuentes e intensos. Sobre todo en nuestras latitudes, donde se pronostican mayores sequías y temperaturas mucho más elevadas de lo normal.
Es algo que se está observando cada vez más. Por poner un ejemplo, desde el 2011 hasta el 2022, en los meses de junio hemos tenido una ola de calor cada dos años, mientras de 1975 a 2010 sufrimos una cada siete. Es decir, se ha triplicado su frecuencia. Y parecido ocurre con las noches tropicales -con mínimas superiores a 20 grados-, que "la tendencia es a aumentar en número. Y comienzan a aparecer noches tórridas -con mínimas superiores a 25 grados- de manera más frecuente".
Hacia "territorio desconocido"
El pasado lunes, los Centros Nacionales de Predicción Ambiental de Estados Unidos apuntaron que el mundo había alcanzado 17 grados, la mayor temperatura media global jamás registrada. Sin embargo, desde la AEMET se mantienen prudentes con esta información. Explican que "hace referencia a un análisis de la temperatura global utilizando una simulación numérica específica (reanálisis). No corresponde a datos de observación puros. Debe de ser validada con otras fuentes de datos para poder ser homologada".
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Lo que sí se ha podido conocer hoy son dos récords dados a conocer por el boletín mensual del Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S). En junio, tanto las temperaturas de la superficie del mar como las del aire fueron las mayores jamás registradas.
En lo que tiene que ver con los océanos, las mayores anomalías se observaron en el Atlántico norte, donde las temperaturas fueron "excepcionalmente cálidas" y estuvieron causadas por una combinación de circulación anómala a corto plazo en la atmósfera y cambios a largo plazo en el océano. Asimismo, se registraron olas de calor marinas extremas en Irlanda, el Reino Unido y el Mar Báltico y el fenómeno de El Niño -que aumenta las temperaturas- siguió fortaleciéndose sobre el Pacífico oriental tropical.
Como explica Carlo Buontempo, director del Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S), "estas condiciones excepcionales en el Atlántico norte resaltan la complejidad del sistema terrestre y nos recuerdan la importancia de monitorear el clima global casi en tiempo real. La interacción entre la variabilidad local y global junto con las tendencias climáticas es esencial para gestionar mejor los riesgos y diseñar políticas de adaptación eficientes".
Es más, según reconocen desde Copernicus, "ya hemos entrado en territorio desconocido debido a las condiciones excepcionalmente cálidas en el Océano Atlántico norte".
Por otro lado, la temperatura del aire en superficie también marcó un récord en el último mes. Este junio fue el más cálido a nivel mundial, con unos 0,5 grados por encima del promedio de 1991-2020. Estos niveles superan a los de junio de 2019, el récord anterior, por un margen sustancial.
Especialmente, este calor se experimentó en el noroeste de Europa, pero también en partes de Canadá, Estados Unidos, México, el este de Australia y Asia fueron significativamente más cálidas de lo normal. De hecho, ahora mismo, en China persiste una alerta por una ola de calor que lleva asfixiando al país desde hace varios días.
Como recuerdan desde la AEMET, el último informe de la OMM deja claro que estas temperaturas extremas a nivel mundial se deben a dos factores: por un lado, el cambio climático por causas antropogénicas y, por otro, el fenómeno de El Niño.
Es decir, la temperatura media mundial en 2022 se situó 1,15 [1,02 a 1,28] grados por encima de la media del período 1850-1900. El período comprendido entre 2015 y 2022 fueron los ocho años más cálidos de los que se tiene constancia, según los registros instrumentales desde 1850. 2022 fue el quinto o sexto año más cálido. Y ello a pesar de tres años consecutivos de enfriamiento a causa de un “episodio triple” de La Niña, algo que solo se ha producido en tres ocasiones en los últimos 50 años.
Pero, además, el fenómeno de El Niño calienta las aguas del Pacífico tropical y añade un plus de calor al planeta. Según la OMM, en previsión de que se repitiera un episodio de El Niño, un informe de la agencia de Naciones Unidas publicado en mayo predijo que había un 98 % de probabilidades de que al menos uno de los próximos cinco años y el quinquenio en su conjunto fueran los más cálidos jamás registrados, superando así el récord alcanzado en 2016, cuando se produjo un episodio excepcionalmente intenso.
En el informe, de cuya elaboración se había encargado la Oficina Meteorológica del Reino Unido junto con asociados de todo el mundo, se afirmaba asimismo que existía un 66 % de probabilidades de que la temperatura media anual del planeta cerca de la superficie entre 2023 y 2027 superara temporalmente en 1,5 grados los niveles preindustriales durante al menos un año. Es decir, el límite considerado seguro.
No obstante, como recordaba Chris Hewitt, director de la Sección de Servicios Climáticos de la OMM, “esto no significa que en los próximos cinco años vayamos a superar el nivel de 1,5 grados especificado en el Acuerdo de París, porque el acuerdo se refiere al calentamiento a largo plazo durante muchos años. Sin embargo, supone otra llamada de atención, o una alerta temprana, de que todavía no estamos avanzando en la dirección correcta para limitar el calentamiento de acuerdo con los objetivos fijados en París en 2015 para reducir sustancialmente los efectos del cambio climático”.