Hace alrededor de un año, la NASA enviaba la primera de las cuatro misiones Artemis a la Luna —la segunda después de la memorable Apollo 11— para establecer una presencia humana sostenible, probar nuevas tecnologías y sentar las bases de una futura colonia lunar. Tan antiguas como las casas son los caminos, y la ciencia también lo tiene en cuenta. Como mandar materiales de la Tierra para pavimentar sería muy costoso, investigadores alemanes han buscado una solución muy sencilla: emplear un material fabricado a partir de suelo lunar.
Conducir directamente sobre la superficie lunar sería como hacerlo por un terreno plagado de rocas, evitando los caminos pedregosos y los enormes cráteres. Es un desafío digno de corredor de rally, pero lo más peligroso, el gran desafío a sortear, sería el polvo lunar.
Los bajos niveles de gravedad provocan que flote cuando se pisa la superficie, lo que podría dañar los vehículos lunares y las estructuras asentadas. El polvo lunar es tan problemático, señala Jens Günster, del Instituto Federal de Investigación y Ensayo de Materiales de Berlín y coautor del estudio, a The Guardian que puede llegar a todas partes: "No sólo contamina tu equipo, sino también el de otros países y a nadie le gustaría estar cubierto de polvo de otro cohete".
Para fabricar el nuevo material de pavimento lunar, denominado EAC-1A solo haría falta un láser de dióxido de carbono. El suelo lunar, bajo este halo que simula la luz solar concentrada, se fundiría para luego convertirse en un material sólida.
En el estudio, firmado por los científicos Juan-Carlos Ginés-Palomares, Miranda Fateri y Jens Günster y publicado en la revista Scientific Reports, se realizaron varios experimentos utilizando un polvo fino, gris y pulverulento desarrollado por la Agencia Espacial Europea que simula el regolito lunar.
"Con el objetivo de consolidar grandes estructuras a partir del regolito lunar, el proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA) PAVER (paving the road for large area sintering of regolith) estudió si la fusión del regolito con un gran haz de luz focalizada es una tecnología adecuada para aplicaciones de pavimentación en la Luna", escribe el equipo de científicos coordinados por el ingeniero Juan-Carlos Ginés-Palomares, de la Universidad de Aalen (Alemania).
Un proceso casi eterno
Ginés-Palomares y sus homólogos utilizar un rayo láser de 50 mm de diámetro para calentar el polvo a 1.600 °C y fundirlo. Lo que observaron fue que, lentamente, se iban trazando triángulos curvados de unos 25 cm de diámetro que podrían entrelazarse para crear superficies sólidas en grandes extensiones de suelo lunar, como futuras carreteras y plataformas de aterrizaje.
Cada pequeña forma geométrica tardaba una hora en formarse. Y, según los cálculos realizados, se necesitarían 100 días para crear una pequeña superficie de aterrizaje de 10x10m. "Parece eterno, pero piensa en las construcciones en la Tierra", señaló Günster a The Guardian. E insistió que "a veces se tarda una eternidad en construir un nuevo cruce".
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Una de las contingencias que han tenido en cuenta los investigadores es la posibilidad de que el nuevo material se resquebraje y deje pequeños cristales tras de sí. En el documento donde se presentan los resultados reconocen que "la presencia de una capa de vidrio en la superficie de los elementos de pavimentación podría limitar su campo de aplicación, ya que el vidrio podría dañarse al sufrir fuertes choques térmicos (por ejemplo, durante el despegue de un cohete si los elementos de pavimentación cubren la plataforma de lanzamiento)".
Por eso, recomiendan "realizarse más investigaciones para estudiar la resistencia al choque térmico de las muestras, así como el comportamiento de las grietas cuando se someten a cambios térmicos". Así se verificará la seguridad de las misiones espaciales. "El tamaño relativamente pequeño del y la simplicidad del sistema serían una ventaja para el uso de esta tecnología en futuras misiones a la Luna", rezan en el estudio.