Nerea come cuando está nerviosa. Borja no es capaz de pasarse más de un par de minutos sin el móvil en la mano. Ana necesita su dosis de marihuana todas las mañanas antes de entrar en clase… bueno, y después, y durante. Bruno no es capaz de salir sin emborracharse y ha empezado a beber también después de clase. Todos ellos son estudiantes brillantes que, poco a poco, están viendo cómo la vida les sobrepasa, sus notas empiezan a flaquear y lo que parecía inofensivo se convierte en una adicción que se apodera de su día a día.
Nerea, Borja, Ana o Bruno, en realidad, no existen. Todos son casos ficticios de personajes imaginarios, pero probablemente, al leerlos, el lector haya recordado su época de universidad y le haya venido a la cabeza el rostro de ese compañero o amigo que responde a la descripción.
Y aunque no sean casos estrictamente reales, sí que se parecen bastante a los que el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Javier Arias; el jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital 12 de Octubre y vicedecano de Integración de la misma facultad, Gabriel Rubio; y el coordinador de Comunicación de inRecovery, Manuel León, se han encontrado durante los primeros meses de vida del primer Campus por la Recuperación de España y Europa.
Su iniciativa, impulsada desde el principio por el doctor Rubio, experto en adicciones, busca ser un refugio para los jóvenes universitarios que se encuentren perdidos y necesiten ayuda.
Una idea que nace en EEUU
Pero, ¿qué es exactamente un Campus por la Recuperación? Esta idea, que nació en Estados Unidos, donde hay 10 de ellos en todo el país, encandiló a Rubio desde que la conoció. Quedó prendado de ella y decidió, al llegar al vicedecanato de la UCM, aprovechar la oportunidad para poner uno en marcha en su campus.
El Campus por la Recuperación, explica, ayuda a sensibilizar "a los estudiantes, en este caso de Medicina, sobre la problemática que tiene el consumo de sustancias".
Para ello, se crea una red para que los alumnos de la facultad tengan a quien acudir si detectan un problema en su vida relacionado con sustancias. Y es que, asegura el médico, "el riesgo de que dejes la carrera por ese motivo es muy elevado". De hecho, indica, "el 50% de las personas con adicción a sustancias en Estados Unidos acaban abandonando la universidad".
sPara hacerlo barato, pero también más interesante, decidimos formar a una serie de alumnos de entre tercero y sexto de medicina”, explica su impulsor. Así, les ofrecen dos tipos de formación diferente y un complemento. Una, que se asemeja a la formación reglada, consta de 10 clases grabadas sobre qué son las adicciones, cómo se detectan, cómo se se pueden tratar, etc.
La segunda llega directamente de inRecovery, que organiza una serie de seminarios en los que participan pacientes reales y familiares voluntarios para que los alumnos que se convertirán en los mentores del programa puedan preguntar y resolver todas sus dudas.
En la primera edición del campus participaron pacientes de la Federación de Alcohólicos de la Comunidad de Madrid, de Alcohólicos Anónimos, de Al-Anon –la asociación de familias de personas alcohólicas– y otros pacientes no solo con problemas con el alcohol, sino también con adicción al juego, a la cocaína o al cannabis. También participaron, insiste Rubio, sus familiares.
El complemento a esta formación, explica Rubio, llega cuando estos alumnos-mentores reciben preguntas de sus compañeros. “Tienen la formación necesaria para saber si lo que les pasa a sus homólogos es importante o no, y en el caso de que lo sea, saben que tienen que derivarle al equipo de tratamiento del Hospital 12 de octubre”.
La primera edición de este proyecto de innovación docente, desarrollada este mismo año, contó con 18 alumnos que superaron el curso y se convirtieron en mentores. "Durante todo ese proceso de recuperación, alumno y mentor van juntos, de tal manera que el mentor lo que hace es que le va ayudando en las cosas que necesita. Por ejemplo, con apuntes, a estudiar, etc.", explica Rubio.
Y eso es parte de la esencia del proyecto. Porque, a diferencia de la propuesta estadounidense, el Campus por la Recuperación trata al alumno directamente en la propia universidad.
La 'foto' la UCM
Para llevar a cabo este primer Campus español por la Recuperación, más allá de crear las formaciones necesarias para los mentores, se sacó una foto. “Proporcionando las herramientas desde inRecovery, hicimos una encuesta voluntaria anónima a los 1800 estudiantes matriculados en el campus de Medicina, de los que contestaron casi la mitad, 769 alumnos y alumnas”, asegura el doctor Rubio.
Gracias a eso, obtuvieron “una foto de las conductas adictivas o de riesgo que podían tener los alumnos”. El médico explica que lo que detectaron fue “más o menos esperable”: “Los problemas de abuso de sustancias son muy bajos, porque son gente muy jovencita”, añade.
Sin embargo, algo llamó la atención de los profesores involucrados: “Dentro de las conductas de riesgo incluimos una serie de preguntas que tienen que ver con lo que llamamos la ingesta o la comida emocional –la utilización de la comida para aliviar la tristeza, la ansiedad, el estrés– y otras con la utilización del móvil de manera abusiva –usarlo más de siete horas al día, estar pendiente del móvil, la sensación de pérdida de control, de que si no lo tengo no me siento tranquilo…–”, continúa Rubio.
440 alumnos reconocieron, en la cuesta, tener dificultades con el manejo del móvil. “Es decir, “se reconocían con cierta adicción”, y eso a pesar de no ser un trastorno reconocido por la Sociedad Psiquiátrica Americana o la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Pensábamos que nuestros alumnos, que son especialmente brillantes, son tíos y tías muy listos, sacan muy buenas notas, y pensábamos que por el hecho de estudiar medicina no tendrían tantos problemas, pero sí los tienen”, reconoce el impulsor del Campus por la Recuperación.
Pero, además, 380 personas, “fundamentalmente alumnas”, reconocieron utilizar la comida para disminuir sus emociones negativas. “Esto nos alarmó”, admite Rubio
Esto, explica, les llevó al siguiente nivel del Campus por la Recuperación: diseñar talleres específicos voluntarios que se impartirán en el nuevo curso por las tardes para “aprender a manejar las nuevas tecnologías del móvil y también para el manejo de emociones, que no sea a través de la comida”.
La puesta en marcha del Campus por la Recuperación ha servido para formar al alumnado, pero también para tener una idea general de cuál es la situación de los estudiantes para “poner en marcha estrategias preventivas”. Y, de paso, detectar casos y tratarlos: “También hemos tratado tres casos de adicciones a sustancias”, asegura.
Así, la facultad de Medicina de la Complutense se convierte en la primera que no solo se preocupa por la excelencia académica, sino también “por el cuidado de la salud mental del alumnado”, dice Rubio. Y reconoce: “Eso es importante en una universidad pública”.
Más allá de la Facultad de Medicina
Este programa, ideado para alumnos de ciencias de la salud, podría extrapolarse a otras facultades. De hecho, el equipo del doctor Rubio ya está trabajando para adaptar la parte teórica de proyecto a otras titulaciones. Porque, reconoce el médico, "no es lo mismo el temario que le damos a alumnos de cuarto, quinto o sexto de Medicina, que ya tienen una base sanitaria sólida, que a Económicas, Derecho o Periodismo".
La idea última, explica Rubio, es que el proyecto cobre vida y dure in aeternum. Que sobreviva a sus propios impulsores.