Caparazones de plástico, metal o cristal. Los cangrejos ermitaños, que utilizan las conchas como corazas para proteger su pleon y que sirven de escudo contra depredadores, se están adaptando a la era del antropoceno. Así lo ha constatado un equipo de científicos del Centro de Investigación Biológica y Química de la Universidad de Varsovia y del departamento de Zoología de la Universidad de Ciencias de la Vida de Poznań (Polonia).
Liderados por Zuzanna Jagiello, los investigadores han analizado imágenes de crustáceos decápodos que han encontrado en plataformas digitales online (Flickr, iNaturalista, Google Imagen, YouTube y Alamy) para cuantificar el uso de conchas artificiales hechas de residuos. Además, complementaron su estudio con información de estudios previos. Así, han conseguido identificar que 10 de las 16 especies de cangrejos ermitaños terrestres del mundo han sido fotografiadas con un caparazón artificial a sus espaldas.
Los resultados del estudio, publicados en la revista Science of The Total Environment, arrojan un balance preocupante sobre los 'nuevos' materiales de las conchas que utilizan los cangrejos ermitaños: "el plástico fue el predominantemente utilizado (84,5 %, 326 de 386 imágenes, y específicamente —tapones de plástico blanco y negro—), seguido de metal y vidrio combinados (4,7 %), metal (5,4 %) y vidrio (5,4 %)", recoge el documento.
"En lugar de ir adornados con una bonita concha de caracol, que es lo que estamos acostumbrados a ver, llevarían un tapón de plástico rojo de botella en la espalda o un trozo de bombilla", ha señalado Marta Szulkin, coautora del estudio y ecóloga urbana de la Universidad de Varsovia, a la BBC.
Lo que los investigadores todavía no tienen muy claro es el impacto de la exposición a residuos antropogénicos en la salud de los crustáceos, pero sugieren que a largo plazo los plásticos pueden afectar a su evolución. Y para concluir, arrojan una cuestión: "¿Están las conchas artificiales preparando el terreno para una nueva trayectoria evolutiva de los cangrejos ermitaños, o son una trampa ecológica y evolutiva del Antropoceno?".
El cangrejo viste de plástico
Este comportamiento tanatocrético —la tanatocresis sucede cuando un individuo utiliza los restos de otros organismos muertos para su propio beneficio—, según la investigación, se da "a escala mundial" —se han encontrado cangrejos ermitaños con caparazones artificiales en la mayoría de las costas tropicales de ambos hemisferios—. Se han identificado todas las subespecies de la familia Coenobitidae, a excepción del cangrejo de los cocoteros (Birgus latro) porque no utiliza caparazones de gasterópodos.
¿Por qué utilizan nuevos materiales?, según el estudio
- Los 'nuevos' caparazones artificiales pueden ser atractivos para las hembras, ya que la novedad per se es una ventaja en la evolución de la exhibición y la selección sexuales.
- Los caparazones artificiales pueden influir en los balances energéticos individuales, especialmente en el caso de los caparazones de plástico, que suelen ser más ligeros que los naturales.
- Los cangrejos ermitaños utilizan señales olfativas emitidas por el olor de congéneres muertos para localizar conchas disponibles. También se podrían sentir atraídos por el olor del sulfuro de dimetilo (DMS)
- Dada la elevada contaminación por desechos marinos, el uso de caparazones artificiales también puede desempeñar una nueva función antidepredadora: la de protección. Así, se camuflan de sus presas en entornos contaminados.
La razón principal que está empujando a los cangrejos ermitaños a buscar nuevos materiales para utilizar como caparazones está relacionada indirectamente, de acuerdo con los investigadores, con la disminución de las poblaciones de moluscos de todo el mundo. Por eso, hay menos conchas en las costas.
La acidificación también sería responsable de la disminución: los caracoles y otros crustáceos tienen problemas a la hora de 'fabricar' sus conchas.
Los animales marinos que forman conchas y otras superficies duras dependen de los iones carbonato como componentes básicos en sus procesos de calcificación. A medida que los océanos se acidifican, esa sustancia empieza a escasear y se pone en peligro la supervivencia misma de estas criaturas.
No obstante, esa no es la única razón que ha encontrado la ciencia para explicar por qué es cada vez más raro ver conchas en las costas. Un estudio sin parangón, publicado en 2014 en la revista PLOS ONE, daba cuenta de las implicaciones de la reducción de las conchas en las playas. Y atribuía la situación al turismo: los bañistas tienden a llevarse las conchas a sus hogares, como quien se lleva un souvenir.
El pronóstico no es muy alentador: el plástico seguirá aumentando en la superficie de nuestros océanos y a medida que las condiciones marinas de todo el mundo se acerquen a la acidificación a ritmos similares, caracoles, cangrejos, langostas, corales y muchas más criaturas podrían disminuir.