No es de extrañar que el país europeo con mayor consumo per cápita de alcohol sea donde, según la creencia popular, la cerveza es más barata que el agua. O al menos eso es lo que se cree. La cultura del alcohol Letonia, Rusia o Polonia, es más que conocida: son países que se enorgullecen de la calidad de su vodka. Si bien podría dar la impresión de que estos países son los que más consumen alcohol por su ferviente pasión hacia las bebidas espirituosas, al medirse también otras con contenido de alcohol —cervezas, sidras, vinos—, la República Checa sale como ganadora.
Así lo constata el informe The European Health Report 2021, publicado en 2022 por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En la República Checa, el consumo per cápita es de 14,3 litros de alcohol puro (y solo contabilizando los adultos). Mientras que otro informe lo sitúa en el segundo lugar de la OCDE, sucediendo a Letonia con 12,1 litros. Un dato que se ha dejado de reflejar en los informes es el consumo estimado en menores de edad.
La edad legal para adquirir alcohol tanto en supermercados y licorerías como en bares, restaurantes y discotecas en la República Checa son los 18 años. Casi como en toda Europa. Y como sucede también en el viejo continente, conocido por sus altísimos índices de consumo del alcohol per cápita —9 de los 10 países que copan el ranking mundial—, el problema del alto consumo de bebidas alcohólicas en menores ha obligado a la sociedad a movilizarse.
[Cómo es el país en el que 'faltan' hombres y las mujeres viven más]
Albert Kšiňan, del Instituto Nacional SYRI, declaró al medio local Brno Daily que la cultura checa está hasta cierto punto saturada de alcohol, y los actos sociales giran en gran medida en torno a él. El informe sobre la situación en el ámbito de las adicciones, publicado por la Línea nacional para dejar de consumir drogas ilícitas —un servicio coordinado por la Oficina de Gobierno de la República Checa— el pasado 4 de enero, afirma que el 10% de la población adulta bebe alcohol a diario.
Solo un sorbito
Un informe de la OCDE de 2015 daba cuenta de que los menores que habían probado alcohol en los diez años precedentes y una cuarta parte de los jóvenes de 15 años declaraba beber alcohol de forma regular. Otro dato algo más reciente, de The European School Survey Project on Alcohol and other Drugs (ESPAD) reflejaba que el 85% de los estudiantes checos habían consumido alcohol durante su vida; y la prevalencia en el último año —2018.2019— era del 87.2%.
Según un estudio realizado en 2017 por cuatro científicos checos de la Universidad Carolina y la Universidad Palacký de Olomouc, el 7,4 % de los niños de once años encuestados admitió beber al menos una vez a la semana. El 19,3 % de los niños de trece años y cerca de dos quintas partes de los niños de quince años.
Los resultados de un estudio de 2017 realizado por científicos checos de la Charles University y la Palacký University Olomouc que profundizaba en el consumo de alcohol en niños y adolescentes checos, concluyeron que existe un "alto grado de liberalismo" hacia el alcohol en la sociedad checa. Y añade que "parece que el consumo de alcohol seguirá siendo un grave problema en la sociedad checa, por lo que habrá que prestar más atención a este fenómeno en el futuro".
"Salir a tomar una cerveza es algo con lo que los niños se encuentran desde pequeños", afirma Albert Kšiňan, del Instituto Nacional de Investigación sobre el Impacto Socioeconómico de las Enfermedades y los Riesgos Sistémicos (SYRI, por sus siglas en checo). Este investigador, junto a sus homólogos del SYRI se planteó indagar sobre la asociación entre el consumo de alcohol y el contexto familiar. Y partió de una creencia muy extendida entre los padres: dar sorbos de alcohol a sus hijos es una buena manera de iniciarlos en el consumo seguro de alcohol.
Analizando los datos del European Longitudinal Study of Parents and Children (ELSPAC) de niños de 11 (2.202) y 15 años (1.279) descubrió en 2023, junto a otros especialistas, que el suministro de alcohol por parte de los padres es un importante factor de riesgo para el consumo posterior de alcohol de los adolescentes en la República Checa.
El siguiente paso que quieren dar es descubrir cómo esto se relaciona con el ámbito extrafamiliar: cómo afecta el barrio o el lugar donde vive la gente al consumo. "Por ejemplo, hay muchos bares, restaurantes y establecimientos de bebida similares. El objetivo es averiguar qué efecto tiene la densidad de lugares donde se puede conseguir alcohol sobre las tasas de consumo", dice en declaraciones a Brno Daily.
Una campaña "iluminadora"
En 2020, las autoridades checas redujeron el IVA de la cerveza vendida en restaurantes del 21% —una medida revertida este mismo año por necesidades económicas— al 10% y la publicidad del alcohol carece en gran medida de restricciones, salvo en algunas zonas al aire libre (por ejemplo, en el exterior de los colegios). Además, en la República Checa, por ley, la cerveza "sin alcohol" puede contener hasta un 0,5% de alcohol —en España es un 1%—. Pero algunas llevan la etiqueta "sin alcohol".
Así, se ha constatado una liberalización del acceso a las bebidas alcohólicas desde el Ejecutivo nacional, pero desde las administraciones locales, como la de Praga, se ha puesto coto al consumo de alcohol, ampliando las zonas donde no se puede beber. A mediados de 2022 puso en marcha una medida que restringía el consumo de alcohol en parques infantiles ni cerca de centros educativos y sanitarios y prohibía beber en un perímetro de 100 metros desde las bocas de metro y las estaciones de transporte público.
Por eso, y sobre todo por la extendida práctica de dar sorbos de alcohol a los menores de edad, la sociedad civil se movilizó en noviembre de 2022 con la campaña social mediática nechmel děti (deja que los niños, en español). Un grupo de padres liderados por Petr Freimann ambicionaban 'iluminar' a los padres para que dejaran de dar pequeñas cantidades de alcohol a los niños y adolescentes.
Varios estudios han demostrado que los niños aprenden a ver el alcohol como una diversión y, tras su experiencia con sus padres, son más propensos a disfrutarlo sin ellos, normalmente con sus semejantes. En declaraciones a Euronews, Petr Baďura, profesor adjunto del Departamento de Cultura Física de la Universidad Palacký de Olomouc, aplaudió la iniciativa.
"Sin duda es un paso en la dirección correcta, ya que quizá tenga un impacto preventivo en algunos sectores de la población", afirmó Baďura al medio europeo. "Sin embargo, dada la actitud de los checos hacia el alcohol, es poco probable que sea un completo 'punto de inflexión' que haga que toda la generación joven evite el consumo excesivo de alcohol", añadió.