Imagen de archivo de una menor en un aula de Kabul.

Imagen de archivo de una menor en un aula de Kabul. Samullah Popañ EFE

Historias

Las mujeres afganas ocupan los seminarios religiosos de forma masiva: "El Islam es mi única vía para estudiar"

Ante la imposibilidad de desarrollar una carrera profesional, 4 millones de niñas se inscriben en estos centros para intentar seguir formándose.

29 agosto, 2023 02:16

Ocho meses después de que el Gobierno talibán prohibiera definitivamente el acceso de las mujeres a la educación, las afganas siguen resistiéndose a abandonar sus estudios. Lo hacen apoyándose en la única vía académica que tienen actualmente a su alcance, la religiosa, matriculándose en seminarios religiosos donde los talibanes imparten su estricta visión de la ley islámica.

"No tengo ninguna otra opción de seguir con mis estudios, en ellos al menos puedo aprender sobre mi religión", relató hace unos días Sahar, una adolescente afgana que en declaraciones a EFE lamentaba la situación a la que se enfrentan las jóvenes en el país desde que el veto de diciembre las colocara en una encrucijada educativa. 

Frente a la imposibilidad de seguir formándose en campos de la "educación moderna", muchas afganas han optado en los últimos meses por inscribirse en seminarios religiosos. Estos, aunque no las excluye por completo del sistema educativo, representan un cambio drástico en su desarrollo académico y en la diversidad de materias a las que tenían acceso antes de la toma de poder. 

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Desesperadas por formarse

Como Sahar, se estima que más de 4 millones de niñas se encuentran actualmente cursando estos estudios, según los datos que ofrece el Ministerio de Educación del gobierno talibán, en las más de 19.571 escuelas que hay repartidas por el país.

En ellas, a las alumnas se les enseñan fundamentos básicos de la lectura del Corán. "Lo memorizan y aprenden sobre las enseñanzas y dichos para, en unos años, especializarse en lecturas más profesionales, como la jurisprudencia o las opiniones islámicas", explica a la agencia el profesor Mohammad Saleh Islampur.

La formación que se ofrece en los seminarios no es ninguna novedad en Afganistán y ya se incluía dentro de la oferta académica del gobierno depuesto. Sin embargo, los movimientos que en los últimos meses ha llevado a cabo el gobierno talibán para adaptar el plan de estudios han alterado la forma en la que se imparten contenidos religiosos.

Niñas en una escuela afgana.

Niñas en una escuela afgana. EFE

La posibilidad de que el gobierno esté empleando esta última vía de acceso de las mujeres a la educación para imponer su ideología es algo que preocupa a expertos religiosos y académicos como Mulavi Sayed, quien, además, también recalca la necesidad de "volver a incorporar a las afganas al mundo laboral". 

Un aislamiento progresivo

La instauración del nuevo Emirato islámico tras la caída de Kabul en 2021 trajo consigo una época de cambios drásticos que pusieron el foco, entre otros, en la distinción del papel que hombres y mujeres desempeñaban en el desarrollo del país. Ese mismo año, se anunció que las mujeres en Afganistán podrían continuar sus estudios universitarios y de posgrado, pero implementando la segregación por sexo

La orden llegó días después de que Afganistán formara un gobierno exclusivamente masculino, y trajo consigo otras múltiples restricciones a las que deberían enfrentarse a partir de entonces las estudiantes universitarias. Entre ellas, la instauración de un código de vestimenta obligatorio y la revisión de las materias que se impartían, según informaba entonces el diario Daily Sabah.

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Aunque en las escuelas primarias y secundarias los niños ya llevaban años recibiendo enseñanza por separado —y ellas debían vestirse con una túnica hasta la rodilla— las universidades constituían, hasta ese momento, un espacio de mayor libertad en el que hombres y mujeres compartían aula y no estaban obligados a cumplir un protocolo de vestimenta.

Las políticas de educación establecidas por el gobierno talibán no han hecho más que recrudecerse en los últimos meses, con acciones como el cierre de los colegios femeninos de educación secundaria en septiembre de 2022; o la orden con la que el Ministerio de Educación Superior vetó definitivamente a las mujeres del acceso a la universidad, en el pasado mes de diciembre.

El coste de apartarlas

A día de hoy, Afganistán es el único país del mundo que prohíbe la educación femenina, una medida que ha sido condenada por organismos internacionales como la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH), y que supone un grave obstáculo para el desarrollo económico y social en el país. 

Mujeres estudiantes caminan por las calles de Kabul.

Mujeres estudiantes caminan por las calles de Kabul. Reuters

En concreto, se estima que este aislamiento le ha costado a la economía de Afganistán más de 5.400 millones de dólares, según un informe publicado por UNICEF. Según destaca también el Fondo de la ONU para la Infancia, "apartar a las niñas de la escuela secundaria supone una pérdida en términos económicos del 2,5% del PIB".

Las medidas del gobierno talibán, según revelan ambos organismos, no tienen en cuenta repercusiones a largo plazo como la "futura escasez de maestras, médicas y enfermeras, el consiguiente impacto en la disminución de la asistencia de las niñas a la escuela primaria, y el aumento de los costes sanitarios relacionados con los embarazos en la adolescencia". 

El representante de UNICEF en Afganistán, Mohamed Ayoya, calificó de "impactante y decepcionante" la decisión de no permitir el regreso de las niñas a la educación secundaria. "No solo viola el derecho fundamental de las niñas a la educación, sino que las expone a más riesgos de explotación y abuso, incluyendo la trata de niños y el matrimonio precoz y forzado", destacó el año pasado sobre una situación que hoy sigue limitando el desarrollo personal y profesional de las mujeres en el país.