Por qué es tan peligrosa la carabela portuguesa: la falsa medusa que ya atemoriza a los bañistas del Mediterráneo
Este organismo marino posee una potente toxina que causa dolorosas lesiones cutáneas en los seres humanos cuando reciben una picadura.
9 agosto, 2023 12:18Varios bañistas ya han alertado este verano que han avistado ejemplares de la carabela portuguesa en las costas españolas. Desde el País Vasco y Cádiz a Asturias y Valencia, muchas playas han tenido que ser cerradas por la detección de este peligroso organismo marino. La repentina aparición de la carabela ha disparado la alerta de los equipos de salvamento, ya que su picadura es muy peligrosa.
Es la primera vez que me encuentro con ella!! Es fundamental reconocerlas
— Miguel De La Fuente (@MDFzonacaliente) August 2, 2023
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A menudo confundida con una medusa, lo cierto es que se trata de una sofisticada colonia de individuos llamados zooides. Esto es, una nave nodriza. “Es como si un puñado de humanos nos hiciésemos muy pequeños y nos pegáramos unos a otros para formar un súperorganismo que, en tamaño y forma global, pareciese un hombre”, explica la profesora de Biología Animal de la Universidad de Málaga, Amelia Victoria de Andrés Fernández, en un artículo publicado en The Conversation.
Cada parte del organismo, además, tiene una función específica: flotar, capturar presas, alimentarse y reproducirse. Parecido a un buque de guerra portugués del siglo XVIII —de ahí su nombre—, la carabela tiene como elemento más característico su flotador en forma de globo azul (también puede ser rosa o violeta).
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Debajo de esta 'sombrilla', que es la encargada de dirigir la nave, nos encontramos con unos largos tentáculos y pólipos que se pueden extender hasta los 30 metros, aunque el promedio general es de unos 10 metros, según el Servicio Nacional del Océano de Estados Unidos. Allí es donde se almacena toda la artillería del buque y la razón de su peligrosidad.
Los falsos ‘tentáculos’ de este organismo marino contienen nematocistos punzantes, cápsulas microscópicas cargadas con tubos de púas enrollados que liberan veneno capaz de paralizar y matar pequeños peces y crustáceos. “Un auténtico ejército vestido de azul gracias a sus biliproteínas intracelulares”, ejemplifica la profesora de la UMA.
Se trata, por tanto, de un “buque de guerra (la carabela), que transporta tanquetas (los dactilozoides) cargados de miles de millones de soldados (los cnidocitos) armados con arpones que inyectan una potente toxina”, añade De Andrés.
Qué efectos tiene una picadura
La carabela portuguesa es una especie depredadora. Utiliza sus tentáculos para picar y paralizar pequeños peces, crustáceos pelágicos y otros invertebrados. Sin embargo, cuando un bañista humano se encuentra por su camino, podría también tener la mala suerte de recibir una inyección de toxinas.
Eso sí, a diferencia de otras especies, la picadura de una carabela portuguesa rara vez es mortal para las personas, pero deja una lesión dolorosa y causa ronchas en la piel expuesta, además de otros síntomas como la fiebre o reacciones alérgicas.
“En un ser humano, además de una dolorosa y duradera lesión cutánea, las consecuencias de la picadura dependerán de la cantidad de toxina que nos inyecte este lindo animalito”, indica De Andrés. “Eso, a su vez, estará en función del tamaño de la carabela, de lo ‘intenso’ que sea su abrazo (número de tentáculos que contacten con la piel) y de la biomasa del afectado”.
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Por otro lado, hay que tener en cuenta que los tentáculos de la carabela pueden picar una vez muertos, por lo que no hay que tocarlos bajo ningún concepto en la playa. Si se avista, es importante llamar con la mayor brevedad a las autoridades competentes para que puedan actuar en consecuencia.
Por qué ha llegado al Mediterráneo
Las carabelas se suelen encontrar en mares abiertos de zonas tropicales y subtropicales del Pacífico y el Índico, así como en la corriente del Golfo atlántico (que está cerca de Portugal). Sin embargo, estos últimos años se han encontrado varios ejemplares en el Mediterráneo. En 2010, por ejemplo, se llegaron a registrar 100.000 colonias en el mar Mediterráneo, la península Ibérica y las islas Canarias.
Su entrada en el Mare Nostrum, explica De Andrés, no es necesariamente una invasión permanente inducida por el cambio climático, sino que “habría que atribuirla a una combinación de condiciones meteorológicas y oceanográficas”. En todo caso, añade, “su acercamiento a las costas sí que se relaciona directamente con la disminución de ejemplares de tortuga boba, su principal depredador natural”.