"Estaba pensando en regalarlos en lugar de mantenerlos con nosotros y verlos morir porque no podíamos mantenerlos", explica Gul Ahmad, un hombre afgano de mediana edad. Y no se estaba refiriendo a sus mascotas, sino a sus hijos. Este relato desgarrador, que recoge la oenegé World Vision, ilustra el drama que viven muchas familias de Afganistán, dos años después de la toma del poder de los talibanes.
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Niños y niñas afectados por la enfermedad y el hambre. Ante esta situación, muchos padres y madres afganas se encuentran en un callejón sin salida. Los servicios médicos no llegan a todas partes y la falta de recursos expone a la población afgana que vive en el campo. Y no es poca. Se estima que alrededor del 74% de la población total vive en zonas rurales.
La toma del poder en el país por parte de los talibanes en agosto de 2021 ha dado paso a una nueva era caracterizada por un rápido declive económico, hambre y riesgo de malnutrición, inflación impulsada por las crisis mundiales de las materias primas, aumentos drásticos de la pobreza tanto urbana como rural, un sistema nacional de salud pública casi colapsado, una asfixia de los medios de comunicación y de los sectores de la sociedad civil.
Con la organización del país en manos de un gobierno fundamentalista islámico talibán, la crítica internacional continúa cerniéndose sobre las políticas que coartan los derechos y libertades de las mujeres afganas. Algo que perpetúa su imagen como estado paria y que lo condena al ostracismo internacional.
"Mientras la atención internacional se ha centrado en las atroces violaciones de los derechos humanos, que afectan especialmente a mujeres y niñas, el número de necesitados de ayuda humanitaria ha aumentado de 24,4 a 29,2 millones de personas", afirma Asuntha Charles la directora de World Vision en Afganistán.
A lo largo de estos tres últimos años, las necesidades humanitarias están en su punto más alto debido La sequía, el empeoramiento de la pobreza y el aumento de la vulnerabilidad tras cuarenta años de conflicto que asolan al país. Y cuando más necesaria es la ayuda internacional, menor es la cantidad de recursos que se destinan a paliar las terribles condiciones en las que viven las familias afganas.
El apoyo internacional a Afganistán ha caído en picado, anotan desde la organización de ayuda humanitaria. Desde casi 3.800 millones de dólares en 2022 se han reducido a 746 millones en lo que va de 2023. La capacidad de asistencia humanitaria de las organizaciones que ofrecen su colaboración en el país asiático se ha visto limitada por las últimas políticas del gobierno talibán: el 24 de diciembre de 2022 se prohibió que las mujeres trabajen en oenegés y el 4 de abril de este año se restringió el acceso de las agencias de la ONU.
El derecho a aprender
En una rueda de prensa que tuvo lugar el pasado mes de mayo, el representante del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) para Afganistán, Fran Equiza explicó que "el derecho de las niñas a aprender está siendo atacado". La restricción que empezó hace tres años debido a la emergencia de la Covid-19 se ha terminado extendiendo hasta ahora. En septiembre de 2021, los talibanes segregaron por sexos las escuelas para terminar cerrando las escuelas de educación secundarias femeninas en marzo de 2022.
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Y además, muchos niños se han visto obligados a abandonar la escuela para trabajar buscando y vendiendo chatarra. Y en el proceso de manipulación del armamento abandonado se exponen a que alguno pueda estallar, provocándoles heridas graves o la muerte. En este sentido, Equiza comentó que Afganistán constituye un caso más de un país contaminado por las armas y que cada día se violan los derechos de los niños "de las formas más atroces".
"Muchos de los muertos y mutilados son niños que recogen chatarra para venderla", señaló Equiza. Porque "es lo que hace la pobreza; te obliga a enviar a tus hijos a trabajar, no porque quieras, sino porque tienes que hacerlo", añadió.
Según el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), informa Khaama Press, al menos 640 niños han muerto o resultado heridos en incidentes relacionados con restos de explosivos entre enero de 2022 y junio de 2023. "Esta es la realidad del creciente peligro al que se enfrentan los niños afganos cuando exploran zonas que antes eran inaccesibles debido a los combates", afirma.
"Una ventana de oportunidad"
En el último informe de la situación humanitaria en Afganistán, del mes de julio, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU daba cuenta de un escenario muy poco alentador. Pero afirmaba que todavía existe "una ventana de oportunidad para hacer llegar ayuda y suministros vitales antes de que empiece la época de escasez y el invierno, y se pierdan vidas".
Se ha identificado un déficit de financiación de 1.300 millones de dólares para la asistencia en situaciones críticas. Hasta el momento, se han recibido alrededor de 801 millones de dólares para financiar el Programa de Respuesta Humanitaria (PRH) de Afganistán, lo que cubre solo el 25% de las necesidades globales. Y además, muchas de las actividades se han financiado con los recursos asignados para el año pasado.