En Kenia, la naturaleza presume de tal imponencia que uno puede ver cómo la tierra se resquebraja. Esto no es ningún juego de palabras, sino la postal a la que los habitantes de Mai Mahiu están acostumbrados desde hace seis años.
[Una enorme grieta de varios kilómetros podría partir África por la mitad]
En 2018, la aparición de una fractura en la carretera que conecta esta localidad al sureste del país con Suswa obligó a evacuar a los vecinos y sirvió como recordatorio de lo que ocurrirá en decenas de millones de años, cuando la actividad en el sistema del Rift de África Oriental (EARS) acabe haciendo que el continente se separe en dos.
Aunque la grieta entonces traspasó fronteras, copando titulares y sorprendiendo al mundo entero, para quienes entienden el funcionamiento de las placas tectónicas no resultó ninguna novedad. Desde hace 25 millones de años, este sistema está dividiendo lentamente la placa africana en dos partes desiguales, las placas de Somalia y Nubia, y se prevé que en el futuro lejano llegue incluso a propiciar la formación de un nuevo océano.
El valle del Rift fascina a los geólogos porque no se comporta como otras grietas continentales. Por lo general, cuando se forma una fisura se crean deformaciones perpendiculares al movimiento de las placas, pero en el caso del EARS también aparecen otras paralelas a la grieta.
El porqué de este comportamiento anómalo es algo a lo que la comunidad científica ha tratado de responder durante años y un estudio del Instituto Politécnico de Virginia parece haber encontrado, por fin, una explicación al respecto.
En marzo de 2023, un grupo de científicos del centro con sede en Blacksburg —también conocido como Virginia Tech —exploró el funcionamiento interno del valle a partir de GPS y un sistema de modelado termomecánico en 3D. En su investigación, que desde marzo puede consultarse en el Journal of Geophysical Research, descubrieron que estas deformaciones paralelas son el resultado de un fenómeno conocido como la superpluma africana.
Cuando hablamos de él nos referimos al surgimiento masivo del manto caliente que emerge de las profundidades del planeta, transportando calor hacia la superficie. La roca fundida se extiende desde el suroeste africano hasta el noroeste del continente, volviéndose más superficial a medida que se extiende en dirección norte. El equipo de Virginia Tech considera que el flujo que se crea en este proceso podría ser responsable de las deformaciones atípicas en el valle.
Igualmente, el estudio confirmó que las fuerzas de flotabilidad litosféricas, responsables de las deformaciones perpendiculares, están impulsando la grieta, acogiéndose a las ideas ya establecidas en estudios anteriores y "aportando nuevos conocimientos de que pueden ocurrir deformaciones anómalas en África oriental".
Los hallazgos del instituto estadounidense son cruciales para llegar a unas predicciones más exactas sobre cómo estas fuerzas geológicas transformarán el continente africano a lo largo de los siglos.
Un nuevo océano
El sistema del Rift es una impresionante falla geológica formada hace 25 millones de años que atraviesa 10 países, enriqueciendo a su paso el paisaje con valles, depresiones, fallas y volcanes. También es el único lugar del planeta en el que puede verse claramente cómo una grieta continental se transforma en una oceánica.
El valle del Rift crece a un ritmo de 7 milímetros al año, aproximadamente, impulsado por la tectónica de placas y la actividad volcánica en las regiones sobre las que se extiende. Además, desde 2020 se sabe que la microplaca de Victoria lleva al menos seis años girando en sentido antihorario con respecto a la placa africana. Así lo confirmó un estudio publicado en la revista Nature, donde los investigadores explicaban que este era un indicio de que ya se ha puesto en marcha el proceso de formación de un nuevo mar.
Cuando se abra del todo, el Rift acabará separando el continente africano en dos, originando un océano en medio. Pero para que eso pase todavía habrá que esperar (y mucho): se trata de un proceso rápido en términos geológicos, pero lentísimo para la noción del tiempo humana, ya que, según los investigadores, no culminará hasta dentro de unos 50 millones de años.
Cuando ocurra, los territorios de las actuales Etiopía, Somalia, Yibuti, Kenia y Eritrea se desligarán del resto del continente. Y aunque por ahora parezca un futuro del que sus habitantes no tienen por qué preocuparse, sucesos como el de la aparición de una grieta en el pueblo de Mai Mahiu sirven como recordatorio de que el ser humano es solo un huésped en la inmensidad de la naturaleza.
Desde entonces, y ante ente el riesgo de que puedan aparecer otras grietas en el futuro, los geólogos han recomendado a las autoridades que tengan en cuenta las líneas de fallas a la hora de planificar sus nuevas carreteras, líneas ferroviarias y proyectos de infraestructura.