"Hay muchas maneras de fabricar tableros para muebles", asegura Josefina Garrido, Directora de I+D del Centro Tecnológico del Mueble y la Madera de la Región de Murcia (CETEM) por videollamada. A priori, esta afirmación haría dudar a los más escépticos: "Los tableros o son de madera o no son", pensarán. Pero esta institución, referente en materia de innovación sostenible, a través del proyecto AGROMAT, ha logrado "investigar la potencialidad de extractos de subproductos de la industria agroalimentaria para su implementación en la fabricación de materiales para el sector de mobiliario".
Para fabricar tableros y otros elementos que se utilizan en el mobiliario, "lo que hacemos es un estudio de ecodiseño". Y lo primero es desgranar los materiales de los que está compuesto el mueble. "¿Qué materiales que se utilizan para fabricar un sofá?" se preguntan. El agua, la guata, la espuma, la madera, el texil... "Sabiendo sus elementos, vamos a intentar fabricar cada material de la manera más sostenible", señala Garrido.
Un mundo con cada vez menos recursos, la acumulación de residuos o la contaminación medioambiental son algunas de las razones que han empujado a este centro de investigación aplicada a dirigir sus esfuerzos a crear materiales más eco-conscientes.
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De hecho, la sostenibilidad de los materiales del mobiliario es uno de los reclamos de la sociedad española. En la encuesta Homes of the Future de HomeRadar, publicada en noviembre de 2022, los españoles estaban entre las ocho nacionalidades encuestadas que apuestan por un cambio de paradigma hacia la circularidad de los muebles.
En este sentido, Garrido destaca que desde el departamento de biotecnología, intentan fabricar materiales que sean, "sostenibles" y que "favorezcan la economía circular". Solo así se podrá lograr una simbiosis industrial que permita aprovechar los residuos que genera la industria agrícola, adaptándose a la industria 4.0.
Lo que queda de la materia prima "a veces se utiliza para dar de comer al ganado o producir piensos", señala Garrido. Pero, al tratarse de actividades estacionales, la cantidad de desechos que se aprovechan es reducido, alrededor del 10%. El resto, se solía quemar. A menudo, explican, se abandonan en el campo y esto "supone la propagación de plagas y enfermedades que luego terminan llegando a nuestros ríos o que provoquen incendios". Pero ahora, los centros de innovación tecnológica "están intentando aprovecharlos para hacer tableros", añade.
En Jaén, la Fundación Andaltec I+D+I Centro Tecnológico, a través de su proyecto LIFE Comp0live, está aprovechando los residuos del olivar para fabricar biocompuestos que se puedan utilizar para la fabricación de componentes de automoción, muebles de exterior y doméstico, entre otros. Y, en Valencia, el Instituto Tecnológico Metalmecánico, Mueble, Madera, Embalaje y Afines (AIDIMME), está implementando un proyecto similar para fabricar eso-tableros con materiales sostenibles.
De la mano de los centros de I+D, las empresas del sector del mueble —y sobre todo las pymes— están apostando por el ecodiseño para ajustarse las regulaciones medioambientales. "No solo en sus productos del agro, también en productos textiles o plásticos. Esto es, sin duda, el futuro". "De aquí a cinco años, una cantidad importante de los tableros que se fabriquen, serán más eco-sostenibles", estima Garrido.
Tres líneas de trabajo
En el proyecto AGROMAT, este centro de innovación tiene tres líneas de trabajo: los tableros, los tintes y los adhesivos.
Después, se vio cómo se pueden aprovechar los residuos de la industria agrícola para la fabricación de estos materiales. "Las cáscaras de la naranja, el pimiento y el tomate se utilizaron para obtener un pigmento natural", señala Pilar Muñoz, técnico del área de Materiales, Adhesión y Polímeros del CETEM.
Por otro lado, "a partir de los restos de alcachofa, los rastrojos de la uva y las cáscaras de arroz se han fabricado tableros y adhesivos", destaca Muñoz. La lignina, un polímero que se encuentra en la alcachofa, puede aprovecharse para desarrollar adhesivos. Mientras que los residuos de la uva y del arroz se emplean para crear tableros de fibras.
En la región de Murcia, que es donde se ha llevado a cabo la iniciativa y la que ha financiado el proyecto AGROMAT, a través del Instituto de Fomento de la Región de Murcia (INFO), se han logrado aprovechar 60.000 toneladas de residuos de alcachofa, 65.000 de cítricos (naranjas y limones) y 70.000 de raspajo de uva.
Rendimientos viables
En palabras de Garrido, AGROMAT propone "caracterizar los subproductos orgánicos del sector de transformados vegetales y desarrollar protocolos de extracción de diversos mediante el empleo de tecnología no agresivas con el medio ambiente, con rendimientos económicamente viables".
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Asumir el coste de desarrollo de nuevas técnicas de fabricación de productos a partir de materiales sostenibles no es algo que puedan hacer todas las empresas. En este sentido, las pymes parten con desventaja. Pero los centros de I+D están precisamente para eso: poner al alcance del mayor número de empresas estas tecnologías.
Si bien en el corto plazo, los costes pueden parecer elevados, "al final te sale más rentable el utilizar este tipo de tecnología que pueden reciclar y dar una vida a tu materia prima", señala Muñoz. Y recuerda que los recursos no son ilimitados.
Adhesivos naturales
"El adhesivo es una nuestra línea más fuerte", aseguran Garrido y Muñoz. El CETEM ha desarrollado 18 proyectos dedicados al desarrollo de materiales adhesivos y polímeros y uno de ellos sigue en curso.
En el finalizado proyecto AGROMAT insisten en que el adhesivo "es la parte más importante, la que dota de integridad al mueble y lo compacta". Muñoz, especialista en este tipo de materiales, explica que se intenta que cada vez sean más 'bio': "Intentamos obtener un adhesivo natural para agregar al producto final".
Un ingrediente muy utilizado en la fabricación de los adhesivos ha sido el formaldehído. Esta sustancia química, que se extrae por oxidación catalítica del alcohol metílico, es un agente cancerígeno. En 2009, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), un órgano que forma parte de la OMS, consideró que había suficiente evidencia de la carcinogenicidad del formaldehído en los seres humanos. Y concluyó que puede cáncer nasofaríngeo y leucemia.
Además, este tipo de adhesivos (urea-formaldehído melamina-formaldehído o fenol-formaldehído), debido principalmente a su alta toxicidad, inhiben la biodegradabilidad de los tableros contrachapados, de partículas y de densidad media —tres tipos de tableros muy utilizados—.
"Como la normativa es cada vez más estricta con el uso del formaldehído, tratamos de fabricar adhesivos que no lo contengan", explica Muñoz. Y lo mismo se está viendo con los diisocionatos, que, "se están regulando lentamente". Otra de las regulaciones que se están impulsando a nivel comunitario y nacional es la definición de un sistema de ecoetiquetado común. "Las herramientas políticas, legales e impositivas nunca son bien vistas por las empresas, pero son necesarias", explica Garrido.
Pero se muestra optimista: "Las empresas ya están muy mentalizadas de que es necesario pasar de un sistema lineal a uno circular".