En 2023, al tiempo que el miedo crónico al desastre ambiental crece, también lo hace el papel de una nueva generación que ve en el reto climático una oportunidad para hacer frente a nuevos desafíos, desarrollar habilidades y hacerse un hueco en la sociedad mientras protege al planeta de la contaminación y la pérdida de la biodiversidad.
De la misma forma en que el término nativos digitales remite necesariamente a aquellos que nacieron dominando los smartphones, a estos jóvenes también se les conoce desde hace algunos años como nativos sostenibles. Se trata de una expresión relativamente nueva, que define a quienes han crecido escuchando alertas sobre el efecto devastador de los incendios o la contaminación por plásticos, y que no esperan a que sean otros quienes construyan su futuro.
La también denominada generación Greta está dispuesta a asumir una nueva cultura ecológica más sensible con la preservación de los recursos naturales y de los ecosistemas. Desde pequeños, estos jóvenes van adquiriendo una conciencia ecológica a la que contribuyen proyectos como el programa Raíces y Brotes, promovido desde Sanitas y el Instituto Jane Goodall a través de talleres ambientales dirigidos a menores de entre 8 y 15 años.
Este proyecto, impartido por el instituto de la científica pionera en colaboración con el programa de sostenibilidad de Sanitas Healthy Cities, ha trasladado la militancia ecologista hasta las escuelas con la participación de 3.813 menores, procedentes de 46 centros educativos diferentes. En estos talleres, los escolares descubrieron los principales problemas medioambientales a los que se enfrenta el mundo, además de cómo afectan a su vida diaria.
Medio ambiente y salud mental
En este sentido, una revisión publicada en julio por la revista British Journal of Psychiatry revela que existe una relación entre los trastornos de salud mental y la exposición a la contaminación ambiental. Otro informe en Environment International también ve en esta un factor de riesgo de desarrollar TDAH en niños. Ambos estudios se insertan dentro de un extenso corpus científico que confirma que el empeoramiento de la salud de los ecosistemas tiene efectos en el bienestar psicológico y emocional.
En contraste con esto, "el cuidado del medio ambiente puede tener un impacto positivo en el desarrollo emocional y social de los niños", explica Carla Álvarez Llaneza, psicóloga de BluaU de Sanitas. Implicarse desde edades tempranas les ayuda a gestionar sus emociones, trabajar en equipo y sentirse responsables de una tarea.
"Aprenden empatía, gratitud y respeto hacia la naturaleza, fortaleciendo así sus habilidades sociales y desarrollando un sentido de solidaridad con la comunidad", explica Álvarez. Y añade que "asumir responsabilidades en acciones concretas les permite aumentar su confianza y sentido de pertenencia".
Con estas actividades, los niños trasladan la cultura ecológica a su día a día, y con su ejemplo, también al de sus padres. El aprendizaje de temas relacionados con el medio ambiente no solo despierta la curiosidad de los pequeños, sino que también aumenta su motivación y tiene efectos muy positivos en su rendimiento académico, según otros estudios.
Las 5 lecciones eco
Para involucrar a los más jóvenes en este compromiso con el planeta, Sanitas y el Instituto Jane Goodall han elaborado una guía con diferentes actividades sostenibles en las que podemos involucrar a los más pequeños.
- Huertos caseros: animar a los niños a crear su propio huerto en el hogar, les enseña el valor de la agricultura sostenible, cómo crecen los alimentos y a cuidar las plantas de manera responsable.
- Arte reciclado: las manualidades sirven para comprender la trascendencia del reciclaje y cómo es mejor reutilizar materiales, como el cartón o los plásticos, en lugar de reciclarlos.
- Investigación y aprendizaje: recomendar la lectura de libros, la visualización de documentales o la búsqueda de información sobre la biodiversidad o energías renovables les permitirá adquirir conocimientos y entender mejor los desafíos ambientales a los que se enfrenta el mundo .
- Recolección de basura: organizar excursiones para recoger basura en parques, playas o áreas naturales sirve para que los más pequeños comprendan la importancia de mantener estos espacios libres de desechos que pueden dañar el ecosistema.
- Sensibilización comunitaria: consiste en que los niños realicen pequeños materiales caseros como dibujos o carteles para informar a su entorno sobre la relevancia de cuidar el planeta y la forma en la que ellos mismos pueden contribuir a ello.