Más de 400.000 pájaros cantores fueron atrapados y asesinados en Chipre el pasado otoño, lo que pone en relieve un aumento de los delitos contra la fauna silvestre, concentrados sobre todo en la zona de una base militar británica. Así lo pone de manifiesto un nuevo informe publicado por BirdLife Cyprus y respaldado por la RSPB y el Comité contra el Sacrificio de Aves (CABS), que da cuenta de una anomalía en la tendencia decreciente que se percibía en la cifra de aves sacrificadas.
El documento explica que este aumento vertiginoso se vincula a la libertad relativa que tienen las redes de delincuencia organizada para instalar señuelos y grabadoras de canto de los pájaros en huertos y arbustos. Las aves capturadas quedan atrapadas en redes de niebla o por ramas recubiertas de pegamento, para luego ser vendidas clandestinamente a restaurantes donde se sirven como ambelopoulia, un plato tradicional chipriota a base de pájaros cantores en escabeche, fritos o hervidos.
"Históricamente, las aves atrapadas —en su mayoría currucas capirotadas— eran un complemento alimenticio para los habitantes de la isla, en su mayoría pobres y que vivían de la tierra. La práctica de la captura de aves en Chipre está recogida en documentos históricos de la Edad Media e incluso de épocas anteriores", explican en el informe.
Pero la organización defensora de las aves es tajante: "La caza con trampas, tal y como se practica hoy en Chipre, no guarda ninguna relación con la 'tradición' histórica". De hecho, desde 1979 la legislación nacional, y después la comunitaria, ha prohibido la caza furtiva de aves.
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"Durante dos décadas, nuestra asociación internacional ha demostrado que podemos trabajar juntos para hacer frente a esta actividad delictiva mediante acciones directas sobre el terreno respaldadas por medidas coercitivas. Sin embargo, este otoño demuestra que aún queda mucho por hacer", ha afirmado Mark Thomas, jefe de investigaciones de la RSPB, en un comunicado.
Falta de supervisión
Los expertos del BirdLife Cyprus han detectado un aumento notable de la captura de aves en la Zona de la Base Soberana (SBA) del ejército británico en Chipre —al sureste de la isla chipriota—, donde el uso de redes superó los 4,5 km. El informe destacaba un aumento significativo de las actividades de captura en la SBA, atribuyéndolo a la reducción de los recursos contra la caza furtiva al inicio de la temporada de captura de 2023.
En declaraciones recogidas por el diario británico The Guardian, Mark Thomas, jefe de investigaciones de la RSPB, criticó los mínimos riesgos a los que se enfrentan los tramperos a pesar de sus cuantiosos beneficios, y pidió un esfuerzo policial sostenido para suprimir la captura de aves.
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"La captura ilegal de aves se ha convertido en un delito contra la fauna salvaje impulsado por la demanda, siendo el comercio de aves capturadas en restaurantes que infringen la ley el principal motor económico de los tramperos organizados", afirman los grupos conservacionistas en el documento.
Los registros de los estudios muestran que se han encontrado al menos 157 especies de aves atrapadas indiscriminadamente, entre ellas cernícalos, cucos y búhos. Según el informe, 90 de estas especies figuran en la lista de especies prioritarias de conservación de la Directiva de Aves de la UE,
Las autoridades policiales chipriotas han colaborado codo con codo con BirdLife Chipre, CABS y la RSPB permitiendo que se reduzca el número de trampas detectadas y de aves muertas. Si hace veinte años se capturaban ilegalmente más de dos millones de aves al año, y en la década de 1990 se capturaron más de diez millones, ahora tan solo rozan el medio millón. Los recortes en la unidad de lucha contra la caza furtiva de la base milita británica en Chipre fueron, según concluye el informe, un factor determinante que explica el aumento de aves muertas.