Las cuestas son los peores enemigos de los ciclistas. Municipios como Toledo, Oviedo o Cazorla son complicados de recorrer en bici sin acabar con una buena sudada, sea verano o invierno. Eso es, precisamente, lo que sucedía en la localidad de Trondheim, en Noruega.
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Con una población de poco más de 182.000 habitantes, se sitúa en uno de los municipios noruegos con más ciclistas. Ya en 2019, el 10% de las personas que vivían en Trondheim aseguraban usar la bicicleta para desplazarse en su día a día.
Y no es de extrañar, pues el municipio cuenta con el primer ascensor para bicicletas jamás creado desde 1993. Fue el ingeniero industrial Jarle Wank al que se le ocurrió crear un sistema para hacer sus paseos por el empinado barrio de Brubakken Hill más cómodos. Inspirado por los telesillas de las pistas de esquí, construyó este artilugio y la ciudad de Trondheim lo instaló hace ya 30 años.
El conocido tradicionalmente como Trampe y renombrado en 2013 como CycloCable, ha sido el primer artilugio de estas características del mundo. Y durante años, fue el único. Sin necesidad de pedalear, este ciclo ascensor empuja al ciclista cuesta arriba.
Cómo funciona
Su funcionamiento es tan sencillo que sorprende que no sea más popular. El ciclista solo tiene que poner su pie en una pequeña plataforma que hay en la base de la cuesta y accionar el mecanismo y ¡voilà! En un abrir y cerrar de ojos, el ciclista estará arriba del todo.
Es verdad que la postura del ciclista es fundamental para mantener la estabilidad en la plataforma. Pero, a su favor, cabe destacar que lo usan de manera habitual tanto personas mayores como niños pequeños.
Además, el CycloCable cuenta con espacio para que seis personas puedan usarlo a la vez. Así que es complicado que, incluso en un país nórdico donde el uso de bicicletas es frecuente, se formen largas colas.
No solo está en Noruega
En los últimos años han proliferado instalaciones similares al ascensor noruego en otras ciudades europeas y también en otros continentes. Es el caso, por ejemplo, del que se instaló en París en 2020. Eso sí, el elevador parisino requiere que el ciclista baje de la bicicleta para funcionar.
En las estaciones de metro de Corea y de Japón también son comunes mecanismos similares. También encontramos ejemplos en Países Bajos. Eso sí, ninguno —por el momento— como el noruego, que sigue siendo de los pocos que permiten que el ciclista viaje junto a su bicicleta mientras se sube la cuesta.
¿Cuestión de precio?
Pero ¿por qué no es aún más popular este ingenio noruego? Los expertos asegura que el principal obstáculo es la baja inversión que las administraciones públicas dedican a las infraestructuras ciclistas. Y es que cada metro de CycloCable requiere una inversión de 2.000 euros.
En la actualidad, el CycloCable de Trondheim funciona más como atracción turística que como elemento urbano activo. La proliferación de las bicicletas eléctricas, que hacen que subir cuestas sea muchísimo más sencillo, han desbancado a este ascensor para ciclos. Eso sí, pese a ello, entre 20.000 y 30.000 personas utilizan este mecanismo cada año.