Las vacas son un regalo de los dioses; cuidar de una puede hacer ganar karma y mérito espiritual. Si en la India, país donde casi un 80% de la población profesa esta religión (en alguna de sus formas), ya eran consideradas sagradas durante milenios, ahora lo son gracias al manto protector del nacionalismo hindú puesto en práctica por los subsecuentes gobiernos del país. De acuerdo con el censo más reciente de cabezas de ganado, se estima que hay más de 5 millones de vacas abandonadas.
En abril de 2023, un suceso nada fortuito dio la vuelta al mundo, copando las portadas de muchos periódicos. Un jubilado indio de 82 años, Shivdayal Sharma, fue víctima de un singular accidente en Alwar, en el estado de Rajastán (al norte de la India). "Murió en el acto después de que un tren expreso embistiera a la bestia y la lanzara a 100 pies —30 metros— de altura", recoge el diario británico The Sun.
Tal como informaron varios medios de comunicación, el pensionista se encontraba orinando cerca de las vías del tren; y en un abrir y cerrar de ojos fue aplastado por una vaca voladora que había sido arrollada por el tren. La historia parece sacada de tebeo, pero lo cierto es que estos accidentes de tren con ganado se han convertido casi en la norma. El Ministerio de Ferrocarriles dio cuenta el año pasado de que 27.489 cabezas de ganado fueron atropelladas por trenes. Muchos de ellos ocurrieron en el tramo Mumbai-Gujarat.
Los más de 5 millones de vacas y toros abandonados están suponiendo un peligro para la seguridad y la salud pública tanto para las zonas rurales, especialmente en la región de Uttar Pradesh —al norte del país— como en las ciudades. Se ha visto deambular a novillos en vertederos o dándose un baño en estanques en pleno verano. Incluso se han reportado casos de vacas que han atacado a los lugareños o rebaños que han arrasado con las cosechas de los agricultores.
Hasta hace poco, la mayoría de los ganaderos indios sacrificaban el ganado no productivo —novillos y vacas mancas— o se lo vendían al resto de la población no hinduista —14,2% musulmanes, 2,3% cristianos y 1,7% sijes— sin necesidad de exponerse a ninguna sanción oficial ni a ningún tipo de represalia. O bien la exportaban al exterior —la India era hasta hace poco uno de los mayores exportadores de ternera y leche—. Pero esto ha cambiado. Han aumentado las grescas con un grupo de defensores de las vacas que, en operaciones premeditadas, han atacado a los ganaderos y comerciantes de vacas.
El miedo a las represalias y las rígidas normas que previenen la matanza de vacas ha tenido un impacto en el censo de ganado bovino. Si bien la cifra estimada en 2019 rondaba los 5 millones, en la actualidad se desconoce la cifra real de cabezas bovinas, jóvenes machos y vacas viejas, abandonadas y en mal estado: hambrientas e invadiendo las vías.
Activistas bovinos
En febrero de 2019, la oenegé Human Rights Watch (HRW) reportó que había varios grupos de Gau Rakshaks o 'justicieros' de las vacas que atacaban a las minorías de pastores musulmanes que comerciaban con cabezas de ganado bovino.
"Los agresores, todos ellos vinculados a un grupo local de 'protección de las vacas', acusaron a Mohammed Mazlum Ansari, de 35 años, y a Imteyaz Khan, de 12, de vender las reses para sacrificarlas, luego los mataron a golpes y colgaron sus cuerpos de un árbol", informaban en un comunicado. Entre mayo de 2015 y diciembre de 2018, al menos 44 personas —entre ellas 36 musulmanes— murieron en ataques de este tipo.
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No hay ninguna estimación oficial disponible públicamente sobre el número de activistas de las vacas en todo el país, pero los líderes activistas dijeron que creen que más de 300.000 hombres hindúes en la nación de 1.400 millones están directamente involucrados con estos grupos.
HRW apuntaba con el dedo al Partido Popular Indio (Bharatiya Janata Party, BJP) por promover una retórica que defendía a ultranza la sacralidad de las vacas, tal como recoge la tradición hindú. Aunque no existe una estimación oficial sobre el número de justicieros de las vacas en todo el país, la agencia de noticias Reuters informó que, según fuentes de líderes activistas, habría más de 300.000 hombres hindúes implicados en la red.
Muralidhar Rao, secretario general nacional del BJP, dijo en declaraciones a India Today, que "matar no puede justificarse, pero los seguidores de religiones que han llegado de fuera de los límites geográficos y culturales de la India deben comprender y aceptar la tradición civilizadora y la filosofía de 5.000 años. No se trata de seguir el hinduismo, sino de ser indio".
"Algunos estados han promulgado leyes que permiten a los vigilantes de las vacas patrullar junto a la policía", aseveró HRW. La policía a menudo paralizó los procesamientos de los agresores, mientras que varios políticos del BJP justificaron públicamente los ataques.
La oenegé también culpaba a las autoridades por la complicidad que mostraban a la hora de investigar los sucesos. Casi todos los estados en la India han provisto medidas para prohibir la matanza de ganado bovino.
"El Gobierno indio debe prevenir y perseguir la violencia colectiva de los grupos parapoliciales contra las minorías en nombre de la denominada protección de las vacas", reza la organización en defensa en los derechos humanos en un informe publicado el año pasado.
Los únicos profesionales que tienen luz verde para acabar con la vida de las vacas son los veterinarios. Sin embargo, se encuentran con el mismo problema que los ganaderos no hindúes: un clima de rechazo alimentado por el extremismo político y religioso. Además, en algunos casos las familias establecen vínculos muy fuertes con los animales, lo que complica aún más la situación.
'Semen sexado', una solución temporal
Hace unos años, el estado de Uttar Pradesh impulsó una campaña para marcar a las vacas e identificar a aquellos propietarios que las abandonaban. Esta iniciativa no gozó de mucho éxito. "Los propietarios arrancaban la marca junto con la oreja del animal", dijo Krishna Chauhan, veterinario en Lucknow, en declaraciones a National Geographic.
Pero este profesional no culpa a los ganaderos: son víctimas de una falta de directrices claras sobre qué hacer con el ganado bovino no productivo. Ante la falta de opciones, no les queda menor opción que idearlas ellos mismos. Una de ellas tiene que ver con intervenir en la reproducción del ganado y perpetuar la rentabilidad de su actividad económica.
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Semen sexado, o semen clasificado por sexo. Los ganaderos recurren a esta técnica, basada en la inseminación artificial (IA), que permite elegir con alrededor de un 90% de éxito el sexo del ternero. Esta tecnología fue desarrollada por investigadores del USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos) en Livermore (California) y Beltsville (Maryland) y patentada bajo el nombre Tecnología de sexado de esperma de Beltsville.
En la actualidad, las compañías que manufacturan y distribuyen kits de esperma sexado no se cuentan ni con los dedos de una mano. Sexing Technology (ST) es la que tiene prácticamente el monopolio, pero desde hace unos años un consorcio científico indio, que agrupa a la empresa de bioingeniería Jiva Sciences Private Limited, al Instituto Indio de Ciencias (IISc), al Instituto Indio de Tecnología y al Centro Nacional de Ciencias Biológicas (NCBS) le pisa los talones para hacerlo eficiente y asequible.
Para que no suponga una carga económica muy grande para los ganaderos y extender el uso de esta tecnología, las autoridades han impulsado la campaña Misión Millón Inseminación Artificial Sexuada (IA) —Mission Million Sexed Artificial Insemination—. Desde el Departamento de Ganadería y Lechería, se han puesto en marcha medidas para animar a los agricultores a usar esta nueva tecnología. El objetivo es "producir únicamente terneros hembras con una precisión del 90%" y dar subvenciones "de 750 rupias o el 50% del coste del semen clasificado en caso de embarazo asegurado".