Durante los últimos días, las playas de Galicia, Asturias y Cantabria han captado la atención mediática debido a la alarmante llegada masiva de miles de pellets de plástico. Provenientes de uno de los seis contenedores extraviados por el buque Toconao a 80 kilómetros al oeste del municipio de Viana do Castelo, esta situación ha generado una gran preocupación por las consecuencias medioambientales y el impacto que este vertido pueda tener sobre los ecosistemas costeros del Cantábrico.
Pero ¿qué son exactamente los diminutos pellets de plástico blanco que han invadido las costas del norte de España? Básicamente, estos gránulos de plástico del tamaño de una lenteja (entre 1 y 5 milímetros) son los componentes básicos para la fabricación de casi cualquier producto de plástico.
Para los fabricantes, estos pellets representan una opción ideal, ya que su formato facilita su comercialización y transporte. Una vez creados por las empresas petroquímicas, estos gránulos emprenden su viaje hacia las fábricas, donde se someten a un proceso de fundición y moldeado para transformarse en diversos artículos de plástico que encontramos en nuestra vida cotidiana.
El gran problema de este formato es que durante la fabricación u otros procesos de la cadena de suministro (como el transporte), una fracción de esos gránulos puede derramarse o perderse en el medioambiente. A menudo, estos incidentes se presentan en pequeños vertidos, aunque ocasionalmente pueden darse vertidos de mayor impacto, como en el caso de los contenedores perdidos en el mar.
De acuerdo con las estimaciones de la alianza europea Rethink Plastic, anualmente, diez billones de pellets de plástico son arrastrados a los cursos de agua. Sólo en la Unión Europea, 167.000 toneladas de pellets de plástico llegan al medioambiente cada año. Una vez en el medioambiente, estas pequeñas partículas de plástico no se degradan y, en consecuencia, no se pueden eliminar.
Qué impacto medioambiental tienen
Según la Comisión Europea, la liberación de los pellets de plástico contribuyen a la contaminación permanente de nuestros ecosistemas y cadenas alimentarias. En este sentido, diversos estudios de laboratorio han establecido una correlación directa entre la exposición a microplásticos y una amplia gama de efectos negativos, tanto físicos como tóxicos, en los organismos vivos.
Estos vertidos pueden acarrear grandes consecuencias para la vida animal. Los pellets son similares en tamaño y forma a los huevos de peces, y muchos animales marinos los confunden con alimento. Tal y como advierten desde Ecologistas en Acción, la ingesta de estos microplásticos puede resultar letal para las aves, peces o crustáceos que los consuman, ya que una vez ingeridos, dejan de alimentarse al tener el estómago lleno de plástico.
Además, estos pellets tienen la capacidad de absorber grandes cantidades de contaminantes orgánicos persistentes, unas sustancias químicas tóxicas que se acaban acumulando en los tejidos de los animales. Este fenómeno no solo contribuye a la pérdida de biodiversidad, sino que también plantea riesgos para la salud humana, ya que estas sustancias contaminantes pueden llegar a nuestros platos a través de los productos que consumimos.
Con el propósito de prevenir este tipo de vertidos, la industria del plástico creó una iniciativa llamada Operation Clean Sweep, cuyo objetivo es reducir los vertidos de pellets mediante la adopción de mejores prácticas. La industria española se unió a esta iniciativa en 2016 y cuenta con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica desde el año 2021.
No obstante, la oenegé As You Sow denuncia que, a pesar de tener más de 25 años de existencia, esta iniciativa no ha proporcionado ni ha puesto a disposición del público ningún informe sobre sus actividades, lo que plantea interrogantes sobre la eficacia real de las acciones implantadas.