María de La Parte es una de las pediatras más solicitadas del momento. “Con la vuelta al cole me estáis llamando desde muchos medios”, asegura. Antes de esta entrevista con Magas, ya ha estado en la radio y después vendrán otras. Y además, no tiene mucho tiempo que perder...
María es jefa de servicio de pediatría del Hospital Universitario General de Villalba en Madrid, especialista en cardiología pediátrica y cardiopatías congénitas, y pertenece al Grupo de Trabajo de Arritmias de la Sociedad Española de Cardiología Pediátrica y Cardiopatías Congénitas. Y por si esto fuera poco, es consultora científica de Idoven, empresa internacional dedicada al diagnóstico de arritmias mediante Inteligencia Artificial.
Le preguntamos cómo funciona la IA en el diagnóstico precoz.
“Utilizamos un dispositivo, que se coloca en el centro del tórax y detecta patrones cardíacos distintos a los normales. Este aparato está interpretado por un software de inteligencia artificial, que está validado por un equipo de cardiólogos, porque la inteligencia artificial y la salud en España todavía requieren de un aprendizaje”, asegura.
Y añade: “Son máquinas que aprenden mucho más rápido que nosotros y además no necesitan descanso. Pueden analizar mucha cantidad de latidos y el objetivo es prevenir enfermedades, como pueden ser el infarto o las arritmias. Estos dispositivos que además son de larga duración, los puedes llevar uno o dos meses puestos, y pueden detectar latidos que, de otro modo, pasarían inadvertidos”, confirma.
“Ayer mismo hemos tenido la incorporación de Pau Gasol como inversor en la compañía. Ya contábamos con Iker Casillas y cada vez se suma más gente a esta iniciativa para prevenir enfermedades cardíacas o detectarlas a tiempo”.
Dos deportistas de élite...
Eso es. Y es que podemos prevenir potenciales arritmias que puedan cursar, incluso la muerte súbita, como ocurrió en el caso de Puerta, el jugador de fútbol del Sevilla. Sobre todo, cuando llegan niños, cuyos papás han tenido algún evento relacionado con el corazón, contar con esta monitorización es muy útil, ya que puede detectar muchísimos patrones distintos a los normales.
Ahora que ya comienza la vuelta al cole, ¿qué recomiendas a los padres?
Les aconsejo que comiencen de manera progresiva con los cambios de ritmos y horarios, porque en verano se cambian mucho los ritmos, sobre todo en los adolescentes, que empiezan a pernoctar mucho y a levantarse muy tarde.
Les solemos recomendar que hagan ese cambio un poquito antes de que empiece el colegio porque si los primeros días ya están cansados y con sueño, les cuesta mucho concentrarse e incluso se muestran irritables. Y si tienen que empezar a estudiar les cuesta mucho la concentración y la memoria.
Les suelo decir que vayan ajustando los horarios tanto de dormir como de comer, que eviten esos agobios de última hora, como puede ser preparar el material escolar del día siguiente, guardar en la mochila las cosas, y que dejen la ropa preparada, por ejemplo, para ganar tiempo.
Y una cosa que hacemos los adultos cada día, que es preparar la lista de tareas del día siguiente, por si en algún momento se vean agobiados.
Un consejo importante que les doy a los padres es que se despierten y levanten con ellos, desayunen juntos, y preparen el día. Por ejemplo, que repasen lo que va a tener de especial el día: Si van a tener una clase de natación o de fútbol, que mantengan un poco la ilusión…
Llega el otoño- invierno y con ello los virus, ¿los podemos evitar?
Son inevitables porque en cuanto bajan las temperaturas en otoño-invierno se propagan los virus respiratorios. Lo que podemos hacer, que lo hemos aprendido a raíz de la pandemia, es evitar el contagio.
Cuando una persona está acatarrada lo que debe hacer es no exponerse a otras y lavarse mucho las manos, que es lo que ha demostrado ser eficaz para evitar los contagios. Y evitar, sobre todo, el contacto con personas de riesgo, es decir, mayores y aquellas que tengan enfermedades graves.
Cuanto más pequeños sean los niños, más catarros van a coger. Un niño puede tener entre seis y siete procesos respiratorios en un año cuando los adultos solemos tener uno o dos.
Y esto es debido a que su sistema inmunitario está sin estrenar, por así decirlo, y entonces esos contactos con los virus son necesarios para configurar su propia inmunización.
Eso sí, hay que estar muy pendiente de si ese proceso se asocia con dificultad respiratoria o tienen fiebre durante varios días, ya que puede ser una complicación derivada de un catarro, como puede ser una otitis o una neumonía. Generalmente eso ocurre tras varios días de proceso.
¿Cuántas horas de sueño es recomendable que duerman los niños en esta etapa del año?
Lo fundamental es que tienen que dormir más que los adultos. Durante el sueño el cerebro tiene funciones muy importantes, porque, por ejemplo, se ha demostrado que el aprendizaje tiene relación con un sueño adecuado, tanto en calidad como en duración. Además, se reparan los tejidos, se regulan las hormonas y se consolida la memoria.
En definitiva, los niños deben dormir más de ocho horas. Los más pequeñitos, dos años, deben dormir entre 12 y 14 horas, cuando tienen cinco años, entre diez y 12, los de 7 a 10 años, pues también unas diez horas.
En la etapa adolescente, de diez a los 13 años, entre nueve y diez horas. Se van acortando las horas de sueño, y cuando tienen desde los 13 a los 20 años, que es la adolescencia, el mínimo son ocho horas.
Los adultos podemos bajar a un mínimo de siete horas. Pero lo más importante, además de la duración, es la calidad del sueño. Se trata de que no sea un sueño interrumpido y que sea reparador, es decir, sin pesadillas.
Algo muy bueno para los pequeños, es la rutina, es decir, dormir y despertar siempre a la misma hora, porque eso genera un despertador fisiológico. Esto es más fácil cuanto más pequeño es el niño, porque con los adolescentes es más complicado, aunque hay que intentarlo, sobre todo, por mantener el rendimiento escolar.
¿Se pueden evitar las pantallas? ¿hay un tiempo máximo recomendado?
Atendiendo a las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría, lo que hay que hacer es promover hábitos saludables de consumo. Las pantallas hoy lo son todo, son los televisores, son las tablets, los móviles y los ordenadores.
Fíjate que si el niño tiene que dormir entre nueve y 12 horas, va a la escuela siete u ocho horas al día, se tiene que duchar, comer, hacer ejercicio, las tareas, estar con amigos y con la familia… El tiempo de las pantallas también en el adulto debería estar supeditado a que el resto de las tareas estén hechas.
Esta es una recomendación muy buena: cuando el niño ya ha hecho todo lo que tenía que hacer, incluida una actividad física diaria, podemos tener pantallas. Por supuesto, por debajo de dos años, ninguna. Entre dos y cinco años se puede empezar con media hora o una hora del día y de los siete a los 12 pues una hora, pero con un adulto delante, porque ahí es donde hay más riesgo de enganche.
No solo es la cantidad de tiempo, si no cuándo, es lo que nosotros llamamos 'el tiempo en familia'. Un tiempo donde se pacta que no se debe coger el teléfono. Esto también nos educa para la vida adulta, porque nosotros que hemos nacido en un tiempo analógico, pero ahora estamos en un mundo digital, no nos han enseñado que si estamos en una comida, por ejemplo, no debemos atender el móvil o mandar un mensaje.
Si les enseñamos durante los tres o cuatro primeros años de edad, que es cuando más podemos influir sobre ellos, luego serán adultos entrenados. Por ejemplo, no se puede atender a pantallas cuando uno está haciendo los deberes, ni en la escuela tampoco, ni cuando estás cruzando la calle, ni cuando estás en el coche… Son cosas que de adulto te van a servir.
Para controlar el tipo de contenido, se recomienda verlos juntos. Y por ejemplo, si es un videojuego, jugar con ellos porque puede ser un tiempo compartido.
Esto de ponerle al niño con la pantalla a comer solo...
No, porque ese tiempo de comer está dentro del ‘tiempo en familia', que es un tiempo para compartir. Hay que educarles además en disfrutar del momento presente, que están comiendo y hay que estar con los alimentos.
¿Hemos creado unos padres con una excesiva dependencia del pediatra?
Ahora mismo, con las dudosas fuentes de información que tenemos en internet necesitamos una fuente de información fiable y por eso, los padres acuden a nosotros con dudas. Pero en la mayoría de las ocasiones, ellos ya se saben la respuesta. Si bien, quieren contrastar, comprobar y ver si la información que ellos han recabado es correcta.
Ante una duda, siempre les digo a los padres que es mejor consultar con una fuente fiable que puede ser en internet, que también las hay, o bien acudir a un profesional en el que confíen. Lo peor que les puede pasar, es que esas dudas médicas sobre sus hijos no sean resueltas. Siempre aconsejo que vayan al especialista. ¡Ese es nuestro trabajo, atender a los niños y resolver las dudas de salud que puedan surgir!
Como pediatra especialista en cardio, ¿cuáles son los signos que pueden hacer sospechar sobre un posible problema de corazón en un niño?
Generalmente, en el niño se manifiesta con palpitaciones que suelen ser aceleraciones del ritmo del corazón. También puede haber dolor torácico, dolor de pecho y normalmente se relaciona con el ejercicio físico.
Son raros los problemas cardíacos en los niños, pero sí que hay niños que nacen con un problema en el corazón. Cuando nos consultan niños sanos, por así decirlo, con palpitaciones o dolor torácico, si son niños sin enfermedad, es raro que tengan algo, pero si es un niño que se le ha operado del corazón cuando nació o tiene padres con una enfermedad nos mantenemos un poquito más alerta.
El tercer signo, es la presencia de un soplo que en una exploración física los pediatras podemos detectarlo, y que puede suponer una cardiopatía. Esos soplos la mayoría de las veces no tienen síntomas, se detectan a través de una auscultación, un diagnóstico.
¿Qué cardiopatías se suele encontrar?
Las cardiopatías más frecuentes son las congénitas, es decir, los niños que nacen con problemas en el corazón. La más frecuente es la comunicación interventricular que supone que entre los ventrículos del corazón hay un agujero y pasa sangre de un sitio a otro. Y eso se oye cuando le auscultamos con el fonendo. Hay muchas y variadas y van cambiando en cuanto a su gravedad. Y en el adulto, la más frecuente es una que se conoce como la aorta bicúspide, es decir, la existencia de dos válvulas en lugar de tres habituales.
¿Hasta qué punto es importante el diagnóstico precoz en los niños?
El diagnóstico precoz es muy importante, sobre todo, porque si se detectan cardiopatías severas antes de nacer, se puede programar bien en el lugar y el momento del nacimiento.
Además de eso, como conocemos muy bien como es la fisiología, es decir, cómo es el comportamiento de estas enfermedades, podemos predecir cómo se va a comportar y podremos tratarlo de manera precoz.
Antiguamente, se pasaban ciertas cardiopatías porque no había un diagnóstico con los aparatos que tenemos actualmente. Mediante una ecografía se detectan la mayoría de las cardiopatías, sobre todo las más severas. Algunas leves se nos pueden pasar, pero afortunadamente, se comportan con buen pronóstico. El diagnóstico precoz es muy importante para una evolución mejor.
¿Qué porcentaje de niños con problemas cardíacos llegan a adultos hoy con normalidad?
La esperanza de vida ha cambiado mucho porque antiguamente muchos de los bebés con una cardiopatía congénita no sobrevivían, ya que no había un diagnóstico adecuado. Nacían en hospitales en zonas remotas y hasta que llegaban a un centro con cirugía estaban ya muy graves.
Ahora mismo, hasta el 90% de los niños que nacen con un problema cardíaco sobreviven hasta la edad adulta y la mayoría de los niños con una cardiopatía congénita la esperanza de vida es prácticamente comparable a la población general.
Son niños que requieren seguimiento de por vida, y a veces tratamientos tanto preventivos como curativos a lo largo de su existencia. Pero fíjate que la esperanza de vida es prácticamente igual que la de un adulto sin cardiopatía.
¿Es necesario, hablando de niños y deporte, un reconocimiento médico previo para evitar problemas?
Es importante, pero no solo por el estado del corazón, sino también, por ejemplo, para valorar alteraciones musculares y esqueléticas.
Nosotros hacemos un examen previo con la historia clínica, preguntando sobre todo, por antecedentes del corazón de los padres. Los niños que han tendido sus papás algo antes de los 40 años, porque a partir de los 40 ya sí que está relacionado un poco con la edad, o si por ejemplo, han tenido un familiar que falleció sin saber la causa.
Cuando alguien tiene antecedentes hay que hacer mucho hincapié en hacer un buen reconocimiento y pruebas complementarias. Lo fundamental es hacer un electrocardiograma, y una ecografía del corazón.
En ese sentido debemos tener cuidado, porque cuando a los niños les limitamos el deporte, esto tiene también consecuencias psicológicas. Los beneficios de la actividad física en la infancia, no sólo son a nivel físico, sino también mental y de relación con otros niños. Tratamos de ser muy prudentes con limitar los ejercicios físicos. Es verdad que los pacientes con cardiopatía sí que tienen que evitar el deporte de competición.
¿Cuánto ejercicio es recomendable hacer?
Además, de cuánto lo interesante es saber de qué tipo. Y es que los niños tienen que hacer un ejercicio físico aeróbico.
El aeróbico es aquel en el que el corazón alcanza una frecuencia cardíaca alta y la mantiene durante un tiempo alta, al menos sólo 25 minutos, pero lo recomendable es durante una hora al día.
Siempre digo que es toda actividad con la que ellos sudan, que suele ser correr, bicicleta, natación, el baile, a las niñas que le gusta mucho el patinaje…
Y una cosa más: Los niños no tienen que hacer ejercicio de pesas, porque con ello se acorta su potencial de crecimiento, y además, el aeróbico es el que mejor les viene también a nivel de la relación: fútbol, baloncesto, etc.