Más allá de moda y belleza, el perfume es sostenibilidad, en concreto sus esencias: sostenibilidad medioambiental por su impacto positivo en la biodiversidad y la compensación de la huella de CO2. También sostenibilidad social, por los puestos de trabajo que genera. Y de buen gobierno, por convertir a España en líder de esencias como el tomillo, de la que la industria depende al 100%.
Cuando hablamos de la sostenibilidad en la belleza es importante mostrar que desde la industria del perfume los ingredientes naturales generan un valor incalculable. “No solo en términos económicos, sino también para las comunidades que los cultivan”, explica Dominique Roques, experto buscador de recursos naturales para las mayores empresas de fragancias y aromas. Y añade: “Si no hacemos el esfuerzo de apoyarlos, esas materias primas, su legado y las tradiciones que representan dejarán de existir en un futuro”.
El perfume genera en España 23.000 empleos directos en zonas rurales. Como explica Val Díez, directora general de Stanpa y vicepresidenta de la Academia del Perfume, “el impacto positivo de las esencias es mayor que las empresas que lo producen, pues la cadena de valor va desde el trabajador del campo hasta nuestros hogares”. Destaca así la labor de los agricultores como pieza clave en el desarrollo y producción de las 1.400 toneladas de aceites esenciales que producimos en España.
[La dicotomía hombre/mujer en la cosmética y el 'skincare': ¿Una cuestión de género o de 'marketing'?]
Apostar por las esencias, además de mejorar la vida de las personas, significa impactar en positivo en nuestra biodiversidad.
Distintas plantas aromáticas subsisten en nuestra geografía gracias a su producción y recolección para la industria cosmética. Un universo de belleza y naturaleza con 72.000 hectáreas de cultivos y plantaciones tan relevantes como el limón de Levante y Murcia, la lavanda de Castilla-La Mancha o Castilla y León, o la jara de Andalucía, cuya continuidad supone un impacto positivo en las zonas rurales de la España despoblada.
Como muestra, podemos afirmar que nada tenemos que envidiar a los limones de Calabria. Los nuestros, cultivamos para perfumería, combaten el cambio climático y nos posicionan como líderes con 50.400 hectáreas y 15 millones de árboles que “captan más de 300.000 toneladas de CO₂ al año”, explica Antonio Hernández, director de Sostenibilidad de la Asociación Interprofesional de Limón y Pomelo (AILIMPO), que destaca la calidad y sostenibilidad del limón español.
Somos el primer exportador europeo de aceite de limón y segundo país productor mundial tanto de limón como de su aceite esencial. Además, contamos con una variedad única en el mundo, la verna, que tiene un importante valor emergente para la perfumería junto a la variedad fino.
Además, somos líderes mundiales en la producción de romero y de tomillo. “Su producción de gran calidad proviene principalmente de la limpieza de montes y de la recolecta silvestre más que del cultivado, y emplea a muchos temporeros”, desvela Jordi Calonge, CEO de la compañía de esencias Ernesto Ventós, S.A.
Y tampoco tenemos que envidiar a las lavandas de Francia. A lo largo de nuestra península existen campos de lavandinas y lavanda que son destilados al final del verano. Las principales variedades de lavandina son la super y la abrialis, pero hay muchos otros genotipos adaptados a nuestra tierra. Son cultivos con grandes extensiones, bien organizados y mecanizados, y que pueden competir con los grandes productores mundiales como Francia y Bulgaria.
Estas tres aromáticas son las de mayor producción y comercialización, pero España cuenta también con muchas otras variedades apreciadas, que contribuyen a ampliar la paleta de perfumistas y aromistas en un sentido muy positivo. Entre ellas, cabe destacar la mejorana, el hinojo, el hisopo, el ciprés, el cade o la salvia.
Cultivos más productivos que los del cereal y respetuosos con la tierra y nuestro bienestar, pues no emplean pesticidas ni fertilizantes; cultivos que, a su vez, “mantienen la identidad mediterránea como elemento diferencial”, destaca Ramón Monegal, perfumista de cuarta generación, para quien estas esencias siempre están presentes en sus creaciones, pues nos conectan con nuestros orígenes, al igual que el olor del mar.
Juliana Navarro Rocha, Investigadora del Departamento de Ciencia Vegetal del CITA (Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria del Gobierno de Aragón), ha realizado una radiografía de las aromáticas en España: “el sector productivo está creciendo gracias al aumento de demanda de la industria de estos ingredientes y sus características endógenas que las hacen muy competitivas en los mercados internacionales”.
En este sentido, estamos en crecimiento: en 2022 exportamos cerca de 7.000 toneladas de aceites esenciales de aromáticas a Francia (13%), Italia (12%), Alemania (10%) y Reino Unido (7%); de estas ventas, el 15% corresponde a los aceites puros (no sintéticos). A su vez, se importaron 7.200 toneladas de países como China (18%), Brasil (17%), Francia (11%), Indonesia (9%) o India (9%).
La jara, una oportunidad sostenible
La recolección sostenible de la jara es el nuevo reto para la industria. La recolección de jara utilizada en perfumería (Cistus Ladanifer o jara pringosa) es actualmente solo un 4% de la existente. “Un ingrediente que crece salvaje y difícil de dominar, con una gran riqueza y complejidad que aporta diferentes matices olftativos”, explica Nuria Cruelles, perfumista de Loewe y académica de número de la Academia del Perfume Sillón Narciso.
Aumentar la recolección de este ingrediente autóctono, con siglos de historia asociada a municipios pequeños enclavados en terrenos forestales, significaría aumentar la población en zonas de la España vaciada e impactar en positivo en el medio ambiente.
María Lavao, Sourcing Project Manager en Givaudan Albert Vieille explica la labor de los jareros desde su propia experiencia en los campos de Huelva: “El trabajo de recolección de la jara beneficia al monte, porque retiramos esta materia prima cuya resina puede ser combustible en caso de incendios en el campo”.
Los restos que no se usan para extraer esencias se usan para generar biomasa como, por ejemplo, en forma de pellets”. En términos de impacto socioeconómico, Lavao resalta que “cada jarero puede recolectar entre 500 y 800 kilos de jara al día y, gracias a la perfumería, sus condiciones económicas han mejorado, ya que son la base de la cadena de valor de la industria”.
Un propósito mayor que el de oler bien con un perfume, es que el perfume brinde aire limpio. Definitivamente, apostar por fragancias con esencias naturales made in Spain nos sostiene con bienestar medioambiental y social gracias a la compensación de CO2 de los cultivos, los puestos de trabajo que genera y mantenernos cómo líderes del mercado.