"Hemos instalado suelos, hemos pintado, hemos conseguido agua potable y luz, y ahora estamos instalando los ventiladores para que todo sea más cómodo", explican el cómico Miguel Lago y su esposa Laura Abella. En el verano de 2023 constituyeron su propia entidad social, la Fundación Miguel Lago, y se han volcado por completo con el proyecto de la escuelita Palmeras en la Nieve, un centro educativo en Consuelo (San Pedro de Macorís, República Dominicana) que da servicio a una treintena de niños de familias son escasos recursos.
El centro levantó sus muros inicialmente en 2018, de la mano de la Asociación Sonríe Educando que decidió darles unas instalaciones dignas a los niños y niñas del barrio los Filiu (Consuelo) después de dos años de actividad. Con la ayuda de 38 personas, que aportaron su granito de arena a través de la plataforma de micromecenazgo solidario Teaming, erigieron una estructura básica con dos aulas, un cuarto para guardar material, dos baños y un patio de recreo con un pequeño huerto aledaño.
Seis años después, estas instalaciones rudimentarias requerían una reforma integral para adecuarse a las necesidades de la comunidad. Tras la rehabilitación, "ahora hay una escuela en condiciones", explica Abella, que es quien dirige el proyecto con la ayuda de Vanesa Reyes y Mari Ángeles, fundadoras de la escuelita. Y cuenta que el objetivo es que el centro educativo sea "sostenible en el tiempo".
Lago insiste en la importancia de ser respetuosos con el país. "No queremos caer en el arquetipo de extranjero que viene a dar lecciones al país; lo único que hacemos es ayudar en la medida de nuestras posibilidades ahí en el pueblo", señala. Y además, confía en que los niños, una vez hayan aprendido los conocimientos más básicos, puedan acceder al sistema público de educación.
Luisa, la maestra
En conversación con ENCLAVE ODS, lo primero que menciona Luisa (38 años), la maestra de la escuela, es la alegría que sienten los niños después de la reforma. "Están muy felices; y se la pasan jugando". Y continúa: "Son niños muy buenos, extrovertidos, cariñosos y amorosos".
En ella se aprecia el reflejo de aquellos profesores y profesoras están dispuestos a sacrificar lo que sea por el bienestar de los niños. "Lo que más satisfacción me da de ser maestra de los niños es el amor y el cariño que recibo de los niños", confiesa. Las renovadas instalaciones, de acuerdo con Luisa, han multiplicado las posibilidades de ocio de los niños. "Quieren jugar, cantar y jugar al baloncesto".
Lo que le parte el corazón a diario es encontrarse con que hay muchos niños y niñas que llegan a la escuela sin desayunar. Ante esta situación, la Fundación Miguel Lago ha podido proporcionar un almuerzo al día a los niños. "Ahora desayunamos todos juntos; ha mejorado mucho el ambiente para enseñar a los niños".
Cara, alma y corazón
Lago y Abella definen su recién constituida entidad social como un proyecto familiar. Decidieron crear una organización que plasmara sus valores y que pusiera de manifiesto el compromiso de su familia con las causas sociales. Como casi cualquier otra fundación de estas características.
Desde el primer momento, cuando visitaron la escuela por primera vez, implicaron a sus cuatro hijos. Lucía (15 años) y Diego (13 años) están muy sensibilizados con la infancia dominicana."Hemos llevado entre todos el material y los más pequeños, Anna y Robinson envían dibujos a los niños de vez en cuando", explica la pareja.
Además, la hija mayor, Lucía, está muy involucrada en las actividades de la fundación: está preparando un taller para impartir en verano en la escuela. También forma parte, junto a sus padres, del patronato. Juntos forman una tripla donde Miguel es la cara, Laura el alma y Lucía el corazón de la iniciativa.
En cuando a los planes de futuro de la fundación, sus fundadores cuentan que la intención es impulsar proyectos como Palmeras en la Nieve. Por el momento, solo pueden actuar en República Dominicana: "No queremos correr antes que andar; hay que afianzar este proyecto, aprender de él y crecer desde ahí", declaran Lago y Abella.
Al tiempo que lo hacen, también refuerzan el sentido de solidaridad en la familia Lago-Abella. "Queremos que dure mucho en el tiempo; que nuestros hijos tomen conciencia de que somos muy afortunados y que tenemos que repartir y colaborar en la medida de lo posible".