Por qué la mala calidad del aire afecta a tu salud mental: "La contaminación entra en nuestro sistema nervioso"
Según han mostrado los estudios recientes, la mala calidad del aire está asociada a un mayor riesgo de desarrollar depresión, estrés o ansiedad.
27 agosto, 2023 02:24La salud mental es una pandemia silenciosa que se está extendiendo cada vez más. Según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que el 5% de la población adulta del mundo sufre de depresión. Junto a la ansiedad, estas dos afecciones cuestan a la economía mundial un billón de dólares cada año, según este organismo. Y, en este aumento, parece que el respirar aire contaminado tiene algo que ver.
Hasta hace no mucho tiempo, se sabía con certeza que la contaminación afecta al corazón y a los pulmones. Sin embargo, cada vez son más los estudios que relacionan la contaminación con un mayor riesgo de padecer una mala salud mental. Una revisión reciente publicada en la British Journal of Psychiatry el pasado mes de julio reveló que existe una evidencia emergente de asociaciones entre la mala calidad del aire, tanto en interiores como en exteriores, y una mala salud mental en general, así como trastornos mentales específicos.
“En particular, se ha implicado a las partículas contaminantes del aire, incluidos los bioaerosoles. Las partículas forman parte de un complejo conjunto de factores de riesgo ambiental que incluyen la geografía, la privación, la biología y las vulnerabilidades individuales”, explicó Kamaldeep Bhui, el profesor de la Universidad de Oxford que lideró el estudio.
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Y es que, en los últimos años, cada vez es más la evidencia científica que relaciona la exposición a la contaminación como una causa del aumento de las enfermedades mentales. Un macroestudio publicado el pasado mes de enero en la revista Journal of the American Medical Association Psychiatry reveló que la exposición a largo plazo incluso a niveles bajos de contaminación del aire está asociada a una mayor incidencia de depresión y ansiedad.
Los investigadores, que incluían científicos del Reino Unido y China, hicieron un seguimiento a casi 390.000 personas del Reino Unido durante casi 11 años y descubrieron que la exposición a largo plazo a contaminantes aumenta el riesgo de sufrir depresión y ansiedad. Entre los diferentes contaminantes se incluyen las partículas finas como el óxido nítrico y el dióxido de nitrógeno, que son las que normalmente se emiten al aire cuando se queman combustibles fósiles.
“La contaminación entra en nuestro sistema nervioso y, entre otras cosas, segregamos una mayor cantidad de hormonas relacionadas con el estrés como el cortisol, la adrenalina o la prolactina, que también están relacionadas con la ansiedad y la depresión”, explica Silvia Collado, psicóloga ambiental y profesora titular de la Universidad de Zaragoza.
Los niveles de renta económica juegan también un importante papel. Un estudio realizado por investigadores chinos publicado en la revista Nature Sustainability descubrió que con un aumento de una desviación estándar de partículas finas (26.3 μg m− 3), el número de personas que padecen problemas de salud mental en China aumenta en aproximadamente 1,15 millones.
Este aumento se da principalmente en áreas urbanas con menores recursos económicos. "[Los resultados] demuestran que los efectos acumulativos de la contaminación del aire sobre la salud mental son menores para las personas que viven en ciudades con un producto interno bruto per cápita más alto, más recursos de salud, áreas verdes más grandes y más instalaciones deportivas", concluye el estudio.
Por otro lado, por lo general, señala Collado, los efectos se producen a largo plazo, aunque en ciertos episodios de alta contaminación se pueden dar casos en los que la mala calidad del aire influya en el estado de ánimo, especialmente en las ciudades. "Esto estaría más relacionado con la ecoansiedad, que es la sensación de frustración y enfado por estar viviendo en un planeta contaminado", indica.
La contaminación disminuye el aprendizaje
Además de la salud mental, la contaminación puede generar daños cerebrales, especialmente cuanto al desarrollo cognitivo. Según sugiere una investigación llevada a cabo por el Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL) en Barcelona, la mala calidad del aire está asociada con una mayor dificultad en el aprendizaje.
Tras realizar un seguimiento durante un año de más de 2.600 niños de 39 colegios de la Ciudad Condal, los investigadores concluyeron que un aumento de las partículas PM2.5 relacionados con el tráfico interior se asoció con reducciones en el crecimiento cognitivo equivalentes al 22%.
“Se vio que aquellos niños que asisten a la escuela en condiciones en las que el aire es menos limpio, se ve afectada su capacidad de concentración y su desarrollo cognitivo, algo que puede derivar en peores calificaciones o un estado de ánimo más bajo”, explica Collado.
Un problema por descubrir
El vínculo entre la contaminación y la salud mental, a pesar de que es un ámbito de estudio en auge, es un campo aún por explorar. Por ejemplo, en la actualidad, el Banco Mundial ha estimado que la contaminación cuesta a la economía mundial cinco billones de dólares al año. Sin embargo, este dato sólo incluye daños causados al corazón y a los pulmones.
“Actualmente, las evaluaciones de costos solo tienen en cuenta la salud física, pero estamos viendo más estudios que demuestran los vínculos con la salud mental”, explicó Joanne Newbury, investigadora de la Universidad de Bristol a The Guardian.
Por ello, añade Newbury, es fundamental que se tomen más medidas para mejorar la calidad del aire en todo el mundo. “Creemos que puede ser importante incluirlos, porque podría inclinar la balanza y dejar más claro que invertir en reducir la contaminación del aire es rentable”, concluye.
No obstante, incide el profesor Bhui, es necesario estudiar con más profundidad este fenónomeno para adoptar medidas más precisas.“Es necesario abordar las brechas críticas de conocimiento para diseñar intervenciones para la mitigación y la prevención, que reflejen las fuentes de contaminación del aire en constante cambio”, concluye.