Desde hace años, los científicos llevan buscando el motivo de la conocida como 'paradoja de los jabalíes' en Alemania y Austria. Tras la explosión de la central nuclear de Chernóbil en 1986 y unos primeros años de altos niveles de radiación en la fauna y flora en el centro de Europa, la contaminación ha ido reduciéndose con el paso del tiempo. Sin embargo, los cerdos salvajes germanos se han convertido en la excepción que confirma la regla.
Sus niveles de cesio-137, un isótopo radioactivo, se han mantenido, con el paso de las décadas, sorprendentemente altos en los jabalíes alemanes que merodean por la frontera austriaca. Durante años, se creyó que la razón era clara: la explosión en Chernóbil había afectado sus hábitats. Pero ahora, tras la publicación de un estudio en la revista científica American Chemical Society, sabemos que los jabalíes radiactivos tienen poco que ver con el desastre nuclear ucraniano.
Las culpables, más bien, fueron unas pruebas realizadas con armas nucleares en los años 60 del siglo pasado. Algo que ha dejado "perplejos" a los científicos encargados de la investigación. "No nos podíamos creer que esta fuente de contaminación radiactiva fuese tan relevante", explica al Washington Post George Steinhauser, uno de los autores del estudio.
[La vida resurge entre las cenizas de Chernóbil mientras el mundo afronta su sexta extinción masiva]
Jabalíes radioactivos
El radioquímico asegura al medio estadounidense que suele ser inusual que, 60 años después de la detonación de un arma nuclear, las poblaciones de jabalíes sigan contaminadas "con niveles de radiación muy por encima de los límites regulados para alimentos". Pero, ¿cómo saber exactamente los niveles de cesio acumulados en estos animales?
Para descubrirlo, el equipo de Steinhauser trabajó en estrecha colaboración con cazadores locales para medir los niveles de cesio de la caza con un detector de rayos gamma. Así, pudieron 'viajar en el tiempo' y descubrir el verdadero origen de la contaminación radiactiva.
Y es que la composición del cesio difiere dependiendo del origen del material radiactivo. La contaminación resultante de una detonación de bombas nucleares muestra altos niveles de cesio-137, mientras que los accidentes en centrales nucleares desprenden más cesio-135 y menos 137.
Junto a los cazadores germanos, el equipo de investigación analizó 50 ejemplares de jabalí. En ellos, encontraron que el 88% de su carne contenía niveles de cesio radiactivo que estaban por encima de lo permitido en Alemania para la comida. Las armas nucleares, aseguran en su estudio, representan hasta el 68% de la contaminación encontrada.
Incluso sin Chernóbil
Durante años, se creyó que los animales radiactivos que se encontraban en suelo germano y austriaco estaban estrechamente relacionados con el accidente nuclear soviético. Sin embargo, Steinhauser es claro al respecto: "Incluso si Chernóbil nunca se hubiese producido, algunos jabalíes salvajes seguirían superando con creces los niveles seguros de radiación".
Todo, explica al Washington Post, por culpa de las pruebas con armas nucleares. Algo, dice, "que te deja atónito, teniendo en cuenta que ocurrieron hacer 60 años". Así se demuestra, además, que los peligros y los efectos de las bombas atómicas se extienden más allá de lo que se podría pensar.
El origen del cesio
Steinhauser asegura que el cesio se encontraría en las trufas y hongos que crecen bajo tierra y que los jabalís desentierran para comer en invierno. El cesio permea en el suelo y empapa la tierra que rodea los hongos, que lo absorben como si de otro nutriente más se tratase.
De ahí, explica el científico al Washington Post, que se detecten mayores niveles de contaminación radioactiva en los jabalís durante el invierno. Pues en las épocas cálidas se alimentan de maíz y bellotas que encuentran sobre la superficie y que no estarían contaminadas.
A pesar de que en la zona también hay restos de radiactividad proveniente de Chernóbil, Steinhauser asegura que, por el momento, el suelo ha absorbido en su mayoría los restos de las pruebas nucleares de los años 60. Eso sí, alerta de que esto podría cambiar: "El cesio más joven, el de Chernóbil, aún no ha sido del todo integrado en las zonas más profundas del suelo, donde se encuentran los hongos y trufas", indica el radioquímico.
Sin peligro para los humanos
Y advierte: "Podría ocurrir que los niveles actuales de radiación aumentasen en vez de reducirse". Porque, matiza, el cesio producido por el accidente de Chernóbil aún no ha llegado a las capas en las que crecen los hongos de los que se alimentan los jabalís.
Eso sí, Steinhauser tranquiliza a los lectores: "Habría que comer cantidades enormes de carne de jabalí para que el cesio que contiene afectase a la salud humana", asegura al Washington Post. Además, en la UE, los productos de caza que se comercializan pasan primero por estrictos controles de calidad.