Una de las consecuencias del calentamiento global es la alteración del régimen de precipitaciones. Este invierno, mientras en algunos países las inundaciones se hacen comunes, en otros aumentan las sequías. Ante este panorama, múltiples proyectos tratan de sacar ventaja de la lluvia para paliar los efectos de la escasez de agua, que en 2024 persiste como una amenaza palpable y global a los cultivos, la economía y el propio bienestar de las personas.
Ya sabe lo que suele decirse, el agua es nuestro bien más preciado… y las acciones para preservarlo son cada vez más y más innovadoras. Imagine que en India, un gigante de la geografía en el que el 60% de la población depende de la agricultura para vivir, la gente se ve obligada a emigrar en busca de trabajo porque la tierra ya no es fértil. Porque languidece envuelta en una espesa capa de sal. Y porque lo que antes "solían ser campos verdes, ahora es un desierto blanco".
Eso es precisamente lo que en 2018 los campesinos de una aldea de Gujarat, al noroeste del país asiático, contaban a la BBC para alzar la voz ante la acuciante necesidad de resucitar sus tierras. Paralelamente a sus protestas, un ambicioso proyecto nacía de la mano de la empresa social Naireeta Services para dar respuesta a todo esto.
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Sus fundadores, Trupti Jain y Biplab Khetan Paul, empezaron a idear en 2001 una solución a las estaciones secas coincidiendo con el terremoto de Gujarat, cuando "las temperaturas subieron drásticamente dejando a la gente sin agua", contaban al medio británico. "Después llegó el monzón inundando todo y dejando las granjas anegadas durante meses". Ese fue el momento en el que se pusieron manos a la obra.
Una solución llamada Bhungroo
Los emprendedores se dieron cuenta de que podían sacar provecho de las lluvias erráticas, típicas de la época monzónica —que se produce por un cambio estacional en la dirección del viento—. Con esa idea acabaron creando Bhungroo. El dispositivo, cuyo nombre es una palabra en guyaratí que significa 'pajita' o 'sorbete', recolecta el agua de la lluvia a partir de un tubo de entre 10 y 15 centímetros de diámetro que se inserta en la tierra.
Durante las lluvias monzónicas, el exceso de agua se discurre por el dispositivo y se filtra de forma natural. Este sistema, reconocido en los premios de la ONU a la Acción Climática Global de 2023, basa su efectividad en un enorme dispositivo subterráneo que puede llegar a contener hasta 40 millones de litros de agua de lluvia.
Una vez almacenada el agua, esta se envía a los acuíferos subterráneos. Allí permanece depositada hasta que llega la época seca, lo que permite "tener dos cosechas al año", cuenta a la BBC Karen Behan, quien utiliza ese sistema en su propia granja. El agua de lluvia no salina, cuando se mezcla con el agua salina subterránea, "reduce la salinidad del agua subterránea, haciéndola apta para uso agrícola".
Bhungroo recoge agua durante 10 días al año y puede suministrarla hasta siete meses. Lo curioso de esta iniciativa, entre otros aspectos, es que, si bien la tecnología es de código abierto —lo que permite su escalabilidad en otros países—, la empresa creadora parte de un principio no negociable: que el dispositivo sea utilizado únicamente por las personas pobres.
Por cada tubo Bhungroo que se instala, se mejora la fertilidad de la tierra para cinco familias indias, garantizando la cosecha durante 30 años. Desde la UNFCCC destacan que, incluso, "el programa ha ayudado a liberar a las mujeres de las deudas, a obtener la propiedad de la tierra y a participar en la gobernanza local".
El de la ONU no es el único reconocimiento que se ha cosechado, valga el juego de palabras, esta empresa. A lo largo de los últimos años, científicos, líderes de opinión y políticos han expresado su interés en replicar la iniciativa en todo el país y difundirlo por países de África. El pasado 17 de enero, la empresa social a la que pertenece el proyecto, Naireeta Services, resultó ganadora del UpLink's Zero Water Waste Challenge del foro de Davos.
Biofiltrado para combatir la sequía
En ese mismo premio, también reconocieron a una start-up que ha puesto en marcha un proyecto muy similar en Europa. Bautizado como BlueBoqs, este pertenece a la compañía danesa FieldFactors y logra transformar la lluvia en un depósito local de agua dulce.
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Como explican en una publicación en Instagram del Foro Económico Mundial, el sistema recolecta el 95% de la lluvia localizada en un tanque. Después, la filtra a través de un complejo sistema de biofiltrado que elimina las sustancias contaminantes (como el aceite o los metales pesados) y la deposita en el subsuelo hasta que sea necesario recurrir a ella.
"Esto previene las inundaciones y protege contra la sequía en las ciudades", e incluso los campos de fútbol pueden utilizarla reduciendo un 80% el consumo de agua. "Almacenar y reutilizar el agua de la lluvia puede reforzar la resiliencia climática de las ciudades y los emprendedores alrededor del mundo están aprovechando este recurso renovable de agua dulce", destacan sobre ella en las redes de WEF.