Trasgresor, mediático, polifacético y creador de su propio universo fashion, así es Eduardo Navarrete, el diseñador alicantino al que muchos conocieron gracias al concurso de TVE Maestros de la costura en 2018 y que ha logrado crear un estilo propio que tiene mucho de reivindicación, aunque él mismo confiesa que casi sin pretenderlo. Recibe a Enclave ODS en el Palacio de Santoña, un edificio histórico del siglo XVI ubicado en el corazón de Madrid, para hablar de su última colección que supone un adiós temporal, pero también para tratar temas como la sostenibilidad y de moda inclusiva.
El pasado 12 de septiembre presentaba 'Navarrete 10.1', una apuesta por la costura en el marco off de la MBFWM con la que se despide del hilo y la aguja. Diez piezas de alta moda en las que se pone en valor la artesanía y la confección tradicional en una muestra de prendas realizadas manualmente con cristales de Swarovski y tejidos nobles y variados como rasos, moarés, terciopelos y jacquard.
Esta colección, que tiene sabor a despedida, supone una reivindicación de su talento, a veces ensombrecido por los focos de la televisión. Eduardo no es un diseñador al uso, es un showman que tan pronto dibuja un boceto como presenta un cabaret. Así que... bienvenidos al mundo íntimo de Navarrete.
[Maite Muñoz (diseñadora): "Hay que concienciarnos de que no podemos comprar ropa de usar y tirar"]
Te despides con una colección muy diferente y con un mensaje claro.
Sí, los números del nombre tienen una simbología interesante que tiene que ver con el estado en el que me encuentro ahora. El uno, que supone una vuelta a los orígenes, y el diez, que es la totalidad. Esta colección es eso, lo que hemos aprendido y crecido en estos años. La moda es un aprendizaje constante, no sólo de confección, sino de todo lo referente a la infraestructura. Además, es una colaboración con Swarovski, un broche brillante, no de final sino de hasta luego. No estoy pensando ahora mismo cuándo va a ser la próxima colección.
¿Esta muestra de alta moda sirve también para reivindicarte y poner en valor tu oficio por encima de tu faceta más mediática?
Pues en parte sí. Quizá la gente no está acostumbrada a ver en mí este tipo de piezas, pero también puedo hacerlas y además me encanta, pero estos años me he dedicado a hacer un producto para llegar a todo el mundo. De todos modos, yo he tenido que demostrar todo el tiempo. Desde que me fui de mi casa a los 18 años para que mis padres vieran que ésta era una profesión a la que me podía dedicar y también por el poco valor que me han dado algunos compañeros por salir en la tele.
¿Hacia dónde va el mundo de la moda en términos de sostenibilidad?
Hay mucho de hipocresía en todo esto. Yo, como pequeño diseñador, me he encontrado con trabas a la hora de intentar ser sostenible. Cuando llamas a un proveedor para comprar, por ejemplo, un algodón orgánico, te encuentras con que no puedes comprar las cantidades que necesitas. Los que de verdad se tienen que preocupar por ser sostenibles son las grandes firmas, que aparentemente ya lo hacen. Yo me sirvo de los stocks.
Por mi parte, si confeccionar en España y ser de kilómetro cero es ser sostenible, pues entonces sí lo soy. No es fácil, por el precio y por las cantidades. Si intentas utilizar tejidos nuevos, los precios son mucho más elevados. Ser sostenible y ecológico no significa que sea más barato, es más caro. En la medida de lo posible lo intento, porque estoy a favor.
La industria de la moda es la más contaminante del mundo...
Sí, lo que más contamina, por ejemplo, es un pantalón negro como el que yo llevo, porque los tintes son muy contaminantes. Así que te compras una camiseta de algodón orgánico, pero... ¿ese tinte es también orgánico? No sé, hay mucha hipocresía. Ahora todo es sostenible, pero yo nunca me he colgado esa etiqueta.
¿Y en materia de inclusión, la ropa sin género?
Yo toda la vida he usado ropa de mujer, me he puesto lo que he querido, independientemente del género. Es verdad que las prendas tienen un patrón y unas formas que están hechas para un tipo de cuerpo, aunque obviamente se lo puede poner quien quiera.
Lo que sí es cierto es que ahora hay una mayor visibilidad en las tiendas y en las grandes firmas. En vez de poner un hombre y una mujer te ponen un modelo de género fluido o una chica o un chico trans. Eso me encanta, porque eso es lo que hay que hacer, darle visibilidad. Al final, la ropa es ropa independientemente de quién lo lleve. Yo, en la web de mi marca, no tengo categorías de hombre o mujer, tengo prendas.
La moda tiene su papel de mensaje en la sociedad y este puede ser uno de ellos.
Claro, todo es mensaje. Yo desde el principio he sacado a amigas que son trans en los desfiles, pero no quiero quedarme con esa bandera, porque no ha sido una reivindicación como tal, sino un reflejo de lo que es mi mundo. Cuando hice el primer desfile, había más mujeres trans que biológicas. Como no tenía modelos de agencia, yo tiré de amigas y esas eran mis amigas. Lo he hecho porque para mí es natural y lo vivo con esa naturalidad, sin darme cuenta de que en realidad he ayudado a la gente y a dar visibilidad. Me alegro, pero no ha sido algo intencionado.
Y ahora que ha dicho "hasta luego", ¿qué prepara Navarrete?
Tengo un proyecto con una editorial que va a salir en breve, otro televisivo y otros más por venir. Además, sigo con mi agencia de comunicación, 15 Segundos, que surgió hace dos años con la intención de dar voz a jóvenes diseñadores. Cada vez tengo más clientes y me hace superfeliz. Y, por supuesto, continúo con mi Cabaret Navarrete. Seguiré haciendo cosas en la moda, pero al ritmo que yo decida, no al que me marque ningún calendario, porque no soy una casa internacional, ni tengo un patrocinador.