En las últimas décadas Brasil se ha convertido en el principal productor de soja del mundo. Según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el gigante sudamericano acumula el 41% de toda la producción mundial. Este aumento exponencial ha conllevado también un incremento del uso de pesticidas, lo que ha convertido a Brasil en el principal consumidor mundial de pesticidas. En 2020, tal y como recoge el Atlas de los pesticidas elaborado por la oenegé Amigos de la Tierra, consumió un total de 685.745 toneladas de pesticidas.
En este aspecto, a pesar de que existen amplias preocupaciones sobre las posibles consecuencias para la salud pública de los pesticidas, se sabe poco de los efectos de la exposición en la población general. Un nuevo estudio Universidad de Illinois Urbana-Champaign, en colaboración con la Universidad de Denver y la Universidad de Wisconsin-Madison, relaciona la expansión de la soja y el mayor uso de pesticidas en las ecorregiones del Cerrado y del Amazonas con un aumento de la mortalidad por cáncer infantil en Brasil.
“La región amazónica brasileña está pasando de una producción ganadera de bajos insumos a un cultivo intensivo de la soja con un elevado uso de pesticidas y herbicidas”, afirmó Marin Skidmore, profesor adjunto del Departamento de Economía Agrícola y del Consumidor de la Universidad Skidmore (EEUU) e investigador principal del estudio, en un comunicado.
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El estudio, que se publicó en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), se centró en las consecuencias para la salud pública de la exposición a pesticidas, especialmente entre los niños. Concretamente, analizaron las muertes por leucemia linfoblástica aguda (LLA), el cáncer infantil transmitido por la sangre más común.
"La expansión ha sido muy rápida, y parece que los esfuerzos educativos y la formación de los aplicadores de pesticidas no han estado a la altura del crecimiento del uso de pesticidas. Cuando no se utilizan adecuadamente, tienen consecuencias para la salud”, añadió el docente.
Tras analizar los datos del Ministerio de Salud de Brasil, los investigadores descubrieron que un aumento del 10% en la producción de soja se asocia con 0,4 muertes adicionales de todos los niños menores de 5 años y 0,21 muertes adicionales de menores de 10 años por cada 10.000 habitantes. En total, se estimó que 123 niños menores de 10 años fallecieron por LLA asociada con la exposición a pesticidas entre 2008 y 2019, de un total de 226 muertes registradas por LLA en el mismo periodo.
"Nuestros resultados muestran una relación significativa entre la expansión de la soja en Brasil y las muertes infantiles por ALL en la región", explicó Skidmore. "Los resultados sugieren que aproximadamente la mitad de las muertes por leucemia pediátrica en un período de diez años pueden estar relacionadas con la intensificación agrícola y la exposición a pesticidas".
La "punta del iceberg"
Sin embargo, tal y como advierten los investigadores, el estudio no proporciona una relación causal directa entre la exposición a los pesticidas y las muertes por cáncer. Por ejemplo, no hallaron correlaciones entre las muertes por ALL y el consumo de soja, los cambios en el estatus socioeconómico o la prevalencia de cultivos con menores tasas de aplicación de pesticidas.
Donde sí encontraron evidencias fue en la contaminación de las fuentes de agua. "Buscamos pruebas de la aplicación de pesticidas aguas arriba, en la cuenca hidrográfica que desemboca en una región, y descubrimos que está relacionada con los resultados de leucemia en la región aguas abajo. Esto indica que la escorrentía de pesticidas hacia las aguas superficiales es un método probable de exposición", señaló Skidmore.
Según indica el estudio, alrededor de la mitad de los hogares rurales de la región disponían de pozo o cisterna en el momento del censo agrícola de 2006, lo que dejaba al otro 50% dependiendo del agua superficial como fuente de agua potable. “Si el agua superficial está contaminada, los pesticidas utilizados en la producción de soja río arriba pueden llegar a los niños que viven río abajo a través de las vías fluviales”, indicó el docente de la Universidad Skidmore.
La gran preocupación de los científicos es que los resultados de este estudio sea sólo la punta del iceberg. “Hemos medido un resultado pequeño y muy preciso. La exposición a plaguicidas también puede dar lugar a casos no mortales de leucemia y existe el riesgo de que repercuta en la comunidad adulta y adolescente”, añadió Skidmore.
Una mayor concienciación
En la actualidad, Brasil está desarrollando un programa de certificación que exige a los aplicadores de plaguicidas formación y educación en materia de seguridad, un tipo de programa que ya existe en varios países. En Estados Unidos, por ejemplo, los aplicadores de plaguicidas tienen que obtener una licencia y participar en un programa anual de formación y pruebas sobre seguridad de los plaguicidas.
"Nuestros resultados indican que hay varias formas de mitigar la relación entre la exposición a pesticidas y las muertes por LLA", declaró Skidmore. "Esto incluye la formación y educación de los trabajadores agrícolas, una normativa inteligente para el uso de pesticidas y el acceso a la atención sanitaria. Desde luego, no abogamos por dejar de utilizar estos insumos. Son tecnologías importantes y valiosas, pero deben manejarse de forma segura y con ciertos controles".
Para el investigador, lo más importante es crear conciencia en las comunidades de que el uso seguro de los plaguicidas es lo mejor tanto para la productividad agrícola como para las comunidades. "Tenemos que encontrar un equilibrio que nos permita obtener beneficios productivos y mitigar los posibles riesgos”, concluyó.