Desde entender qué es un algoritmo a programar aplicaciones con ayuda de la inteligencia artificial. Los alumnos del colegio República de Venezuela, en Perú, se están preparando para un futuro dominado por estas tecnologías disruptivas. Y todo esto gracias a su maestra, María Teresa Cornejo Carpio (Arequipa, 1974), pionera de la IA en la escuela y una de las 23 docentes en el país que forman parte de Profuturo, una red global educativa impulsada por la Fundación Telefónica y Fundación "la Caixa" que busca reducir la brecha educativa en el mundo proporcionando implementando proyectos de innovación educativa con tecnología.
Cuando llegó por primera vez a la escuela, Cornejo se encontró con una construcción lúgubre y antigua con ordenadores viejos que ni siquiera contaban con cargador. Así que se puso manos a la obra para dar provecho a estas herramientas, que por austeras que eran, podrían impulsar el aprendizaje digital de los niños y niñas. Lo primero que hizo cuando fue designada como maestra de innovación pedagógica fue animar a sus compañeros, que temían estropear los implementos tecnológicos y por eso no los usaban.
Otro gran paso fue la introducción de tablets en las aulas. Semanas después de presentarse a un concurso del proyecto Aula Digital de Telefónica, Cornejo consiguió con la ayuda de otro profesor dotar al centro de 30 tablets un servidor. Tan buena acogida tuvo, que recibieron una certificación en 2019, reconociendo su buen uso y registro de actividades con los dispositivos electrónicos.
En su andadura, Cornejo se dio cuenta, declara a ENCLAVE ODS por videoconferencia, que “en las escuelas se enseñaba robótica y programación, pero de una manera aislada”. Y además, cuenta, “se suele elegir a los niños más destacados o se forma una serie de clubes o grupos que se reúnen en horarios extracurriculares”.
Por eso, ella quiso integrar en las clases un concepto que considera fundamental para el currículo: el pensamiento computacional. O lo que es lo mismo, saber cómo se puede aprovechar la tecnología para resolver problemas, analizar información o automatizar procesos.
Cornejo ha tratado de integrar ese pensamiento computacional —que abarca la robótica, la IA, programación y la tecnología de software— en clases de laboratorio con sus alumnos de primaria. ”Hemos llegado a construir programas con la inteligencia artificial (IA) y a entrenar modelos usando el machine learning”, relata la docente. Su proyecto estrella y por lo que ganó un concurso de innovación tecnológica en el 2022 es La Oruguita Mágica.
La Oruguita Mágica
Bailar, escribir, dibujar y seguir trayectorias son algunas de las funciones que puede llevar a cabo la oruguita mágica, un robot construido con piezas de Lego y dirigido por Bluetooth por los alumnos. Cornejo detalla que esta herramienta de aprendizaje se basa en la metodología STEAM+H, un enfoque educativo permite a los estudiantes y otros actores educativos vivir experiencias de aprendizaje activo e integrar diversas áreas conocimiento (ciencias, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas).
Para construir el robot, utilizan el modelo WeDo Lego 2.0 (con partes del 1.0) y la aplicación Ludio. "Se divierten mucho cuando la arman", reconoce Cornejo. La oruguita mágica tiene dos modos: autónomo y dirigido. "Utilizamos plantillas, juegos y concursos: así los chicos y chicas interactúan con algo que ellos mismos han hecho", explica la maestra.
"Un enfoque sin estigmas"
El objetivo de la maestra es "formar autodidactas". Y lo ejemplifica con un caso que conoce ella de un español que consiguió ser ingeniero a los 12 años, a base de esfuerzo, y hoy, con 19 años, da clases en universidades. "Aplicamos un enfoque sin estigmas", subraya. Y lo defiende: "En un mundo cada vez más deshumanizado, nosotros —los profesores— tenemos que desarrollar la sensibilidad en nuestros estudiantes". El hecho de haber elegido como coraza a un animal tan frágil como la oruga tiene su razón de ser: despertar en ellos un amor por la naturaleza.
Dentro de los talleres, Cornejo también educa a sus alumnos en el uso no pernicioso de la tecnología. No es un misterio que, a nivel ético, la inteligencia artificial y la robótica plantean desafíos; por eso, para la maestra, es importante que los niños sepan que "la tecnología que desarrollamos en la escuela tiene que ser para forjar un mundo mejor".
Y cuenta que, sobre todo al principio, hay estudiantes varones que "quieren hacer juegos de guerras violentos". A partir de ese anhelo, la profesora reconduce a los alumnos a reflexionar sobre qué quieren conseguir con ella: la tecnología, "¿es para destruir o para aportar?", les pregunta en sus clases.
[Los 'bebés profesores': recién nacidos imparten clases en 11 países]
La profesora también se ha encontrado con niños y niñas que a partir de su primer contacto con la tecnología se fijan ambiciosas metas. Valeria es una de ellas.
"Es una mujer muy segura"
"Al principio la tecnología no me gustaba; no me llamaba la atención", dice Valeria, alumna de María Teresa Cornejo. Cuando su maestra la eligió a ella para sus clases de programación, le empezó a llamar la atención. "Pensaba que era solo para hombres", explica.
La confianza que le transmitió Cornejo es algo que "no puede describir con palabras". Le considera una referente: "Es una mujer muy segura; es buena conmigo y nos enseña muchas cosas", cuenta a ENCLAVE ODS.
"Quiero mejorar la vida de las personas; crear algo para curar una enfermedad incurable", afirma la joven. Y una idea que se le ha ocurrido es un "chip especial" que se instale en las personas y que prevenga el desarrollo de enfermedades. En definitiva, dice, su deseo es "humanizar más a las personas a través de la tecnología".
Al conversar con la alumna, y a su lado la maestra, queda clara la estrecha relación que comparten ambas. Cornejo defiende que "si el futuro es la tecnología —y la tecnología artificial, en auge— ¿por qué las niñas y mujeres no están tan inmersas en esto?; hay que ir desarrollando vocación y eso se hace desde que son niñas".
"(Valeria) ya sueña con ser ingeniera, como ella, tenemos otros estudiantes más pequeños que han convertido la tecnología en su vocación", explica Cornejo. Como maestra, cuenta, "he conversado con papás que los coloquen en colegios secundarios donde se hace robótica —o donde se programa—"; y como mujer, "me he esforzado con las niñas" para que esta vocación no se diluya.