El primer naufragio conocido a una patera con migrantes tratando de llegar a costas españolas data de 1988, un accidente cerca de Tarifa en el que fallecieron 18 personas procedentes de Marruecos. El primer acuerdo de España con el país fue en 1992. Y la primera película en tratar el tema, Bwana, dirigida por Imanol Uribe, es de 1996.
La protagonizaban Andrés Pajares, en aquel momento uno de los intérpretes más conocidos y prestigiosos del país, y el actor de origen ecuatoguineano Emilio Buale, que aunque creció en Móstoles, interpretaba un hombre que en nuestro idioma solo sabía decir: “Viva España, Induráin”.
La primera crisis en la ruta migratoria canaria data de 2006, cuando se generalizan las travesías en cayuco debido al endurecimiento de los controles en el norte de Marruecos. Para encontrar películas que traten el tema en las Islas hay que esperar casi la pandemia, con documentales como Aquí estamos (Javier Ríos, 2021) o la reciente ficción Érase una vez en Canarias (Armando Ravelo, 2023).
[La inmigración irregular creció un 17% en la UE en 2023: la ruta canaria, la que más sube (161%)]
En los últimos años, la migración ha empezado a tratarse por la ficción audiovisual española intentando ampliar los puntos de vista posibles, pero sea por su situación periférica o por la ausencia de una industria cinematográfica local, la ruta canaria ha quedado tradicionalmente relegada y sus relatos son postergados.
Lo mismo desde hace 20 años
“Te genera una enorme frustración porque sigues escribiendo los mismos términos de los últimos 20 años. Y, efectivamente, parece que no ha cambiado nada, aunque han cambiado muchísimas cosas”. Se lo cuenta a Enclave ODS Juan Manuel Pardellas, que ha sido periodista en las Canarias durante más de dos décadas, ejerciendo en medios locales y como corresponsal de otros de ámbito nacional.
Su libro reportaje En este gran mar (Gaveta Ediciones, 2023) recupera un caso que empezó a seguir en 2001, la aparición de un yate con 11 cadáveres momificados en su interior en aguas territoriales de Barbados, en el Caribe. Fue el último episodio de la trayectoria del viaje de 48 jóvenes de diferentes países de África que pagaron una cantidad desorbitada por subirse a esa embarcación para tratar de llegar a Canarias.
Es un libro que nace “de la promesa a las familias de estas personas cuando conseguí localizarlas en Senegal”, explica Pardellas. “Me pidieron que se conociera la historia cuanto más mejor y que se hiciera justicia”.
“No sé si se me escaparán muchos aspectos, pero desde lo que yo viví hace 20 años hasta aquí han mejorado dos cosas fundamentales”, explica. Por un lado, “la asistencia a pie de playa es mil veces mejor, con muchos más medios para ayudar a las personas que llegan”. Y,por otro, “las derivaciones de adultos a centros de acogida en la península, para que no se creen tapones aquí, están funcionando”.
Lo que ocurre es “no sé por qué razón, quizás por no crear una supuesta alerta en las ciudades de acogida, no se informa. Quizás porque por desgracia se han usado con oportunismo político para alimentar discursos racistas”, reflexiona el periodista. “Pero es todo lo contrario, es buena gestión migratoria y asistencia adecuada a estas personas”.
“Un pasaje de avión desde Dakar a Las Palmas de Gran Canaria cuesta entre 250 y 300 euros y tardas unas dos horas. Estas personas llegan a pagar hasta 1500 euros por embarcarse en una lancha de madera y pasar 10 días en alta mar arriesgando la vida”, explica Pardellas.
Y añade: “La clave está en que incluso teniendo el dinero para ir y volver, no les dejamos hacerlo. Si se regulara un flujo que necesitan las dos partes, dejarían de llegar cayucos. Son personas que tienen todo el derecho del mundo a buscarse una vida. Y no les damos opciones a hacerlo de otra manera que en barca”.
La ruta migratoria más mortífera del mundo
Un informe del Observatorio de Derechos Humanos Caminando Fronteras situó la ruta migratoria canaria como la más mortífera del mundo en 2023, con más de 6.007 personas fallecidas intentando alcanzar las islas a bordo de pateras o cayucos desde las costas del continente africano. Una media de 16 personas al día. En total, en ese año intentando llegar a España perdieron la vida 6.618 personas.
Desde el pasado mes de octubre hasta este febrero, la oleada de pateras o cayucos ha sido tan intensa que la Unión Europa y España han respondido prometiendo hasta 500 millones de euros a Mauritania, país de salida de la mayor parte de las embarcaciones detectadas, para desarrollo… y refuerzo de fronteras.
Su peligrosidad radica en las distancias. La vigilancia en las fronteras marroquíes o el endurecimiento de las condiciones en la zona central del Mediterráneo o el conflicto en Libia lleva a muchas personas a probar suerte por la ruta atlántica, intentando navegaciones desde puntos tan alejados como Senegal, a 1400 kilómetros por mar de Canarias, o Gambia, a 1600.
El mismo informe de Caminando Fronteras criticaba “la priorización del control de fronteras por encima del deber de socorro”, la “no activación de los medios de búsqueda y rescate con la urgencia necesaria”. el incremento de “las búsquedas pasivas”, la “externalización de fronteras con terceros países” o la propia “reducción de medios destinados a la protección de la vida”.
Según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) España y del Ministerio del Interior, las llegadas por la ruta atlántica en 2023 fueron de 39.910 personas migrantes. La propia OIM valora que “se puede considerar inusual” en comparación con los años anteriores: en 2022 las llegadas fueron incluso menores que en 2021, registrándose 15.682 personas llegadas por vía irregular a las islas.
El qué y cómo se cuenta
Precisamente desde la OIM España responden a nuestras preguntas por correo electrónico. “No es una cuestión de mejorar la visibilización, sino de cómo se visibiliza”, valoran desde la OIM. Ven necesario “ofrecer contexto para una mayor comprensión de las migraciones, o de un uso honesto de la información, sin promover estereotipos, desinformación o discursos de odio que afectan directamente la inclusión de las personas migrantes en la sociedad”.
Como recientemente señaló la Directora General de la OIM, Amy Pope: “Puede sorprender a la gente que la mayor parte de la migración sea regular, segura y ordenada, centrada en la región y, a menudo, directamente relacionada con el trabajo. Lo que capta la atención en los titulares es sólo una parte de la historia”.
Desde la OIM recuerdan que “la migración es, y viene siendo desde hace siglos, una piedra angular del desarrollo, la prosperidad y el progreso de muchas personas. La migración puede y debe ser parte de la solución frente a las transformaciones sustantivas que se están experimentando a nivel mundial, como el cambio climático, la transición demográfica, la urbanización y la digitalización”.