Agricultoras en un campo de arroz en Tanjungsari (Indonesia).

Agricultoras en un campo de arroz en Tanjungsari (Indonesia). Algi Febri Sugita EP/Zuma

Historias

El precio del arroz se dispara por el clima extremo: India ya restringe su exportación y Tailandia pide crear un cártel

Las condiciones meteorológicas adversas y la guerra de Ucrania han afectado a la disponibilidad de este cereal en el mundo. 

22 julio, 2023 02:24

El mercado mundial del arroz registrará su mayor déficit en dos décadas en 2023, según publicó un informe de la consultora Fitch Solutions publicado el pasado mes de abril. Esta carencia global, tal y como pronostica el documento para la temporada 2022/2023, podría alcanzar los 8,7 millones de toneladas. Sería el mayor déficit de arroz desde la temporada 2003/2004, cuando hubo un déficit de 18,6 millones de toneladas.

Las consecuencias ya se están empezando a notar. India, el principal exportador de arroz del mundo y que acapara el 40% del comercio global de este cereal, prohibió en septiembre del año pasado las exportaciones de arroz partido y ya está debatiendo si restringir la exportación de todo el que no sea basmati. Tailandia, el segundo exportador mundial, ya ha tenido conversaciones con Vietnam, el tercero, para tratar de influir en los precios internacionales del arroz. 

Las difíciles condiciones climáticas del último año han tenido un gran impacto en este cultivo, especialmente en Asia, continente que acapara el 90% de la producción mundial de este cereal, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés). 

En el caso de la India, “las lluvias monzónicas por debajo del promedio en 2022 redujeron la producción general", por lo que "el gobierno ha querido garantizar un suministro interno suficiente limitando las exportaciones”, explica Paul Teng, investigador sénior adjunto en la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam de la Universidad Tecnológica de Nanyang (NTU) en Singapur. 

Pakistán ha sido otro de los países en los que la inclemencia del tiempo ha terminado por afectar a la producción de arroz. Este país de Asia meridional, que representa el 7,6% del comercio mundial de este alimento, experimentó una caída de su producción anual del 31% a causa de las graves inundaciones del año pasado. 

La principal consecuencia de esta escasez, señala Shirley Mustafa, economista de la División de Comercio y Mercados de la FAO en Roma, es el aumento generalizado de los precios internacionales del arroz. En este último mes de junio, aunque el precio descendió ligeramente, se situó en el nivel más alto para un mes de junio de los últimos diez años en términos de cambios interanuales. 

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Estos precios, según el informe de Fitch Solutions Country Risk & Industry Research, se mantendrán alrededor de los máximos actuales hasta el año 2024. “Dado que el arroz es el alimento básico en múltiples mercados de Asia, los precios son un determinante importante de la inflación de los precios de los alimentos y la seguridad alimentaria, en particular para los hogares más pobres”, explicó Charles Hart, analista de materias primas de Fitch Solutions a la cadena estadounidense CNBC.

Evolución de los precios internacionales del arroz (2019-junio 2023)

Evolución de los precios internacionales del arroz (2019-junio 2023) FAO

El infierno que anticipa el desastre 

Las previsiones para la próxima temporada tampoco son halagüeñas. El pasado 4 de julio la Organización Meteorológica Mundial (OMM) declaró oficialmente la llegada de El Niño, un fenómeno meteorológico que se asocia normalmente con sequía y temperaturas más altas. Su llegada, señaló el organismo de las Naciones Unidas, se suma al aumento del calentamiento global provocado por las emisiones de carbono causadas por el ser humano, un efecto que la OMM llamó un “doble golpe”. 

En el caso de Asia, al igual que Europa y América del Norte, las temperaturas extremas ya se están dejando notar. China sufre una salvaje ola de calor que rompió por completo los registros. El pasado 16 de julio, en la localidad de Sanbao, en la región de Xinjiang, se registró la temperatura más alta jamás registrada en el gigante asiático: 52,2 ºC. La anterior marca era de 50,6 grados y había sido registrada hace tan solo seis años, en 2017. 

Un mes antes, el Sudeste Asiático había vivido una ola de calor sin precedentes. Uno a uno, todos los países fueron comunicando que habían batido su récord histórico. El termómetro alcanzó los 44 grados en Vietnam, un récord absoluto. También Vientián, capital de Laos, batió su registro histórico con 41 grados. Myanmar llegó a superar los 43 grados. 

Dos personas descansan fuera de una tienda en medio de la alerta naranja por ola de calor, en Beijing , China, 5 de julio de 2023.

Dos personas descansan fuera de una tienda en medio de la alerta naranja por ola de calor, en Beijing , China, 5 de julio de 2023. Tingshu Wang Reuters

Los efectos del cambio climático, no obstante, no se han limitado al calor extremo. También las fuertes lluvias han provocado auténticos estragos en varios países del continente. Corea del Sur, por ejemplo, ha sido una de las que peores consecuencias ha sufrido. Las fuertes lluvias monzónicas que caen en el país desde la semana pasada ya se han cobrado la vida de decenas de personas y han dejado miles de calles completamente destruidas e inundadas. 

El presidente del país, Yoon Suk Yeol, tuvo que reconocer la necesidad de una actuación más seria frente a este tipo de fenómenos. “Este tipo de evento climático extremo se volverá común... Debemos aceptar que el cambio climático está ocurriendo y enfrentarlo”, dijo Yoon la semana pasada durante su visita a la provincia de Gyeongsang del Norte, una de las más afectadas por las inundaciones.

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Ante este panorama, el riesgo de que los fenómenos meteorológicos extremos afecten al cultivo de arroz es completamente real. “Debido a que la mayor parte del arroz se consume internamente y solo se exporta alrededor del 7-10% de la producción mundial, cualquier déficit en los países exportadores conducirá a que haya menos disponible en el mercado mundial”, indica Teng. 

En algunos países del Sudeste Asiático, la situación ya es bastante preocupante. Dos grandes importadores de arroz como Indonesia y Filipinas ni siquiera han podido cumplir sus propios objetivos de producción. “El resultado neto es que con suministros de arroz más ajustados y la demanda se mantiene igual o aumenta, los precios subirán”, augura el investigador de la NTU.

Varias personas participan en una operación de búsqueda y rescate tras un deslizamiento de tierra causado por una lluvia torrencial en Yecheon, Corea del Sur , el 15 de julio de 2023.

Varias personas participan en una operación de búsqueda y rescate tras un deslizamiento de tierra causado por una lluvia torrencial en Yecheon, Corea del Sur , el 15 de julio de 2023. Reuters

En el último El Niño, que se dio en el periodo 2015-2016, las altas temperaturas y la sequía prolongada en el Sudeste Asiático tuvo como consecuencia una disminución de 15 millones de toneladas de arroz en comparación a los dos años anteriores. Estas interrupciones, recuerda Teng, tuvieron como resultado un aumento del 16% del precio mundial del arroz.

Una 'OPEP' del arroz

Las condiciones climáticas, sin embargo, no son las únicas que influyen en el precio internacional del arroz. “Venimos de un par de años muy inusuales. El año pasado tuvimos un aumento del coste de producción para los agricultores. El precio de los fertilizantes, la energía y el combustible alcanzó un máximo en años”, explica Mustafa. 

La interrupción de la cadena de suministros a causa de la guerra de Ucrania, por tanto, redujo aún más los márgenes de los productores de arroz, que ya de por sí eran bajos. Y es que, señala Teng, el gran objetivo de los países productores es tratar de garantizar que no disminuya el número de productores de arroz, “que son principalmente pequeños propietarios”. 

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La solución para Tailandia y Vietnam, que controlan conjuntamente el 26% de las exportaciones mundiales, pasa por aumentar el precio de sus exportaciones para aumentar su influencia en el mercado global y, por tanto, poder mejorar los ingresos de sus agricultores. 

“Nuestro objetivo es aumentar los precios del arroz, aumentar los ingresos de los agricultores y aumentar el poder de negociación en el mercado global”, dijo el portavoz del gobierno tailandés, Thanakorn Wangboonkongchana, en mayo, tras una reunión entre funcionarios tailandeses y vietnamitas.

Un agricultor planta arroz junto a un cultivo de caña de azúcar en un campo en Shamli, en el estado de Uttar Pradesh, en el norte de la India.

Un agricultor planta arroz junto a un cultivo de caña de azúcar en un campo en Shamli, en el estado de Uttar Pradesh, en el norte de la India. Anindito Mukherjee Reuters

Entre las diferentes soluciones planteadas está la vieja aspiración tailandesa de crear un cártel mundial de productores de arroz al estilo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) entre Tailandia, Vietnam, Camboya, Myanmar y Laos. La organización, que se llamaría Organización de Países Exportadores de Arroz (OREC por sus siglas en inglés), ya se planteó la idea en 2001, 2012 y 2012, pero en ninguna de las ocasiones salió adelante. 

Sin embargo, con las restricciones indias, se podría “crear una nueva ventana de oportunidad”, señala el investigador Ty Rossow en un artículo para el Center for Strategic and International Studies (CSIS). Aunque, para los expertos, por el momento, esta iniciativa tiene poco recorrido, ya que a diferencia del petróleo, se trata de un producto heterogéneo

“Si bien Tailandia y Vietnam pueden acordar precios más altos para una categoría de arroz, como el arroz aromático, pueden tener dificultades para imponer un enfoque tipo ‘cártel’ total a otros tipos de arroz, como el basmati o el arroz de grano corto”, señala Teng. “Sin embargo, si India, el exportador más grande del mundo, entra en juego con Tailandia y Vietnam, entonces la dinámica puede cambiar”.

Por el momento, la opción de que Nueva Delhi se incorpore a esta organización no está sobre la mesa. En mayo, BV Krishna Rao, presidente de la Asociación de Exportadores de Arroz de India, señaló que en ningún momento Tailandia y Vietnam no les había propuesto unirse a ellos. 

Adaptarse a un futuro adverso 

En todo caso, las consecuencias que pueda tener El Niño dependerán en gran medida de la gravedad del fenómeno. No necesariamente provocará una reducción en la producción de arroz en el mundo, pero todo dependerá, explica Mustafa, de la “severidad, el tiempo y la duración” del fenómeno. 

Un trabajador cubre una montaña de arroz con conos de bambú gigantes en forma de sombrero en un campo de Bangladesh.

Un trabajador cubre una montaña de arroz con conos de bambú gigantes en forma de sombrero en un campo de Bangladesh. Mustasinur Rahman Alvi EP/Zuma

Aun así, para la experta de la FAO, la clave está en conseguir un “mayor grado de preparación para mitigar potencialmente cualquier posible impacto adverso que pueda tener en la producción”. De hecho, la producción mundial de arroz no ha parado de crecer durante los últimos años, algo que se ha sostenido gracias al aumento de los rendimientos. 

“Muchas organizaciones de investigación en todo el mundo están trabajando en medidas de adaptación para mantener los rendimientos del arroz y, a veces, incluso en la mitigación para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de los arrozales”, recuerda Teng.

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La biotecnología, explica el investigador de la NTU, ya está utilizando la modificación genética y la edición de genes para proporcionar a los agricultores mejores variedades de cultivos para tolerar el cambio climático y las plagas. Pero, para que llegue a tener éxito, será necesario que vengan “acompañados de políticas de apoyo del sector público, suficiente inversión privada y un entorno que incentive a los agricultores a producir más”, señala. 

En otras palabras, para garantizar un suministro estable de arroz en el futuro ante las peores consecuencias del cambio climático que se avecinan, será necesario un impulso tanto público como privado que garantice un mayor rendimiento de los cultivos y un cierto grado de rentabilidad para los agricultores. 

Una mujer planta arroz en la provincia de Nakhon Sawan, al norte de Bangkok (Tailandia).

Una mujer planta arroz en la provincia de Nakhon Sawan, al norte de Bangkok (Tailandia). Chaiwat Subprasom Europa Press

Como último recurso, añade Teng, siempre estará que la gente cambie sus hábitos alimenticios hacia cultivos que requieran un menor uso de agua para producirlos como el trigo o el maíz. En China, por ejemplo, se promociona desde hace muchos años el consumo de la patata, ya que como señaló a la agencia Efe Sun Junmao, investigador del Instituto para el Desarrollo de la Nutrición y los Alimentos de China, este tubérculo “se adapta a muchos tipos de tierra, a la altura, a los suelos poco salinos o hasta a los no fértiles”.