Cada inverno se observa una horda de siluetas blancas de más de diez metros de altura que merodean el paisaje del Monte Zaō (en la frontera entre las prefecturas de Yamagata y Miyagi, Japón). Se han convertido en el símbolo más reconocible del paraje y la razón por la que en la estación fría cientos de turistas se acercan a observarlas. El misterio de las figuras de nieve tiene su explicación científica: se trata de abetos de Maries que han sido cubiertos por la nieve formando esculturas en forma de persona. No obstante, los científicos observan que este fenómeno es cada vez más declinante.
El origen de estas figuras se explica por un cúmulo de circunstancias meteorológicas. Los vientos siberianos azotan la región y congelan las gotas en las ramas de las coníferas, formando lo que se conoce por hielo de escarcha. Pero lo que le da esa corpulencia, equiparable a los kaiju —"bestias extrañas, en japonés"— más terroríficos, es algo más simple. Al estar cubiertos de nieve y hielo, los fuertes vientos esculpen carámbanos horizontales, creando siluetas que poco se parecen a los árboles. Este proceso se repite una y otra vez hasta formar grandes y grotescas figuras.
Si bien en la actualidad estos monstruos de hielo se encuentran principalmente en las montañas de Zaō, antes se habían avistado en una zona más amplia: desde Hokkaido, en el norte, hasta la prefectura de Ishikawa, en el centro del país. Así lo aseguraba Fumitaka Yanagisawa, profesor emérito del Instituto de Investigación de Monstruos de Hielo y Volcanes de Zao de la Universidad de Yamagata y uno de los científicos que estudia cómo se distribuye este fenómeno en el territorio, al diario The Asahi Shinbun (edición en inglés).
"Debido al calentamiento global, el juhyo se forma ahora en zonas con mayor altitud que en el pasado", afirmó Yanagisawa. "Pero en Hokkaido ya no hay montañas ni coníferas a altitudes que reúnan las condiciones meteorológicas necesarias". El experto vaticina la perdición de este curioso fenómeno: prácticamente desaparecerán a finales de siglo si no se frena el cambio climático.
Un delicado equilibrio
Los científicos han observado desde principios del siglo XX que los juhyo se extienden desde el Monte Piyashiriyama —al norte de Hokkaido (una de las cuatro islas más importantes de Japón)— hasta el Monte Hakusan —en la prefectura de Ishikawa, a 174 km de Tokio—. No obstante, Yanagisawa anota en declaraciones a The Asahi Shinbun que la geografía por la que se extienden se ha ido reduciendo, tanto en el extremo norte como en el sur.
El delicado equilibrio de temperaturas bajas de entre 10 y 15 grados bajo cero, acumulación de nieve de dos a tres metros y fuertes vientos del noroeste o del oeste con una velocidad de 36 a 54 km/h se ha visto alterado en los últimos años por una serie de factores.
El más obvio para Yanagisawa es el cambio climático. Las temperaturas invernales en Yamagata han aumentado 2 grados centígrados desde 1910 y el calentamiento de 1,6 grados de Hokkaidos en el último siglo, han reducido el periodo de formación del Juhyo. La Agencia Meteorológica de Japón ha informado que en los últimos 100 años la temperatura en todo el territorio nipón se ha incrementado en 1,3 °C.
Pero esta peligrosa tendencia al calor no es el único factor que amenaza a los icónicos gigantes de nieve: las polillas se han estado comiendo las agujas de los árboles y un escarabajo invasor de la corteza ha estado matando ejemplares sanos.
Las ramas se están volviendo cada vez más delgadas y también hay casos constatados de ramas que se rompen por el peso de la nieve, ha afirmado Yanagisawa al diario Yoimuri.
Un esfuerzo en balde
En los últimos años, el servicio forestal local ha tratado de plantar semillas en lo alto de las montañas. Pero se dieron cuenta de que solo servía de alimento para los roedores de la zona. Para evitar este percance, idearon una manera de privar a los animales de las deliciosas semillas: cubrirlas con una malla metálica.
Desde hace alrededor de diez años, los visitantes han dejado de ser solo los amantes de los deportes de nieve. Los monstruos de nieve han atraído turistas, incluso de otras partes de Asia. La mayor preocupación de los responsables de turismo de la región es que aquellos que viajan expresamente para ser testigos de esta maravilla de la naturaleza es que se marchen decepcionados.
"Si el juhyo desaparece, será un gran inconveniente para nuestro negocio", expresó precupado Hideo Shimanuki, director del teleférico de Zao, en declaraciones a The New York Times.