Marzo marca el comienzo de la primavera climatológica, una temporada de contrastes que, pese a lo que marca el calendario, parece adelantarse cada vez más. Prueba de ello es que la floración se está produciendo antes de tiempo en los países del hemisferio norte como consecuencia de la crisis climática.
Este año, al igual que ha ocurrido en lo que llevamos de década, un nuevo estudio científico ha alertado de estos desajustes en el ciclo biológico de las plantas que pueden traer graves riesgos para ecosistemas tan alejados entre sí como los de España y Japón.
Apoyándose en esta hipótesis, un equipo investigador de la Universidad de Sevilla (US ha constatado que el pico de floración de la mayoría de las especies situadas en el Parque Nacional de Doñana se ha adelantado 22 días en los últimos 35 años, del 9 de mayo al 17 de abril, debido al aumento de las temperaturas en el entorno. La investigación, publicada recientemente en la revista Annals of Botany, estudió el comportamiento de 51 especies perennes desde la década de 1980 hasta la de 2020.
Tal fenómeno, aseguran, es "coherente" con el calentamiento global. En el transcurso estudiado, la temperatura media se ha incrementado en el parque 1 °C y la mínima hasta 2 °C. Paralelamente, las especies individuales, que acumulan horas de calor hasta saber cuándo deben florecer, han avanzado toda su fenología de floración —inicio y final— y han aumentado la duración de la misma.
Esto último estaría provocando que se encuentren en flor combinaciones de especies que antes no florecían juntas. Asimismo, descubrieron que "los efectos no fueron similares entre las especies, lo que podría atribuirse a diferencias en la sensibilidad de las señales ambientales para la floración". Así, mientras un 80% de estas adelantaron el inicio de su floración, un 68% adelantaron el final de la misma.
¿Qué efectos tiene este nuevo escenario en la biodiversidad de Doñana? Entre otras, podría llevar a que "algunas especies produzcan frutos o germinar en épocas menos favorables del año o encontrar una competencia inesperada por los polinizadores". Esto causaría graves problemas a numerosas especies, debido a la desincronización de los procesos naturales. Desde la US apuntan que el romero es la especie que más se ha adelantado, con un total de 92 días.
"La fenología de floración avanzada y los cambios en la duración de la floración reportados aquí fueron de una magnitud sin precedentes, lo que muestra los efectos extremos del cambio climático en los ecosistemas mediterráneos", en los que la temperatura está aumentando un 20% más rápido que la media global y el 80% de la costa está amenazada por el aumento del nivel del mar.
No solo ocurre en España
Los cambios en la floración de las plantas no constituyen un fenómeno exclusivo de España. Se está produciendo en todo el hemisferio norte, como constata un generoso corpus de estudios publicados en Europa, América del Norte y Asia. En Japón, por ejemplo, también se han detectado alteraciones en los cerezos, cuyo comportamiento se vigila estrechamente desde las civilizaciones antiguas.
Esto puede observarse en el gráfico elaborado por Our World In Data a partir de los datos recopilados por un equipo investigador dirigido por Yasuyuki Aono. La fecha del inicio de los cerezos en flor, que representan todo un atractivo turístico y un símbolo identitario del país nipón, se ha ido adelantando desde la década de 1930. En estas fechas, la floración tenía lugar en torno al día 104 del año, mientras que en 2023 se produjo en torno al día 94.
El diario The Whasington Post, en un reportaje publicado en 2021, también se hizo eco de esta floración avanzada de los cerezos en Kioto y Tokio, y aprovechando la ocasión, recordó que en el último siglo, "la fecha promedio de floración máxima de los cerezos Yoshino en Washington ha avanzado entre seis y siete días, aproximadamente del 5 de abril al 31 de marzo".
En el otro hemisferio, el sur, también se están experimentando cambios preocupantes. A finales de febrero, como ya informó este periódico, una investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) demostró que la Antártida se está derritiendo a un ritmo insostenible, con la prueba de que incluso su glaciar del fin del mundo, el Thwaites —cuyo colapso podría causar una catastrófica subida del nivel del mar— lleva 80 años en proceso de deshielo.