Vivimos en un momento crucial para la moda. Acabamos de descubrir cómo nuestras buenas voluntades de reciclar ropa o de que tengan una segunda vida terminan desechadas por la baja calidad de la llamada moda rápida de usar y tirar.
Estos trapos no solo contaminan la tierra, sino también el mar. “Vivimos en una cultura consumista que nos empuja a la inmediatez, a hacer las cosas rápido y al estrés. Nos hemos dejado llevar por esto y nos hemos olvidado de que lo natural es seguir el ritmo pausado y que cada proceso necesita su tiempo”, confiesa Maia Eder, directora creativa de SKFK, la marca española que lleva 20 años protegiendo a la naturaleza.
¿Cómo lograr mantener ritmos pausados y ser una empresa rentable y atractiva?
En el año 2003, tras visitar una de nuestras fábricas, empezamos a plantearnos cómo queríamos producir; decidimos ser parte de la solución y no del problema. Defendemos una moda de autor en un sector textil que no es fuerte en este sentido y no comprometemos el arte y la creatividad por la sostenibilidad.
Es decir, adaptamos la sostenibilidad a nuestras prendas, con tejidos certificados y 100% de bajo impacto, pero siempre ponemos en el foco el diseño. A día de hoy, en un momento en el que el estilo se está perdiendo, las prendas con identidad propia combaten el fast fashion. Nosotros proponemos no seguir tendencias marcadas y somos fácilmente reconocibles en la calle.
¿Debe subir la calidad y el precio de la moda para dejar de ser un problema?
En moda la sostenibilidad medioambiental es tan importante como el comercio justo. Aunque sea un tejido reciclado, si se produce sin salarios dignos, no es sostenible. Para nosotros, la sostenibilidad es holística. Hay que tener en cuenta todas las partes del proceso de producción para conseguir una sostenibilidad real y transparente.
Las certificaciones, los procesos de producción y la agricultura deben estar en el centro de las preocupaciones, pero también las condiciones sociales de aquellos que trabajan en la cadena de valor. La certificación Comercio Justo® la obtuvimos después de unirnos a la cooperativa agrícola Chetna, en la India. Con ello, hemos conseguido que muchos agricultores transformen sus plantaciones de algodón convencionales en orgánicos.
El trabajo detrás de las prendas, la cadena de valor, muchas veces se queda en un segundo plano en el mundo de la moda y para nosotras, deberían estar al frente, defendiendo la transparencia y las buenas prácticas que contribuyen a que podamos ser el vehículo para un cambio positivo. También el precio para el consumidor debe reflejar el comercio justo en todas las partes.
¿Cómo puede costar solo 10 euros una camiseta que hay que plantar, cosechar, hilar, tejer, cortar, coser, estampar, etiquetar, empaquetar y transportar?
Vivimos en una cultura consumista que nos ha acostumbrado a pensar que pagar 10 euros por una camiseta es algo normal. Para nosotros, un precio justo es aquel que permite a las personas que trabajan en nuestra cadena de valor tener una vida digna con su sueldo.
Cuando pones en el centro a las personas, es sencillo entender lo que es un precio justo; no es más que un precio que nos permita dignificar la labor de aquellos que están detrás de la ropa que compramos.
¿Dónde diseñáis, dónde producís, qué tipo de materiales habéis descartado y por cuáles apostáis?
Los estampados y el trabajo creativo se desarrollan por completo en nuestras oficinas en el País Vasco y la producción se intenta hacer lo más cerca posible de la materia prima. Para nosotras, no es dónde, sino cómo. Produciendo cerca de la materia prima, reducimos nuestra huella de carbono y apoyamos a comunidades, regenerando los suelos y aliviando la pobreza donde más se necesita.
Todas nuestras colecciones se producen con fibras de bajo impacto. Podríamos destacar el algodón orgánico certificado Fairtrade y GOTS, las viscosas responsables como TENCEL™, LENZING™, O ECOVERO™, entre otros.
¿Cómo consumidores en qué nos tenemos que fijar para no caer en ecopostureos? Álvaro Goicochea, CEO de comercio justo, tiene la clave: "Mirar la certificación en el producto. Probablemente, es la única manera de saber que estás comprando un algodón sostenible recogido y trabajado bajo los principios del comercio justo. El consumidor podrá diferenciar que una prenda está certificada con algodón Fairtrade cuando incorpore una etiqueta que indica Fairtrade Cotton, quiere decir que el 100% del algodón que compone esa prenda es físicamente trazable Fairtrade. El comercio justo pone en valor el producto y las personas para que las prendas no terminen en los vertederos".
¿Puede una prenda ser sostenible dentro de una marca que no lo es? "Cuando una marca tiene una prenda sostenible, quiere decir que ya está alienada con un mundo más ético. Pero para que realmente el impacto sea más positivo debe hacer una colección entera certificada y finalmente que la marca entera lo sea. La certificación Comercio justo son 10 Principios con los que se pretende alcanzar la justicia social, económica y medioambiental utilizando el comercio como palanca para alcanzarla", desvela Álvaro.