En la noche del 18 de diciembre, Islandia desató todas las alarmas por la erupción de un volcán cerca de Grindavik, un pueblo costero a poco más de 40 kilómetros de la capital en la península de Reykjanes. El fenómeno, aún activo, ha confirmado el motivo por el que, desde octubre, la tierra no ha hecho más que temblar en el suroeste de la isla, que además es la región más densamente poblada del país escandinavo.
Se trata de la cuarta erupción en dos años y, pese a que la población local ya esperaba que sucediera desde el 11 de noviembre —fecha en la que fueron evacuadas más de 3.800 personas—, su intensidad ha pillado por sorpresa a todo el país. Según declaró el presidente de Islandia, Guðni Jóhannesson, Defensa Civil ha cerrado la zona afectada, argumentando que la prioridad en este momento es proteger a los civiles y las infraestructuras.
Tal como ha informado la Oficina Meteorológica de Islandia, el fenómeno comenzó con una poderosa oleada de terremotos en el cráter de Sundhnjúka que tuvo lugar a las nueve de la noche, y que culminó con la erupción del volcán Sundhnúksgígar una hora y veinte minutos más tarde. "Ahora esperamos a ver qué nos deparan las fuerzas de la naturaleza. Estamos reparados y permanecemos vigilantes", declaró Jóhannesson.
La grieta provocada en la superficie terrestre tiene una longitud estimada de unos 4 kilómetros, y, según se extrae de datos de la Oficina Meteorológica de Islandia, expulsa entre 100 y 200 metros cúbicos por segundo, un volumen que bastaría para llenar una piscina olímpica en tan solo 13 segundos.
La alarma desatada en la nación insular —que con más de 130 volcanes dentro de su geografía ha hecho de sus fenómenos naturales un atractivo turístico internacional— ha obligado a los servicios de Protección Civil a poner en marcha un complejo protocolo de evacuación y defensa para proteger las localidades e infraestructuras cercanas.
La zona afectada, destaca Luca D'Auria, director del Área de Vigilancia Volcánica del Instituto Vulcanológico de Canarias (INVOLCAN), se localiza "al lado de una central geotérmica y de la atracción más importante de Islandia, el [spa geotermal] Blue Lagoon". El experto destaca, en este sentido, que las autoridades islandesas han colocado parques de defensa para aislar estas zonas del paso de la lava.
¿Un nuevo colapso en las alturas?
Dadas las circunstancias, las comparaciones de esta erupción con la del volcán Eyjafjallajökull de 2010 no se han hecho esperar. En aquel momento, la zona afectada fue la región de Fimmvörðuháls y la actividad se prolongó durante dos meses, provocando temporalmente la interrupción del tráfico aéreo en el noroeste de Europa.
El suceso alcanzó tal magnitud que las aerolíneas europeas dejaron de ganar 150 millones de euros por cada día que persistía el colapso, según estimó entonces la Asociación Internacional de Transporte Aéreo. Ahora, las incógnitas sobre la posibilidad de una nueva crisis del tráfico aéreo islandés están sembradas, ya que a menos de 50 kilómetros del lugar se sitúa el aeropuerto internacional de Keflavik.
El gobierno islandés ha señalado al respecto que el aeropuerto permanece sin interrupciones y con los corredores de vuelos internacionales abiertos, si bien se han registrado varios retrasos a lo largo de las últimas horas.
Por el momento, subraya D'Auria, no hay motivos que alienten la preocupación y las diferencias entre ambas erupciones son sustanciales: "El problema [de la primera] era que el magma comenzó a salir por debajo de un glaciar derritiendo el hielo; el contacto del magma con el agua produjo una actividad explosiva que afectó a la aviación civil en toda Europa".
Y añade: "En este caso, está ocurriendo en una zona libre de hielo, por lo que no tiene un carácter explosivo, simplemente hay una cola de lava que está moviéndose bastante rápido". En este sentido, el director del Área de Vigilancia Volcánica de INVOLCAN ve improbable que los efectos de la fisura puedan extenderse hasta el tráfico aéreo en el país.
"Ahora mismo, al menos, no, aunque esto puede variar porque todo depende de la dirección del viento. Hay que aclarar que la grieta está lanzando gases, dióxido de azufre, de carbono, agua, pero no está emitiendo una cantidad significativa de ceniza, que es lo más peligroso para los aviones", concluye al respecto.
En 2010, la crisis aérea afectó a más de 20.000 vuelos de marzo a mayo, pero en esta ocasión, de repetirse, coincidiría además con una de las temporadas con más vuelos del año. En Islandia residen actualmente 430 españoles, según datos Instituto Nacional de Estadística, y algunos temen no poder regresar al país para celebrar las fiestas decembrinas.
"Parece que depende de la dirección del viento y por lo visto ahora mismo no hay muchos problemas, pero eso no se sabe", explica Emilio José Arenas Vallejo, un joven español que desde hace dos años vive en Reikiavik, la capital del país. Y añade: "Tengo un poco de miedo a que me vayan a cancelar el vuelo, porque quiero ir a casa estas navidades".
Y lo más probable es que no tenga problema para hacerlo. Las imágenes tomadas el pasado martes han observado que el flujo de la lava se está desplazando en dirección contraria a la ciudad de Grindavík. "Es muy difícil decir nada cuando está la naturaleza de por medio, pero tal y como parece estar concluyendo esta mañana, parece que hemos tenido bastante suerte con la localización y desarrollo y esperamos que se mantenga así", dijo esta mañana el ministro islandés de Infraestructura, Sigurður Ingi Jóhannsson, en declaraciones a la televisión pública RUV.
"Está en fase de equilibrio"
En las últimas horas se ha visto cómo la erupción ha entrado en una fase de equilibrio. La Oficina Meteorológica de Islandia informó el martes, con base en estimaciones visuales de un vuelo de reconocimiento realizado a primera hora de ese día, de que "el flujo de lava es aproximadamente una cuarta parte de lo que era al comienzo de la erupción".
Los surtidores de magma, que durante la noche del lunes llegaron a alcanzar una elevación de hasta 120 metros, según medios locales, el martes se situaban en torno a los 30 metros en su punto más alto. Aunque esta es una noticia que puede traer calma a la población, los expertos inciden en no bajar la guardia, ya que se pueden abrir nuevas grietas sin previo aviso.
Del mismo modo, desde la IMO aseguran que "la polución por gas podría ser perceptible hoy en Vestmannaeyjar, pero no en otras zonas pobladas",y estiman que en el transcurso del día de hoy podría llegar a presentarse en los alrededores de la capital, Reikiavik.
Varios escenarios posibles
D'Auria explica que "[la península de Reykjanes, en la que se ha producido la erupción] es un terreno que por estudios previos sabemos que antiguamente estuvo sujeto a una actividad volcánica intensa que duró alrededor de un siglo, y de ahí en adelante se mantuvo inactivo". Pero eso cambió en el año 2021.
Según el experto, la zona afectada pasa desde hace dos años por una fase de reactivación de la actividad volcánica que podría llegar a persistir incluso "varias décadas", y que ya se ha manifestado con esta última erupción. Es la cuarta hasta la fecha, la más intensa y en la que más cantidad de magma está saliendo, pero también "es probable que no sea la última", alerta.
El experto al frente de la Vigilancia Volcánica en INVOLCAN estima que la erupción puede llegar a durar entre semanas y pocos meses, aunque "es difícil de prever". Por eso, contempla tres posibilidades distintas con respecto a lo que cabe esperarse de la actividad del volcán a corto plazo.
En el primer caso, la erupción finalizaría en los próximos días, algo que cabe esperarse si se tiene en cuenta que se ha estabilizado en apenas unas horas. En el segundo, algo más dramático, la lava podría seguir avanzando hacia la ciudad de Grindavik, "donde ya el mes pasado se abrieron fisuras en el terreno y los terremotos llevaron a la evacuación total de esta pequeña ciudad", recuerda.
El escenario más extremo, a su juicio, implicaría la propagación de la fractura hacia la costa, de manera que el magma y el mar interactúen generando una explosión similar a la de 2010. "Es algo improbable, dado que la erupción está siguiendo un patrón bastante benévolo, pero no imposible".
Por el momento, Islandia continúa monitorizando los cambios que puedan darse sobre el terreno y confía en los diques de contención de entre seis y ocho metros de alto que han ido construyendo para contener la lava.
"Las fortificaciones defensivas que hemos empezado a construir recientemente tendrán un impacto significativo a la hora de lidiar con la erupción volcánica", ha afirmado la primera ministra del país, Katrín Jakobsdóttir, en declaraciones recogidas por RUV.