A principios de octubre, Afganistán registró siete terremotos de entre 4,7 y hasta 6,3 grados en la provincia de Herat, al oeste del país. Cinco de ellos se sucedieron en tal solo una hora.
Desde Unicef, alertan de que más del 90% de las víctimas mortales de los seísmos vividos en el país asiático son mujeres y niños. "Sólo en el distrito de Zinda Jan, más de 11.500 personas han visto sus hogares completamente arrasados", explican desde el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
Con dos terremotos de magnitud 6,3 sacudiendo la región en sólo cinco días, y más de 1.000 fallecidos, "hay miles más que necesitan ayuda urgente para salvar sus vidas", recuerda la organización. Por eso, desde Unicef hacen un llamamiento al mundo: necesitan 20 millones de dólares para ayudar a los menores afectados.
Y es que, como explica Rushnan Murtaza, representante interino de Unicef en Afganistán,"incluso antes del terremoto, estas comunidades ya sufrían los efectos del conflicto y la inseguridad, la migración, la sequía, el desplazamiento y la pobreza". E insiste: "Estas privaciones han colisionado ahora, creando una emergencia humanitaria sin precedentes para la infancia".