Asma estuvo encarcelada en un centro de detención de Trípoli, Libia. En aquella "cárcel", cuenta, los hombres —sus carceleros— "llegaban por las noches y violaban a las mujeres". Algunas, reconoce, "aceptaban incluso tener relaciones con ellos" con la "esperanza" de que, así, las dejasen en libertad.
Ella asegura que no fue una de sus víctimas pues, en aquel momento, estaba "muy enferma". Pero eso no le libró de las torturas: "Nos pegaban con palos, nos quitaban los móviles para no grabar lo que sucedía". Y cuenta que, cuando llegó, la desesperación era tal que una mujer "se suicidó cortándose las muñecas".
La desgarradora historia de Asma es real, aunque su nombre no lo sea. Ella es una de las pacientes que fue atendida en 2023 por Médicos Sin Fronteras (MSF). Su historia es una de muchas de las que recoge el último informe de la oenegé, Muerte, desesperación y desamparo: el coste humano de las políticas migratorias de la UE.
En él, MSF se apoya en testimonios de primera mano de personal médico y pacientes para ilustrar la, como dice la propia oenegé, "espeluznante adopción de tácticas violentas, autorizadas por las políticas de la Unión Europea y sus Estados miembros", contra las personas migrantes. Y es que el uso de "porras de madera, palos de metal, cables eléctricos y tuberías", asegura el texto, están a la orden del día en la frontera sur de la UE.
Porque, como da a entender el informe, para los posibles solicitantes de asilo, Libia es sinónimo de infierno y violencia. Y allí es a donde la UE y los guardacostas libios llevan a buena parte de quienes intentan alcanzar la costa europea.
En los primeros 8 meses del 2023, fueron 11.000 personas las que fueron devueltas al país norteafricano. Algo que, como denuncian desde MSF, tiene mucho que ver con la declaración de Libia como zona de salvamento y rescate en 2017.
El informe, además, así lo concluye tras analizar más de 7.900 consultas médicas de urgencia y entrevistar a más de 8.400 personas rescatadas en el mar en 2023. Tal y como explica Raquel González, responsable de Relaciones Institucionales de Médicos Sin Fronteras: "Denuncia las consecuencias absolutamente terribles de esta crisis generada por las políticas europeas que están solamente basadas en la seguridad y no en la protección de estas personas.
El texto de MSF, explica González, "describe y recoge testimonios de personas que han sufrido violencia física y mental tanto fuera de Europa, como en sus fronteras como dentro de territorio europeo". Porque, como reza la investigación, "en Europa y fuera de ella, los equipos médicos y humanitarios [de la oenegé] han tratado las devastadoras consecuencias de las políticas y prácticas migratorias restrictivas y han visto de primera mano su coste humano".
"Laboratorios de políticas dañinas"
Un coste que va más allá de una violencia que, dice González, "está institucionalizada". Y señala como agravante a los "discursos de los líderes políticos que cada vez deshumanizan más a estas personas que no son europeas".
MSF ha respondido, explican desde la organización, en lugares como Libia, los Balcanes, el Mediterráneo central, Polonia, Grecia o Italia. Zonas que, aseguran en el informe, se han convertido en "laboratorios y bancos de pruebas de políticas y prácticas cada vez más dañinas".
Un ejemplo claro de estos "laboratorios" a las puertas de Europa es el vivido por Nasser (nombre ficticio), superviviente de un rescate del barco de MSF Geo Barents en 2022. Cuenta que, junto a un grupo de personas, intentó cruzar el río que separa Turquía de Grecia. "Vimos a unos policías llegar en motos de agua y chocaron contra nuestra barca, que se hundió", explica en el informe de la oenegé.
"Era de noche, no podía ver bien lo que estaba ocurriendo, pero los policías intentaron hundirnos, empujando nuestras cabezas bajo el agua. Uno de mis amigos murió así, ahogado", continúa.
Esa situación, explica Naseer, hizo que desistiera en su intento de entrar a Europa por Grecia, y probó suerte con la ruta del Mediterráneo central. "Nos montamos en un barco muy pequeño 110 personas, camino a Italia. No había oxígeno, ni agua potable. Estábamos hundiéndonos y los capitanes no nos permitieron abandonar el barco", explica.
Ese centenar de personas estaba atrapado, encerrado, dentro de la bodega de la barcaza. "Cuando el agua comenzó a entrar, tiramos abajo la puerta; no había nadie fuera", concluye. Fue el Geo Barents el que, al fin, pudo rescatar a los supervivientes, desafiando las órdenes del Gobierno italiano.
Contra los valores europeos
Este es solo un ejemplo de los miles de historias recopilados por MSF de la frontera la UE. Es allí donde se puede ver, dice González, "el impacto directo y tremendo de políticas europeas que no solo no brindan seguridad y protección, sino que inciden cada vez más en aspectos de violencia contra estas personas que llegan".
Y zanja: "La decisión de permitir y promover políticas de violencia y privación contra refugiados y migrantes, en lugar de buscar soluciones políticas humanas, debería sacudir la conciencia colectiva".
González es tajante en su crítica a las políticas europeas: "Vemos cómo los líderes de la UE redoblan su apuesta e incluso celebran políticas inhumanas como grito de guerra. Esto contradice directamente los valores fundamentales que la UE dice defender".
Una "violenta red de disuasión"
Las conclusiones de Muerte, desesperación y desamparo son claras: "Las personas que se desplazan en busca de seguridad y protección, entre ellas miles de pacientes de MSF, se han enfrentado a sucesivas y agravadas formas de daño, claros distintivos de la intención de la UE de atrapar, bloquear, detener y negar seguridad a migrantes y refugiados". Desde MSF hablan de una "violenta red de disuasión" para que las personas dejen de intentar llegar a Europa.
Según el informe, aquellos que buscan protección y que, principalmente, llegan de países de África, Oriente Próximo o Asia, "se ven atrapadas de forma violenta en países no pertenecientes a la UE sin acceso a asistencia sanitaria ni protección debido a los acuerdos de externalización de la UE".
MSF asegura que las personas "bloqueadas" en Libia, Níger, Túnez y Serbia son "objeto de niveles alarmantes de violencia y coacción, incluidas redadas, desalojos y ataques por parte de las fuerzas de seguridad". En Serbia, Níger y Libia, además, "se ven abocadas a vivir en condiciones precarias, excluidas o sin acceso a la atención sanitaria".
En estos contextos, indican en el informe, los principales problemas que atienden los sanitarios de MSF son "afecciones prevenibles, como enfermedades de la piel, infecciones respiratorias y trastornos gastrointestinales".
Por su parte, las personas "interceptadas en el mar y devueltas a centros de detención" en Libia, concluye la investigación, están expuestas a "condiciones extremadamente peligrosas, violencia y abusos". En su mayoría, sufren ansiedad, depresión, autolesiones e intentos de suicidio. Además, en Libia y Níger, MSF también atendió a personas previamente interceptadas por la Guardia Costera tunecina y posteriormente expulsadas a Libia y Argelia.
MSF también alerta de que "las personas que cruzan las fronteras de la UE están muriendo de deshidratación, hipotermia y heridas al intentar ponerse a salvo o escapar de violentas devoluciones en calientes". Otras, se ahogan en el Mediterráneo y el Egeo debido "a la falta de asistencia y búsqueda y salvamento, y a las peligrosas prácticas de los guardacostas".
Por su parte, la oenegé lamenta la situación en la que se encuentran quienes consiguen entrar en la Unión: "Las estructuras de tipo carcelario, como los Centros Cerrados de Acceso Controlado financiados por la UE en Grecia, han minado la salud de las personas que residen en ellos".
Además, asegura el informe, las "políticas de disuasión" que se encuentran los migrantes "les privan de cualquier posibilidad de curarse, asentarse y vivir con dignidad". Y explica que "las personas a las que se deniega el acceso al asilo y a los derechos relacionados con la acogida se ven obligadas a vivir en la calle o en casas ocupadas".
Los psicólogos de MSF también observan "un claro deterioro de la salud mental de las personas que viven en la calle, con el trastorno psicótico, el trastorno de estrés postraumático y la depresión como principales diagnósticos". En todo este contexto, recuerdan desde la oenegé de ayuda humanitaria, "los niños son blanco del abandono y la exclusión estatales".
Por todo ello, la entidad lamenta que "la violencia, en sus diferentes y entrelazadas formas, ha sido una constante en los contextos donde ha trabajado MSF". La organización, dicen, "ha tenido que responder a sus consecuencias", que no han hecho más que empezar a vislumbrarse.